lunes, 29 de junio de 2009

Algunas reivindicaciones (Reedición)


En febrero del año pasado escribí una entrada reivindicativa, que hoy tengo ganas de reeditar tal y como la creé, sin cambiar absolutamente nada.

Hoy tengo el dia rebelde y con ganas de exigir a diestro y siniestro, con que empecemos :

A/a del Organo Competente:

reivindico ser una mujer con muchos momentos para mí sola, sin tener que aparentar estar ocupadísima, liadísima y agotada al acabar el dia y sin que las demás féminas me miren por encima del hombro por tan envidiable motivo.
Reivindico el uso obligatorio de la sombrilla en los dias de sol para evitarnos tener que comprar esas cremas tan caras con índice de protección solar xxx y esos tratamientos de belleza que no son sino sacacuartos de alto standing.
Reivindico volver a utilizar palabras y frases en desuso tan bonitas como "sería tan amable de....; que pase usted un buen dia, caballero; crápula; albricias; bajo el ala aleve del leve abanico ......"
Y hablando de abanicos, también desearía la vuelta de su uso y el lenguaje oculto de su aleteo.
Reivindico el derecho de los padres a poder echar a sus hijos de casa cuando éstos son insoportablemente mayores y caraduras, aunque no tenga nada que ver conmigo en este caso.
Reivindico el antiguo luto que, con el mayor respeto, permitía a los sufrientes mostrar su pena el tiempo necesario (es obvio que no reivindico su reverso de ostracismo y aislamiento, tan crueles y desacordes con la razón) .
Reivindico ese antiguo arte epistolar entre amigos y familia porque estoy harta de recibir solamente en mi buzon cartas del banco. ¿Hay mayor emoción que leer esas hojas plegadas que comenzaban por " Mi querida hermana Julia: por la presente te comunico...." ?
Reivindico el arte de la seducción, con sus tiempos y sus pausas, al antojo de las circunstancias, el azar y las personas.
Reivindico los besos y abrazos sin vergüenzas ni pudores, esos te quiero como sin venir a cuento, pero que siempre tienen su porqué.
Reivindico que por fin puedan amarse una mujer mayor y un jovencito sin asomo de sospecha económica de por medio. Y por supuesto también lo contrario.
Reivindico el derecho a no querer ser madre o padre.
Reivindico ser una mujer cañón y no tener porqué tirarte a todo bicho viviente, ni que esos bichos vivientes quieran tirársete a la mínima de cambio.
También reivindico ser fea como un pecado y tener derecho a que alguno quiera echarse encima de ti, varias veces al mes por lo menos.

¿Y qué fue de aquellos piropos callejeros que hacían ruborizar a las paseantes y te dejaban satisfecha para el resto del dia? Para muestra un botón castizo : "con una de tus pestañas, niña de mi alma, he de ahorcarme yo." Chulo de los pies a la cabeza ¿a que si? Pues reinvindico la inmediata incorporación de hordas de piropeadores en las calles de Madrid. Esto no es negociable, además.
Por último, reivindico el silencio, ese silencio del que nos vemos privados casi las veinticuatro horas del dia.

viernes, 26 de junio de 2009

Clase y casta


Hoy me voy a permitir una licencia lingüística gracias al Diccionario de la Real Academia Española, que otorga significados varios a una misma palabra.

Me dirijo a la comunmente llamada "clase política".
Si leo una de las opciones que la RAE da a "clase": distinción, categoría, resulta que no concuerda mucho con los susodichos representantes actuales, sean del partido que sean.
Así que me voy a una de las acepciones de la palabra "casta": se usa en especial referido a los insectos sociales. (Perfecto)
También pudiera emplearse "ralea" : manera en que se dirige el ave de rapiña sobre la presa.
Renombremos, pues, al grupúsculo:
La casta política, o
La ralea política.
Ambas fórmulas casan bien, porque clase...¿de qué clase hablamos?


sábado, 20 de junio de 2009

Beau soir


Mientras escucho Beau soir, de Claude Debussy, entro en un pequeño universo de felicidad de apenas tres minutos de duración.
Casi temo decir "soy totalmente feliz". Frase de extrema osadía para el ser humano, siempre temeroso de hurgar las entrañas de los dioses y recibir el castigo por tanta soberbia. Se baja la voz para que brote comedido el sentimiento y se sustituye por otra frase menos pretenciosa: "qué feliz me siento ahora".

Y ¿qué ocurre cuando, por el contrario, queremos gritar a los cuatro vientos: "soy totalmente desgraciado"? ¿No deberíamos esperar que la conmiseración de los Cielos nos cubriera con sus bendiciones balsámicas?
Pues no, resulta que tememos despertar nuevas furias y que nos caiga, como un chaparrón, una plaga aún peor que la que soportamos.

Total, que comos somos así de puñeteros, y el hombre se ha propuesto fastidiar al hombre con estas diatribas (ya que Dios nunca nos ha amenazado con tantas historias), el que ha nacido con un poco de prudencia se pasa la vida refrenando impulsos, no vaya a ser que...
Vuelvo a escuchar Beau soir, que para eso la creó Debussy.

sábado, 13 de junio de 2009

Parches


Al llegar a la edad madura en que me encuentro, me sorprendo con cierta frecuencia observando mi camino, todo él, lo que anduve hasta este punto y lo que me queda por delante. Como es natural, lo que atrás dejo se va distorsionando entre recuerdos reales y anhelos de lo que no fué y pudo haber sido, de lo que ha sido y no tuvo que ser. Lo que atisbo en el horizonte es confuso e irreal, suposiciones, ilusiones, angustias...de todo cabe en la viña del Señor. La enésima potencia se queda corta entre tanto cálculo de incertidumbres.

Cuando se es niño (todo inocencia, se supone) ni se mira arriba ni abajo. Estás, eres, aquí y ahora; el mundo alcanza lo que abarcan tus brazos y tus ojos, y el cielo lo mides por la caricia de tu madre y el sonido de su voz.
Sin preaviso te llega la madurez, la previsión, los cuidados, la experiencia propia y ajena, tus miedos, el sentido mas exacto de la insoportable fragilidad del ser.

Tomas conciencia de que el camino, a veces ancho, a veces estrechito como un desfiladero, está henchido de etapas. Empiezas a cubrirlas, una y otra y otra...
y acabas por comprender que esta senda las vas salvando poniendo parches.

lunes, 8 de junio de 2009

La transparencia, señor

Hay una fórmula a la hora de escribir novela que le valió a Stendhal su característico estilo literario, preciso, sin alharacas, congelando a propósito la pluma presta a decorar: "hago todos los esfuerzos por ser seco". Dice Zweig en su biografía que Stendhal no buscaba con ello la aridez de palabras, sino pasar desapercibido en la descripción. "El estilo debe ser como un barniz transparente: no debe alterar los colores ni los hechos o pensamientos sobre los que se aplica."

La palabra no debe contaminarse con las coloraturas artísticas, sino desaparecer tras el objeto, pasar inadvertida como el traje cortado a medida de un gentleman, y ser capaz de expresar tan sólo, con exactitud clara, los desplazamientos del alma.

Stendhal quiere la claridad y la verdad aún en el sentimiento mas confuso; iluminar hasta el fondo los laberintos del corazón. Sólo quien sabe sondear con claridad sus propias profundidades, puede disfrutarlas con autenticidad; sólo quien observa su confusión, conoce la belleza del propio sentimiento.

Zweig disecciona con habilidad de cirujano la compleja personalidad del escritor. Leyendo el párrafo en que lo imagina pluma en mano, partido, como siempre, su espíritu en dos mitades, mitad Henry Beyle mitad Stendhal, limando florituras sin consideración, me viene a la mente otro grande de las letras: Juan Ramón Jiménez. Estoy segura de que el francés abrazaría gozoso a nuestro poeta al oirle clamar su célebre frase : la transparencia, señor, la transparencia.

jueves, 4 de junio de 2009

Nada en particular, y un Angel


Hoy no voy a escribir de nada que verse sobre un asunto concreto, un tema, una vicisitud (bonita palabra que siempre me ha parecido nombre de mujer).
Estoy sentada en el sofá, con las piernas estiradas sobre la mesa y el ordenador sobre ellas, estoy cansada y tengo calor. Es tarde; una noche mas que no hago caso a mis propósitos de enmienda y me voy a la cama a las mil y gallo. Las ojeras me pasarán factura con IVA, cada año son mas crueles y les importa un bledo los cambios de gobierno. Casi como a mí, visto lo visto.
Tengo esa rara serenidad que acompaña y sigue a la mas absoluta preocupacion. Desde temprana hora no paro de reflexionar en lo puñetero que es el pensamiento o, para no implicar al resto de mi raza, que a fin de cuentas yo soy responsable de lo mío, de lo puñetero que es mi pensamiento. Nuevo propósito de enmienda para la mochila. Juro cambiar.
Juro pensar mas a menudo en ese Angel de la Guarda que nos acompañaba de pequeños y que me ha hecho recordar hace unos minutos el hijo de J.M. Ridao.
Quizás si volviese a canturrear entre las sábanas aquel lindísimo "cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos que me acompañan".
Quizás si en mis desvelos de madrugada recitara, como una sura: Angel de la guarda, dulce compañía, no me dejes sóla ni de noche ni de día. Si me dejas sóla, yo me perdería.
Pero no sólo pienso en ángeles, claro que no. Mañana como con un antiguo pretendiente que me juró amor eterno y que ahora tiene mellizos, y no sé qué ponerme. Para ésto no necesito cohortes celestiales, sino un poco de sentido común, que no se trata de ligar ni nada parecido. Me preguntará por el trabajo y no quisiera hablarle de esta semanita gloriosa, que es mi cocktail explosivo. Me preguntará qué voy a hacer este verano y responderé que volveremos a coincidir unos dias en el campo. Nunca nos perdimos el rastro veraneando en el mismo sitio desde niños. Y me volverá a decir que su mujer ya no es celosa, y yo me callaré que no me lo creo ni loca. Qué curioso, un pretendiente al que nunca besé ni besaré probablemente, y yo pensando en qué me pongo mañana. Las mujeres somos así de idiotas. Estoy segura de que él ni se plantea qué corbata le irá a juego con el traje (dicho sea de paso, no tiene buen gusto).
He de decidir otras cosas mucho mas trascendentes en esta semana, y yo subiendo por los cerros de Úbeda. Tengo la ligera impresión de que mi Angel anda detrás de todo ésto...dulce compañía. Pues bendito seas, si eres.
Buenas noches