lunes, 30 de marzo de 2009

Ensimismarse


Si me estuviera permitido, hoy no tendría contacto con las afueras. No escucharía cosas que no quiero escuchar, no hablaría de lo que no deseo hablar, quizás no hablaría de nada. Eso si, escribiría, y mucho.
Escribiría de la carta que he recibido de una amiga, de las personas verdaderas, de los preparativos para la merienda de mi madre, que mañana cumple tantos años y no sabe que le aguarda una sorpresa: que le van a cantar de blanco Las Mañanitas, y De qué manera te olvido. Luego, lo que ella quiera.
Dejaría hablar sólo a la voz de mis manos para contar la historia de un primer amor nacido en la guerra y que ha sobrevivido siete décadas. También diría que el siete es el número bíblico para expresar una montaña de cifras y que bíblico sería casi el relato. Hablaría de las coincidencias y del azar; del pasado y del porvenir, si yo lo supiera.
Escribiría en rojo la frase de una canción eterna "No olvides que te espero, no esperes que te olvide". Y os contaría que así se define el Amor y no de otra manera.
Si tuviera tiempo escribiría de mis ilusiones, que son unas cuantas, o de mis carencias, otras tantas mas equis. También diría que todo es relativo o absoluto, depende de.
Nada de lo que ocurre fuera me importaría hoy si me estuviera permitido.
No estoy melancólica ni triste, tan sólo, eso sí, ensimismada.

sábado, 28 de marzo de 2009

La fuerzas


Hay momentos en los que se tiene la sensación de llevar las riendas de la propia vida, en los que pervive la ilusión de seguir el camino elegido con la esperanza de llegar a una meta, aunque ésta se desdibuje confusa en el horizonte. Son momentos en los que uno cree existir per se.

Son como estelas de un cometa luminoso en el Universo.
Pero como todos los cuerpos celestes están sujetos a la mecánica de fuerzas, así resulta que en la trayectoria personal de uno interfieren en guerra permanente la fuerza centrífuga y la centrípeta, en versión humana. Uno puede coger la velocidad que quiera, si,si, que ya se encargará la centrípeta de atraerlo hacia su centro con su cordón umbilical bien ajustadito. La otra, que es una fuerza ficticia según la Tercera Ley de Newton, te permite circular por la inercia del movimiento, aunque resulte que esa inercia no te pertenezca tampoco del todo.

Servidora se pregunta si esas fuerzas ajenas le impiden a una realizarse tal cual sería, tal cual debería y le gustaría ser. O si, por el contrario, va a resultar que yo nunca sería nada sin la mecánica de fuerzas entrando en conflicto contra mí.

No sé si me explico.



martes, 24 de marzo de 2009

Lapsus infantil


De las muchas anécdotas que podría contar de mi estancia holandesa no podría callarme la que ahora os cuento.
Mis sobrinos son bilingües, camino del trilingüismo de aquí a nada, por ello es normal oir de sus boquitas lindas algunos gracejos sorprendentes, composiciones de frases extrañas, retrúecanos varios.

Los tres fluctúan entre los cinco y los once años; sus mentes son aún muy inocentes y a mí me gusta preguntarles si tienen novio/a en el cole, porque sus respuestas tienen una candidez conmovedora. Uno de estos días estábamos desayunando en su cocina justo antes de llevarlos al cole y le pregunté a la niña por el asunto amoroso. He aquí el diálogo:

-Y dime ¿sigue siendo tu novio aquél Sieber, tan guapo?
- No, ahora le gusta otra niña de la clase
- Qué pena . ¿Te gusta algún otro?
- Bueno, Tom nos gusta a todas pero a él no le gustamos ninguna.
- ¿Y eso cómo lo sabes?
- Porque cuando le damos un beso, se corre.
¡¡¡.......!!!
Es de esperar que cuando llegue a mayorcita sepa distinguir perfectamente la diferente composición de los verbos.


sábado, 21 de marzo de 2009

Con las maletas cargadas


Si, con las maletas a reventar he llegado a casa después de cuatro dias entre canales, flores y molinos. Las mujeres de la caravana han vuelto a sus hogares cargaditas de regalos para propios y extraños, amén de unos cuantos caprichos para sí mismas, que no todo va a ser pensar en los demás.
El de la foto es un regalito virtual para José Miguel, por dos motivos: por haber sido su santo y porque el artilugio en sí parece que le inspira buenos momentos y buenas entradas, que luego disfruto leyendo.

Es un regalo un poco egoísta, por tanto. Lo siento.
No pude resistirme al ver en preciosa porcelana de Delft un objeto tan desprestigiado, tan innombrable.
Que lo disfrutemos todos (después de que lo recoja su destinatario).

miércoles, 18 de marzo de 2009

Diario de Holanda



Estoy pasando unos dias en Holanda visitando a mi hermana. En el tour vamos sólo mujeres, como en otras ocasiones, incluída esta vez una sobrina de diecinueve primaveras que se está poniendo las botas de compras (el resto no le vamos muy a la zaga que digamos).
El martes fuímos a Maastricht a la feria internacional de arte y antiguedades, conocida como TEFAF. No tengo palabras para describir lo que allí contemplamos: para empezar, la decoración de todo el pabellón se componía de milllares de flores en perfecta armonía de color, paredes de luz cambiando de tono con rosas adheridas a paneles kilométricos. Suelos de moqueta tostada y grandes jarrones de tulipanes y peonias entrelazados. Y, brillando por encima de todo, salas a reventar de picassos, brueghels, warhols...
Ante mis ojos, tanto despliegue de Arte se me antojaba irreal. Estas beldades no se ven solamente en los museos? Cómo puedo estar delante de paisajistas ingleses o de pintores flamencos hasta casi tocarlos con mis propias manos?
Compitiendo con ellos, otras tantas salas cuajadas de diamantes de 25 kilates, zafiros, moretos de Nardi, teteras de plata alemanas del siglo XVIII, cuberterías de ochocientas piezas encargadas por algún rey... Las cifras que allí se manejaban eran astronómicas y nada diré sobre ello por no macular con tan zafio parlamento la belleza de aquella jornada.
La estela áurea de la TEFAF aún tintinea en nuestros corazones adultos, en esta casa, donde a esta hora, tres sobrinitos medio holandeses dormitan como ángeles generosos (nos han cedido sus habitaciones con toda la alegría de su recibimiento). Hace una hora les he leído un cuento y, al darles el beso de buenas noches, el mas chiquito me ha dicho: Mery, te quiero. Casi me ha hecho llorar.
Un beso a quien me lea. Sigo aquí hasta el viernes.

sábado, 14 de marzo de 2009

La loca de la casa


Hoy me acuerdo de Santa Teresa para iniciar esta entrada que no tiene nada de santa y sí mucho de loca.
Es una lástima que en el siglo XVI no existieran gimnasios colectivos, estoy segura que de haber acudido a uno, se le habrían suavizado muy mucho tantas rigideces físicas y morales, y se habría guardado de atacar a la imaginación con tanta saña, con los beneficios mentales que comporta.

Llevo dos semanas de gimnasio casi diario y estoy contenta; a veces voy sola, a veces con R. intercalando horarios según sea conveniente. Pues bien, cuando me toca el horario de tarde coincido con un chico que me ha llamado la atención, para ser exactos, nos hemos llamado la atención mutuamente. El primer dia establecimos contacto visual y así sucede cada tarde que nos cruzamos en el área de aparatos. Yo me fijé en él porque se parece a dos amigos míos-en extraña mezcla- y porque tiene cara de loco, de loco atractivo. El se fijó en mí quién sabe por qué, o quizás porque yo lo miraba a hurtadillas. El otro día cruzamos mas miradas de las debidas mientras uno hacía abdominales y el otro piernas, uno, dos, uno dos, en tres sesiones de quince.

Con esa cantinela y sus ojos salvajes clavados en mi mente bajé en el ascensor a la planta baja del centro comercial, muerta de hambre y sola. En vez de irme al coche y a casa entré en el Vips a reponer las calorías perdidas (toma propósito de enmienda). Eso de estar sin conversación y sin lectura que distraiga el pensamiento ya se sabe que trae malas conscuencias y yo sucumbí al vuelo de la loca de la casa. Empecé a fantasear con la idea de ver aparecer al susodicho de ojos verdes e inquietos ¿o son azules? Imaginé que me veía sola en mi mesa y que se acercaba a saludarme con la típica frase de ligoteo "tu estabas ahora en el gimnasio ¿verdad?"

En fin, fantaseaba con la idea de iniciar una conversación interesante, porque el tipo tiene pinta de serlo, que yo le confesaba cuánto se parece a mis amigos, aunque me callara que su mirada selvática me inquieta y me atrae poderosamente.
Suponía que él se interesaría por mi vida y que cuando yo le soltara "estoy casada" sus ojos brillarían con rabia contenida. Suponía que, finalmente, no le importaría demasiado y que pagaría la cuenta sin rechistar.

Tan enfrascada estaba en mi película particular que me voló el tiempo mientras devoraba mi plato y mi coca cola. Pensé qué hubiera sido de mí si de pronto hubiera aparecido realmente en el Vips, muerto de hambre como yo.
Hoy hemos coincidido otra vez y nos hemos saludado y yo he sentido vergüenza absurda en todas y cada una de las series de quince con las que me machaco el cuerpo.

La Santa escandalizada me observará desde sus moradas, pero oye ¿no les pasan estas cosas a otras personas? Parece ser que sí. Pues entonces que me dejen soltar a la loca de la casa cuando me venga en gana, que al fin y al cabo esta loca es cosa mía.



jueves, 12 de marzo de 2009

El té de Pavlov


El señor Pavlov se tomó muchas molestias con sus experimentos de perros, campanas y comida para demostrar al mundo lo que el mundo ya sabía.
Le hubiera bastado observarme a mí para completar su ley del reflejo condicionado sin tener que atormentar a esos pobres canes enjaulados.
Mery en su cocina es Pavloviana en pleno apogeo.
No sé terminar la comida (sobre todo la cena) sin tomarme un té en todas sus variedades, preferiblemente verde, o de jazmín, o moruno. Es decir, la última porción que queda sobre el plato me hace salibar en espera de la aparición divina del humo de una taza, como esos perrillos que oían el rin ring con las glándulas alteradas.
Pero, ay, Dios, mi cadena tiene un eslabón de más y no se cierra hasta que entra en acción esacosadulcequeacompañealté: un par de galletas, chocolate, una rosquilla, en fin, esacosadulcequecierremicadenapavloviana.
Así día tras día, socavando mi determinación de rendención golosa.
Día a día intentando hacerle burla a Iván Petróvich Pavlov.
Ahora que estoy apuntada a un gimnasio al que acudo puntual como un reloj, tengo esperanzas de aunar voluntades y conseguir un cuerpo de vértigo.
Pero no sé yo...
Hablando de gimnasio, tengo yo unas cosillas que contar al respecto (pero eso será otro día). Ahora voy a disfutar de mi té.

martes, 10 de marzo de 2009

Crisis onomatopéyica


Oído en la parte de atrás de un autobús.
En escena, una abuela joven, su hija y el nieto, de unos diez años.
-Asi que ¿sabes lo que estoy haciendo? He ído sacando dinero del banco y lo tengo en casa, no sea que con la crisis no nos dejen ni tocar las cuentas.
- Pero hija, ¿donde lo tienes metido?
- Con las bragas.
- Ah.
- Jo, mama, asi se te va poniendo el culo tan gordo.

Zanjando el tema de la crisis, un remate onomatopéyico: ¡ Zas ! colleja para el niño graciosillo. Silencio familiar.

lunes, 9 de marzo de 2009

Equivocaciones


Quien piense que las mujeres jefas son mucho peor que los hombre jefes, se equivoca.
Quien piense que ir al gimnasio cuatro meses antes de lucir el bañador se va a poner estupendo, se equivoca.
Quien piense que a una mujer dejan de interesarle los hombres por estar casada y ser madre, se equivoca.
Quien piense que los hombres son todos iguales, se equivoca.
Quien piense que comprando las medias del anuncio va a tener las mismas piernas, se equivoca.
Quien piense de sí mismo que es muy interesante, se equivoca.
Quien piense que un niño no puede enseñarle nada, se equivoca.
Quien piense que es único e insustituíble, se equivoca.
Quien piense que el tiempo lo cura todo, se equivoca.
Quien piense que a veces la envidia puede ser sana, se equivoca.
Quien piense que la Filosofía no sirve para nada, se equivoca.
Quien piense que los futbolistas se casan con las modelos por su belleza interior, se equivoca.
Quien piense que algunos futbolistas piensan, se equivoca.
Quien piense que hablar mal de Zapatero implica ser un facha, se equivoca.
Quien piense que ser casero es ser un coñazo, se equivoca.
Quien piense que la noche no puede traer nada bueno, se equivoca.
Quien piense que se conoce a sí mismo, se equivoca.

En cuatro palabras: quien piense, se equivoca.


jueves, 5 de marzo de 2009

Los guantes verdes


Cuando pase a recogerte esta noche, sorpréndeme con algo. No dijo nada mas y colgó, de sobra sabían el resto.
Ella buscó entre los cajones mientras en su cabeza el eco de una palabra tintineaba : sorpréndeme.

Lo haré, mi amor, siempre lo hago.
En el baño se compuso por completo, perfecto el maquillaje, las medias negras, el pelo alborotado como a él le gustaba, las uñas pintadas en su color preferido.
Y en el bolso, la sorpresa a buen recaudo.

Cuando daban las once en el reloj ella decidió hacerle esperar aún diez minutos, uno por cada dedo que metía en sus guantes verdes de tercipelo; luego bajó las escaleras ensayando palabras para una noche. Un beso de refilón al entrar en el coche, pocas concesiones en los primeros momentos...
Esta vez no la llevó a su casa, ni a un hotel de lujo, tampoco cenaron; su deseo estaba encendido por unos guantes verdes en reposo sobre los muslos de ella, que apenas hablaba. Paró el motor bajo el cobijo de un árbol y la besó, inflamado su pensamiento y su pantalón vaquero, y ella se fué despojando de la ropa al ritmo de los Carpenter.

"Espera, preciosa, déjate los guantes puestos"
Los cristales se empañaron en las horas frías de enero pero manos y bocas y otros miembros parecían arder en los confines del Averno. Qué relación tan extraña arrastraban desde hacía unos meses.
Cuando el aire se hizo irrespirable se vistieron sin mediar palabra y la llevó a su casa con el ánimo de un poeta. Frente al portal le dijo : "eres divina ¿sabes? Esta noche te has superado al traer los guantes verdes."

Ella le regaló la última caricia de terciopelo y salió del coche.
En el ascensor sacó del bolso la sorpresa olvidada y suspiró; ya le daría otro día los papeles definitivos del divorcio para que los firmara.


domingo, 1 de marzo de 2009

Le Rayon Vert


Bajo el título Proverbios y Leyendas agrupó el cineasta Eric Rohmer una saga de siete películas rodadas en la década de los 80 y que actualmente se puede ver al completo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.


Descubrí al director francés hace muchos años, diría que veinte, de forma completamente casual, en un ciclo que le dedicó TVE2 los sábados por la noche. Desde entonces no pierdo ocasión de ver cuanto se presenta de él y ahora acudo al Círculo casi todas las tardes. El viernes tocó "Le Rayon Vert" en versión original rodada en el año 1986.
La leyenda del Rayo Verde, ya contada por Julio Verne en su novela homónima, dice que todo aquél que lo divise será capaz de comprender los sentimientos de cuantos le rodean e, igualmente, una pareja que lo contemple juntos llegará a enamorarse. Las posibilidades de captar esos segundos de haz verde al ponerse el sol tras el horizonte son escasísimas, porque se precisan unas condiciones climáticas muy concretas y de rara conjunción. Por ello el mito que acompaña estos atardeceres imposibles hace que el tema vaya rodeado de gran encanto.
Imaginad lo que suponen esos segundos de gracia celestial en verde, cuando un simple hecho de refracción solar, es decir, un fenómeno físico que nada tiene de alucinación, otorga la capacidad sublime de comprender a nuestros semejantes
y ponernos en su lugar en todo momento y situación. Cuántos malentendidos y tontunas cerriles nos quitaríamos de un plumazo. Sin olvidar que de ser cierta la segunda parte de la esperanza, a los solitarios de corazón se les brinda la posibilidad de un enamoramiento en toda su plenitud.
No sé vosotros, pero una a veces desearía que ciertas leyendas fueran realidad, aunque sólo fuera para volver a ese estado de la niñez en que sueños e imaginación se confunden con la realidad misma, haciendo de nuestras veinticuatro horas un día digno de ser vivido.