jueves, 22 de abril de 2010

Los caprichos de mi amante


Tengo desde hace tiempo un amante que me acompaña en las noches de insomnio. Es menudo, un poco frío cuando lo meto en mi cama, pero estridente en cuanto me descuído y toma confianza. Cuando lo sustituí por el anterior, creí que mejoraba en calidad (tonta de mí, no sabré ya de sobra que el interior es lo que cuenta), en cambio, es mas exigente y caprichoso, y, entre nosotros, no colma mis expectativas en absoluto. De hecho deja mucho que desear. Nadie como él para demostrar que el pavo real que expone su hermosa cola tornasolada puede ahogarse en el propio fasto de su vanidad. No, no me convence.

Me acuerdo de aquél que lancé al olvido y ahora murmurará en quién sabe qué almohada. Fuí injusta y cruel, como esos hombres a los que critico por desechar a sus amantes porque han perdido encanto y lozanía. Ojalá volviera a encontrarlo, con su humilde aspecto marchito pero tan generoso cuando lo reclamaba para mi consuelo. Era de buena cuna, no hay duda. Y qué loca fuí desdeñando su gallardía.

El de ahora, como digo, me está cansando de veras y ya no hay vuelta atrás en la decisión de cambiarlo por otro. No soportaré una noche mas las posturas caprichosas que me hace adoptar para poder sacarle jugo. Es inhumano, habida cuenta de que recurro a él para conciliar el sueño y sólo consigo castigar mi cuerpo con las contorsiones que voy sumando minuto a minuto. Me dan las del alba con los nervios de punta.

Es tan delicado e irascible que no obedece las indicaciones de mis dedos, siempre suaves girando su dial. Sé que en sus números bajos anida un nuevo tesoro recién descubierto: Canal Empleo Madrid, una emisora que, pese a tan curioso nombre, emite maravillosas canciones de madrugada. Noche tras noche me cuesta un imperio atinar con sus ondas: ayer sólo podía oirla si giraba medio cuerpo a la derecha y apoyaba el transistor sobre mi cadera. Dos noches atrás, sin embargo, me obligaba a sacar el brazo al borde del cabecero y apoyar muy levemente la cabeza en la almohada, en tensión interminable. Sus caprichos de amante único son cada vez mas tiranos: ahora me reproduce Radio Nacional de España en volumen superior al resto y en varias numeraciones diferentes, así que, giro enloquecida la ruedecilla buscando Kiss FM u Onda Melodía y me topo con la voz de la locutora desde Barcelona una y otra vez. Sueño con ella cuando, extenuada, logro amodorrar mi ira.

No, este amante no es bueno para mí y me siento engañada, dolida en cuerpo y alma, estafada quizá por mi propia soberbia. Quise apropiarme de lo mejor y me salió rana la osadía. El otro era mas pequeñito, si, mas modesto, pero qué potencia la suya noche tras noche, qué fidelidad y qué seguridad en sí mismo. Jamás tuve que imaginar posturas de circo para gozar de sus bondades.
¿Dónde se ha visto eso?

Ah, perdonad que hable de él con un vocablo ya en desuso - transistor - pero me sirve y me encanta porque es masculino. Si le llamara radio sería amante femenina y una, hasta la fecha, sigue siendo hetero.


lunes, 19 de abril de 2010

Of Human Bondage


La gente no busca razones para hacer lo que quiere hacer, busca excusas.
Con esta frase de W. Somerset Maugham, posada ante mis ojos como por ensalmo, incié hace apenas cinco días una serie de casuales encuentros con el autor británico.
Primero, como digo, esta frase que me hizo meditar sobre cierta persona que vive en mi entorno. Y después, en días consecutivos, veo en TV "El velo pintado" y "La carta", ambas adaptaciones cinematográficas de las obras homónimas de Maugham.
Hace años me maravilló otra adaptación del año 1964, con Lawrence Harvey y Kim Novak en los papeles protagonistas de "Of Human Bondage" (Servidumbre Humana, en título castellano). Entonces me propuse buscar el libro y no lo hice; dejé correr el tiempo envuelta en otras ilusiones literarias. Ahora voy a ello sin dilación, para comprobar cuánto hay de autobiográfico en las vicisitudes de un estudiante de medicina que se inicia a la vida de la mano de una mujer vulgar y pérfida.
Seguramente la palabra escrita superará con creces las expectativas que el cine fijó en mi memoria.
Ya os contaré.

martes, 13 de abril de 2010

La Canción de la Tierra (frustrada)


Esta tarde tenía que haberla pasado en el Auditorio, con los cinco sentidos dispuestos para La Canción de la Tierra, escuchando su música y los poemas chinos que el propio Mahler adaptó para su obra. Seis canciones interpretadas por una mezzo soprano y un tenor.
Yo creía tener dos entradas para el primer anfiteatro y acudía alegre y vivaracha, con R a mi lado. Y resulta que el abono que compré hace pocas noches, vía internet, incluye un ciclo de cinco conciertos de La Nota Azul Europeae. El de hoy, precisamente el de hoy, excluído...y a desandar el camino andado.
Nunca antes había oído La Canción de la Tierra; la buscaré por la red y, si me entusiasma, me haré con una buena versión. Acepto sugerencias.
Para paliar el infortunio, un fragmento del 5º movimiento titulado"El borracho en primavera".
"Un pájaro canta en el árbol.
Le preguntoo si ya es primavera...
Para mí es como un sueño.
El pájaro responde, parloteando: ¡ Si ! ¡La primavera
ya ha llegado, ha venido por la noche!
Con el asombro mas profundo escuché atentamente,
¡el pájaro canta y ríe!
¡Me lleno nuevamente la copa
y la vacío hasta el final
y canto, hasta que la luna brilla
en el oscuro firmamento!"

domingo, 4 de abril de 2010

1930...2010


Si tuviéramos hoy día un pensador de la categoría de Ortega, quizás leeríamos de su puño y pluma el párrafo que voy a dejar a continuación. Por mas que miro a mi alrededor, no encuentro mucho de esa grandeza y esa calidad humana en ningún medio, así que reflejo en esta entrada lo que D. José dejó escrito en 1930, en La rebelión de las Masas. A ver si no encaja como anillo al dedo con el momento político-social que vivimos en la actualidad.

"El poder público se halla en manos de un representante de masas. Éstas son tan poderosas que han aniquilado toda posible oposición. Son dueñas del poder público en forma tan incontrastable y superlativa, que sería difícil encontrar en la historia situaciones de gobierno tan preponderante como ésta. Y, sin embargo, el poder público, el gobierno, vive al día; no se presenta como un porvenir franco, ni significa un anuncio claro de futuro, no aparece como comienzo de algo cuyo desarrollo o evolución resulta imaginable. En suma, vive sin programa de vida, sin proyecto. No sabe a dónde va, porque, en rigor, no va, no tiene camino prefijado, trayectoria anticipada. Cuando ese poder público intenta justificarse, no alude para nada al futuro, sino, al contrario, se recluye en el presente y dice con perfecta sinceridad: " Soy un modo anormal de gobierno que es impuesto por las circunstancias". Es decir, por la urgencia del presente, no por cálculos de futuro. De aquí que su actuación se reduzca a esquivar el conflicto de cada hora; no a resolverlo, sino a escapar de él por de pronto, empleando los medios que sean, aún a costa de acumular, con su empleo, mayores conflictos sobre la hora próxima.

Así ha sido siempre el poder público cuando lo ejercieron directamente las masas: omnipotente y efímero. El hombre-masa es el hombre cuya vida carece de proyecto y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, su poderes, sean enormes."

Ahí es nada.