lunes, 9 de noviembre de 2009

El Café Colgado


Hay en Praga un pequeño y céntrico local llamado "El Café Colgado" o "U zavesenyho Kafe". Me entero por J.J Armas Marcelo de que está en plena calle de Jan Neruda, la misma que subí y bajé incansable hace unos pocos veranos sin saber que allí se encontraba este curioso establecimiento. Puede incluso que entrara en él y que, desconociendo el idioma, me fuera imposible apreciar el intercambio de caridades que guardaban sus paredes.
Parece ser que lo frecuente es tomar un café y pagar dos, es decir, dejar "uno colgado" para que lo disfrute quien no disponga de dinero y desee entrar en calor durante esos largos inviernos de Praga. El hecho me ha dejado pensativa en muchos aspectos. Qué bonito y barato gesto de caridad: una taza de café calentando la garganta de, quizás, un poeta, una mujer solitaria, un jóven sin un primer trabajo.
Si yo viviera en Praga, si me fuera concedido un mes sabático de enero, a veinte grados bajo cero, iría de mañana a tomar un té y dejaría pagado otro. Esperaría el tiempo que fuera preciso para ver el aspecto del parroquiano junto a la barra: ¿hay algún café colgado?
Mirándolo intentaría averiguar si es, como imagino, un poeta sin editor, o una mujer desparejada, un jóven sin oficio o un simple caradura, que también los habrá.
Hay que ver lo díscola que se vuelve la imaginación cuando una lee tres cosillas en el periódico.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Otoños


La Naturaleza siempre es bella, sea cual sea la estación del año en que nos encontremos.
Así venga cargada de veneno, como esta cesta de amanitas muscarias, la Naturaleza es generosa en beldades cuando llega el otoño.
Lo que no entiendo es por qué no se comporta igual con el ser humano, que al llegar al otoño de su vida comienza a perder lozanía, guapura y frescura.
En este punto no hubo acuerdo durante el Génesis, imagino.