jueves, 27 de noviembre de 2008

El peso de las cosas (primera parte)

El escritor Andrés Ibáñez dixit:

"...pero lo mas importante es el peso. Cuando elijo una manzana, siempre cojo la mas pesada. Si pesa, sé que tiene carne, sustancia, vida. Las cosas ligeras han empezado a evaporarse, a desvanecer.

Las cosas pesadas tienen amor, abrigan, alimentan ¿Qué puede ofrecernos algo que no pesa nada? Todas las cosas de la vida son densas. Llamamos corazón a la parte mas densa de una cosa; llamamos corazón a aquello que es mas duro, no por inflexible, sino porque ha establecido en la entraña misma de la materia una resistencia y una decisión de durar.

Amo las cosas pequeñas y pesadas. El peso de la manzana todavía ligeramente verde. El peso de la cabecita sudorosa de un niño. El peso cálido de una taza de té. El peso del pecho de una mujer. Las cosas pesadas están llenas de vida y de promesa. Esta sensación, esta cálida sensación de felicidad encerrada y de íntima densidad que se despliega..."

Mañana continuaré con la dulce disertación del señor Ibáñez. La completaré para que su integridad sea fiel a sus intenciones. Hoy sólo transcribo estas breves frases porque, qué caramba, con estas palabras suyas de hoy no me queda mas remedio que plantearme si merece la pena que yo me ponga a régimen.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Palabras de otra época


Finalizaba el año 1939 en la ciudad de Buenos Aires y las veladas radiofónicas se engalanaban con la pulcritud de la palabra y el pensamiento del filósofo español Ortega y Gasset.

Una de aquellas noches, Ortega va meditando sobre el papel de la mujer criolla en la historia del siglo XVIII ; por esa reconocida capacidad de su pensamiento, cuya claridad y visión le llevaba a relacionar diferentes etapas de la Historia Universal, se encuentra con algo que le turba enormemente, por repetitivo, por temerario y por sin sentido:

" Yo vivo desde hace años en una indignación sin riberas, y me siento avergonzado y humillado, en cuanto hombre, cuando oigo y leo cómo hablan los hombres de una nación de lo que pasa dentro de otra. Ello revela la bestialidad, la bellaquería y la imbecilidad que está adueñándose del mundo. Pero ¿qué idea tienen esas gentes de lo que es una nación, no de lo que deba ser, de lo que nosotros quisiéramos que sean esas realidades que se llaman naciones, sino de lo que son, en verdad y de hecho, queramos o no? Si lo supieran - si no fueran tan desalmados y torpes - sabrían que una nación es una intimidad, un repertorio de secretos, en un sentido practicamente idéntico a lo que pensamos cuando hablamos de la intimidad de una persona, del arcano solitario e impenetrable que es toda vida personal. Y, por tanto, es perfectamente ilusorio creer que conocemos lo que en una nación pasa. Cuanto hablemos sobre ello será una equivocación, una confusión y, como decimos en España, un tomar al rábano por las hojas./.../

La mayor parte de las congojas que ahora sufre el Occidente proviene de que cada nación se cree informada de lo que pasa en la otra nación, porque sus periódicos publican muchas crónicas datadas de todos los puntos del orbe. Y toda esa información estaría muy bien y sería benéfica si se tomase exactamente como lo que es, a saber: datos externos y superficiales de lo que pasa en otros pueblos; pero nunca como representación adecuada de su realidad. Como el saber de la materia exige laboratorios y matemáticas y técnicas difíciles, el saber de la vida humana, personal o nacional exige, inexcusablemente, vivirla. No hay otro modo de saberla. Lo demás es, a la par, mera insolencia y pura estupidez. "

Han pasado 70 años, hemos cambiado de siglo, pero estas palabras se ajustan como un guante a la situación que vivimos. Unos cuantos dias después de la elección de Obama, mi cabeza va a reventar desbordada de las opiniones que me brinda todo hijo de vecino: periodistas de cualquier género en los medios informativos, compañeros de trabajo, familiares, amigos, un taxista, el panadero, la dueña del kiosco; oráculos todos, pitonisas y clarividentes que, sin cobrar un duro, sueltan sus vaticinios de lo que ha sido, es y serán los Estados Unidos de América. Yo no me atrevo a abrir la boca; los oídos no puedo cerrarlos a mi antojo, no obstante.

La semana pasada, en una sobremesa familiar, una señora muy entrada en años, ama de casa eterna y poco viajada, nos regaló un auténtico parlamento sobre el estado de la nación norteamericana. De ello recuerdo su frase primera: "No, si ya veréis como ocurrirá exactamente lo que os digo yo ahora mismo...blablablá."
Y tan fresca se quedó la buena mujer. A todos nos inspiró mucha ternura escuchar sus evoluciones dialécticas, huelga decir que carentes de todo rigor informativo. Mientras tanto yo pensaba que mas frescas, como recién paridas, me sonaban las palabras de Ortega, aunque medie entre unas y otras un siglo entero y varias generaciones.

martes, 18 de noviembre de 2008

Algunas confusiones etílicas


Esto de tener cierta intolerancia al alcohol es una faena. Creo que ya he contado en alguna ocasión lo frustrante que es tener un buen vino delante y saber que en cuanto te lo tomes te vas a poner tonta, pero de remate, en el mejor de los casos; porque en el peor te espera un sueño imperdonable y dolor de cabeza seguro. Eso me impide tomar una copita si tengo que trabajar por la tarde, porque mis palabras no serían muy bien entendidas: pues nada, sigan ustedes a lo suyo, que yo voy a echarme una siestecita. Buenas tardes

Con la cerveza me pasa igual, y no digamos cuando llega el verano. La combinación calores y saccaromices cerevisiae fermentada me deja hecha unos zorros, con lo bien que conjuga con el resto de los mortales, que los veo yo con estos ojitos cómo disfrutan en la terrazas solariegas. Cuando me acuerdo la tomo sin alcohol, en contadas ocasiones, porque he decidio plantarle cara a este enemigo cruel: un dia de estos me voy a apuntar a un curso de cata de vinos, por un lado, y, por otro, continuaré empecinada con mi caña cuando se me antoje.

Las consecuencias son, ya he dicho, de dos tipos: la tontuna o el sueño. Hoy sufro las dos, para no privarme de nada, pero he de reconocer que tiene su gracia esto de estar chispita y con la risa floja.
Desde hace unas semanas ando coleccionando una serie de mariposas que la kiosquera me guarda muy amablemente. Al volver de mi paseo cervecero me he puesto a ojear mis adquisiciones volanderas, cada una bien clasificada con su nombre en Latín. He aquí un par de muestras comparativas entre la realidad escrita y mis entendederas en estado idiota:

- Sasakia Charonda .......Sasakia Cachonda
- Attacus Atlas................Attacus Faldas
Sin comentarios.

Claro que también me ha parecido oir a un locutor de radio lo siguiente: el encuentro entre Bush y zapatillas...evidentemente era Bush y Zapatero. ¿Por qué será que a veces no encuentro mucha diferencia entre lo que hay y lo que se entiende?
Soy mala malísima, si, pero estoy muerta de la risa.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Y ahora me toca a mí


Si, ahora me toca a mí. Llevo unos meses callado desde que la nena quiso airear sus trapos sucios y según parece, entre esos draps bruts estoy yo. Hoy tengo el dia tort y, como es viernes y no tengo mas que hacer, me he dicho : Rober, manos a la obra. Dicen que los gays podemos ser crueles y enrevesados, pues mira, tu, no sé si los demás lo son, pero a mí cuando me andan tocando los collons se me hincha la vena. Hoy tengo la vena mega hinchada.
Para empezar, la Sandra es una petarda. Pe-tar-da. Lo podría decir mas alto, pero no mas claro. Tanto lamento por los rincones de este blog
que si Arturo era el amor de mi vida, que si pasamos momentos inolvidables, que de no ser por Roberto, el maricón (maricón de mierda, sé que me llama). Esta nena es una inmadura sentimental, por ser suave con ella, porque a ver, si un tio de los pies a la cabeza te quisiera como hay que querer, no hay un dios que se le cruce en su camino que le haga hacerte las guarradas que te ha hecho el Arturo - mi Arturo -. Si, nena, si, es mío. Y llora todo lo que quieras, tómate los gin tonics que te salga de la figa; como si te zampas un bote entero de Orfidal.Yo soy un chico de barrio, como ya habrás notado por mi vocabulario bajero, y para salir de allí tuve que esmerarme y aprender que en el lodo sólo encuentras lodo y lombrices. Yo soy mas de caviar ¿sabes, princesa?
Para conquistar al Arturo me esmeré como una loba ladina, me quité la pluma que a él tanto le asustaba y mortificaba y le mostré un camino lleno de lujuria y encanto, bestial a veces, otras refinado. Es mi dios, nena, y yo soy su esclavo, aunque él piense todo lo contrario; es tan inocente que tiene miedo a perderme y me cubre de mimos y regalos, cuando la realidad pura es opuesta. Si Arturo supiera que vivo en continuado sobresalto, imaginando que vuelves tu, u otra insustancial como tu, con un busto del 95D y ojitos de carnera degollada, si supiera lo jodido que me deja cuando me cuenta sus recuerdos. Cree que yo soy su dios...no, nena, él es mi dios, pero no lo sabe y ahí está mi fuerza.
Si me lees, maca, hazme el favor y sigue calladita, que estás mas guapa. Escolta, por si te están dando ganas de ir con el cuento al Arturo, te ahorro el trabajo y la consiguiente decepción: no te creerá res de res y sólo quedarás ante sus ojos como lo que eres: una petarda.
¿Te cuento otra cosita, reina? Arturo está aprendiendo catalá de mi mano.
Hala, adeu.