domingo, 28 de diciembre de 2008

La vela que arderá en Nochevieja




Un centro navideño creado con objetos de lugares diferentes:
Holanda, Segovia, Madrid, México.
Navidad en todas partes.

martes, 23 de diciembre de 2008

Yo quiero ser una niña de San Ildefonso


Si, yo quiero ser una niña de San Ildefonso.
He visto sus caritas graves y concentradas, sus afanes por realizar un trabajo bien hecho, sin mácula; por mostrar delante de la pantalla lo aprendido en varios dias de ensayo.
He visto sus sonrisas nerviosas cuando fallaban, sus gargantas secas, y por último, la explosión de alegría al cantar un premio, el tercero, el segundo, el primero, qué mas dá. Esas facciones sin maquillaje y esos dedos inocentes tienen un algo que admiro y deseo.
Qué fastidio dá llegar tarde a muchas cosas. Cuando yo era pequeña, los niños de San Ildefonso eran eso, niños, con pantalón y flequillo cortado a la taza. No había muchachitas al lado del bombo, así que ese coto vedado a mi imaginación no daba pié a envidia alguna. Seguramente si me me hubieran preguntado por esas fechas si quería ir a cantar el Gordo hubiera respondido un NO rotundo, porque mi timidez y vergüenza me impidieron muchas cosas por aquel entonces. Qué pava era, para qué engañarnos.
Y ahora, que soy menos tímida y que ya admiten niñas con falda y coletas, resulta que me lo impide la edad, total, una minucia de nada. Si quieren voy sin pintar, me pongo trenzas y horquillas, y pongo la voz cambiante de pre-adolescente.
Sólo quiero ponerme al lado del bombo, no importa que sea el de los números o el de los premios. Por rebajar mis pretensiones, me conformo con ser una de las manitas que dan a la manivela por detrás, una de esas niñas a las que nadie presta mayor atención y, con mirada atenta, observa otra mano que coge bola a bola del cuenco de cristal, con ritmo alegre y semblante sereno.
Sólo quiero sacar dientes (como decía la Pantoja a su Julián) cuando se anuncie xxxx miiil euuurooooos. Ese momento de felicidad es supremo y sublime, y extraño, pues con unas simples palabras estás dando felicidad a los mayores, a esos que van a cobrar su premio y llevan soñando semanas con quitarse hipotecas o comprarse otro coche.
Los niños que cantan el dia 22 poco entienden de esas cuitas, ni bendita falta que les hace. Millones de euros que caen en Soria o en Villlaverde, bah, qué me importaría a mí si he cantado una tabla entera y con suerte, no me he equivocado.
Yo quiero ser una niña de San Ildefonso. Por favor.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Un rapto de melancolía


Sucede que en el mes de diciembre a Madrid le gusta cubrirse con nieblas blancas. Sucede que la niebla me seduce con su manto desde que tengo uso de razón, de lo que se deduce que somos amantes antiguas, y que de este amor nadie sabe. Quizás porque es una pasión femenina y mis pasiones nunca se decantaron por esos derroteros, quizás porque el asombro de este amor lésbico me sella la boca.

Sea como fuere, sucede que la niebla me arrastra con su melancolía y me vuelve los recuerdos contra reembolso.
Una simple imagen en televisión me ha raptado las mientes a otra época. Tardes de vacaciones de Navidad, a las 4, tumbada en un sofá de la casa materna, la que aún sigo llamando "mi casa". Mis padres dormitando en sus sillones mientras yo veía en la tele un cuento de Navidad, una historia de Dickens, tristes historias de nieve y buenas intenciones. Sin saber que era feliz, porque sucede que mientras lo eres, no lo sabes, ni nadie te avisa. Y era feliz porque ellos estaban allí, a mi lado, todavía fuertes en su papel de protectores. O yo creía que lo eran, aunque en su fuero interno se sintieran tan desvalidos ante la vida como todo hijo de vecino.
Escenas que no volverán ni en sueños, pues los sueños a veces se contaminan de otras realidades.
Basta un poco de niebla y dos imágenes de Navidad para que la vida y yo tengamos mas que palabras.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Comercios sorprendentes ( II )


Otro escaparate de la C/ Mayor de Madrid.
Encantador ¿verdad?

jueves, 11 de diciembre de 2008

Comercios sorprendentes ( I )


Me alegro de llevar encima mi cámara de fotos. Esta noche he encontrado este comercio en pleno centro de Madrid; obsérvese el anuncio de su escaparate luminoso: Fajas Ruíz. Bañadores Lencería Prótesis.
¿Qué oscura relación habrá encontrado el dueño en estas tres mercancías?
Los cauces del reclamo son inexcrutables...

jueves, 4 de diciembre de 2008

Pura Salceda


Anoche asistí a la presentación del nuevo poemario de Pura Salceda que lleva por título M@res online.
Lo prologa Luis Alberto de Cuenca y allí nos ofreció en palabras el porqué de su adhesión al don de la palabra de Pura. Creo que todos los allí presentes, público y ponentes, entendimos en cofradía que lo que mas admiramos de Pura es su estética del y para el amor. Un amor que no empalaga, maduro en desconsuelos y cercanías. Como muestra dejo aquí sus versos:


Llévate mis uñas,
mis fauces,
mis dientes.
Llévate la furia de los días,
la silueta de mis soledades.
Te cedo todo mi pasado,
todos los besos que fueron sólo míos,
todas las rutinas que tu nunca viste.
Renuncio a mirar atrás.
No existe ya
un solo pensamiento que me aparte de tu boca.
Lejos quedan
las manos atrapando imposibles olas,
las horas inciertas habitando esperas.
Es tiempo ya
de saborear nuestra patria perdida,
y de jugar
con todas las cartas y el amor sobre la mesa.


Pura tiene, además, un blog repleto de su obra y sus entrañas. http://sintagmainblue.blogspot.com/

lunes, 1 de diciembre de 2008

El peso de las cosas (segunda parte)



Si el último dia concluí , por las palabras de Don Andrés Ibáñez, que no me merecía la pena ponerme a régimen, esta noche seré fiel a su columna íntegra y dejaré escritas sus otras meditaciones, ya que mis propias meditaciones no dejaron hueco para ello.
Ya se sabe que cada cual arrima el ascua a su fuego, y a mí cualquier cosita me convence de que es bueno meterme entre pecho y espalda un bocadillo de esto y un postre de lo otro.
Pero vayamos al señor Ibáñez, que si no quién sabe de lo que acabaría yo hablándoles a ustedes.


" Amor y abrigo. Sucede lo mismo con los libros. Nos agradan los libros pesados, que adivinamos llenos de zumos, savias, sustancias y materias y nos desagradan profundamente, incluso con un estertor de asco, esos volúmenes que parecen construídos de plumón o de polvo, y que al levantarlos en la mano parecen, literalmente, vacíos. Las cosas pesadas tienen amor, las cosas pesadas alimentan.
¿Qué es el peso, qué es la gravedad más que un deseo de descender, de ser humilde, de bajar hasta el suelo, de inclinarse? La superficie del planeta es una gigantesca esfera de cosas que pesan y se quedan pegadas a sus contornos, rocas, glaciares, elefantes, los muebles de mi casa, la lámpara de mi mesa. La fuerza de la gravedad es el deseo de las cosas de encontrarse unas a otras. Todas las cosas de la Tierra desean caer y caer y seguir cayendo hasta alcanzar el centro de la Tierra para unirse todas entre sí. Fuerza de la gravedad, llamada del centro, fuerza que irradia desde el corazón. Las cosas que pesan tienen corazón y buscan por eso el corazón del centro del mundo ".


Yo no sé ustedes, pero tengo la sensación de que este hombre ha escrito su columna del ABC sólo-sólo-sólo para mis ojos. Andrés, querido, he captado tu mensaje.

jueves, 27 de noviembre de 2008

El peso de las cosas (primera parte)

El escritor Andrés Ibáñez dixit:

"...pero lo mas importante es el peso. Cuando elijo una manzana, siempre cojo la mas pesada. Si pesa, sé que tiene carne, sustancia, vida. Las cosas ligeras han empezado a evaporarse, a desvanecer.

Las cosas pesadas tienen amor, abrigan, alimentan ¿Qué puede ofrecernos algo que no pesa nada? Todas las cosas de la vida son densas. Llamamos corazón a la parte mas densa de una cosa; llamamos corazón a aquello que es mas duro, no por inflexible, sino porque ha establecido en la entraña misma de la materia una resistencia y una decisión de durar.

Amo las cosas pequeñas y pesadas. El peso de la manzana todavía ligeramente verde. El peso de la cabecita sudorosa de un niño. El peso cálido de una taza de té. El peso del pecho de una mujer. Las cosas pesadas están llenas de vida y de promesa. Esta sensación, esta cálida sensación de felicidad encerrada y de íntima densidad que se despliega..."

Mañana continuaré con la dulce disertación del señor Ibáñez. La completaré para que su integridad sea fiel a sus intenciones. Hoy sólo transcribo estas breves frases porque, qué caramba, con estas palabras suyas de hoy no me queda mas remedio que plantearme si merece la pena que yo me ponga a régimen.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Palabras de otra época


Finalizaba el año 1939 en la ciudad de Buenos Aires y las veladas radiofónicas se engalanaban con la pulcritud de la palabra y el pensamiento del filósofo español Ortega y Gasset.

Una de aquellas noches, Ortega va meditando sobre el papel de la mujer criolla en la historia del siglo XVIII ; por esa reconocida capacidad de su pensamiento, cuya claridad y visión le llevaba a relacionar diferentes etapas de la Historia Universal, se encuentra con algo que le turba enormemente, por repetitivo, por temerario y por sin sentido:

" Yo vivo desde hace años en una indignación sin riberas, y me siento avergonzado y humillado, en cuanto hombre, cuando oigo y leo cómo hablan los hombres de una nación de lo que pasa dentro de otra. Ello revela la bestialidad, la bellaquería y la imbecilidad que está adueñándose del mundo. Pero ¿qué idea tienen esas gentes de lo que es una nación, no de lo que deba ser, de lo que nosotros quisiéramos que sean esas realidades que se llaman naciones, sino de lo que son, en verdad y de hecho, queramos o no? Si lo supieran - si no fueran tan desalmados y torpes - sabrían que una nación es una intimidad, un repertorio de secretos, en un sentido practicamente idéntico a lo que pensamos cuando hablamos de la intimidad de una persona, del arcano solitario e impenetrable que es toda vida personal. Y, por tanto, es perfectamente ilusorio creer que conocemos lo que en una nación pasa. Cuanto hablemos sobre ello será una equivocación, una confusión y, como decimos en España, un tomar al rábano por las hojas./.../

La mayor parte de las congojas que ahora sufre el Occidente proviene de que cada nación se cree informada de lo que pasa en la otra nación, porque sus periódicos publican muchas crónicas datadas de todos los puntos del orbe. Y toda esa información estaría muy bien y sería benéfica si se tomase exactamente como lo que es, a saber: datos externos y superficiales de lo que pasa en otros pueblos; pero nunca como representación adecuada de su realidad. Como el saber de la materia exige laboratorios y matemáticas y técnicas difíciles, el saber de la vida humana, personal o nacional exige, inexcusablemente, vivirla. No hay otro modo de saberla. Lo demás es, a la par, mera insolencia y pura estupidez. "

Han pasado 70 años, hemos cambiado de siglo, pero estas palabras se ajustan como un guante a la situación que vivimos. Unos cuantos dias después de la elección de Obama, mi cabeza va a reventar desbordada de las opiniones que me brinda todo hijo de vecino: periodistas de cualquier género en los medios informativos, compañeros de trabajo, familiares, amigos, un taxista, el panadero, la dueña del kiosco; oráculos todos, pitonisas y clarividentes que, sin cobrar un duro, sueltan sus vaticinios de lo que ha sido, es y serán los Estados Unidos de América. Yo no me atrevo a abrir la boca; los oídos no puedo cerrarlos a mi antojo, no obstante.

La semana pasada, en una sobremesa familiar, una señora muy entrada en años, ama de casa eterna y poco viajada, nos regaló un auténtico parlamento sobre el estado de la nación norteamericana. De ello recuerdo su frase primera: "No, si ya veréis como ocurrirá exactamente lo que os digo yo ahora mismo...blablablá."
Y tan fresca se quedó la buena mujer. A todos nos inspiró mucha ternura escuchar sus evoluciones dialécticas, huelga decir que carentes de todo rigor informativo. Mientras tanto yo pensaba que mas frescas, como recién paridas, me sonaban las palabras de Ortega, aunque medie entre unas y otras un siglo entero y varias generaciones.

martes, 18 de noviembre de 2008

Algunas confusiones etílicas


Esto de tener cierta intolerancia al alcohol es una faena. Creo que ya he contado en alguna ocasión lo frustrante que es tener un buen vino delante y saber que en cuanto te lo tomes te vas a poner tonta, pero de remate, en el mejor de los casos; porque en el peor te espera un sueño imperdonable y dolor de cabeza seguro. Eso me impide tomar una copita si tengo que trabajar por la tarde, porque mis palabras no serían muy bien entendidas: pues nada, sigan ustedes a lo suyo, que yo voy a echarme una siestecita. Buenas tardes

Con la cerveza me pasa igual, y no digamos cuando llega el verano. La combinación calores y saccaromices cerevisiae fermentada me deja hecha unos zorros, con lo bien que conjuga con el resto de los mortales, que los veo yo con estos ojitos cómo disfrutan en la terrazas solariegas. Cuando me acuerdo la tomo sin alcohol, en contadas ocasiones, porque he decidio plantarle cara a este enemigo cruel: un dia de estos me voy a apuntar a un curso de cata de vinos, por un lado, y, por otro, continuaré empecinada con mi caña cuando se me antoje.

Las consecuencias son, ya he dicho, de dos tipos: la tontuna o el sueño. Hoy sufro las dos, para no privarme de nada, pero he de reconocer que tiene su gracia esto de estar chispita y con la risa floja.
Desde hace unas semanas ando coleccionando una serie de mariposas que la kiosquera me guarda muy amablemente. Al volver de mi paseo cervecero me he puesto a ojear mis adquisiciones volanderas, cada una bien clasificada con su nombre en Latín. He aquí un par de muestras comparativas entre la realidad escrita y mis entendederas en estado idiota:

- Sasakia Charonda .......Sasakia Cachonda
- Attacus Atlas................Attacus Faldas
Sin comentarios.

Claro que también me ha parecido oir a un locutor de radio lo siguiente: el encuentro entre Bush y zapatillas...evidentemente era Bush y Zapatero. ¿Por qué será que a veces no encuentro mucha diferencia entre lo que hay y lo que se entiende?
Soy mala malísima, si, pero estoy muerta de la risa.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Y ahora me toca a mí


Si, ahora me toca a mí. Llevo unos meses callado desde que la nena quiso airear sus trapos sucios y según parece, entre esos draps bruts estoy yo. Hoy tengo el dia tort y, como es viernes y no tengo mas que hacer, me he dicho : Rober, manos a la obra. Dicen que los gays podemos ser crueles y enrevesados, pues mira, tu, no sé si los demás lo son, pero a mí cuando me andan tocando los collons se me hincha la vena. Hoy tengo la vena mega hinchada.
Para empezar, la Sandra es una petarda. Pe-tar-da. Lo podría decir mas alto, pero no mas claro. Tanto lamento por los rincones de este blog
que si Arturo era el amor de mi vida, que si pasamos momentos inolvidables, que de no ser por Roberto, el maricón (maricón de mierda, sé que me llama). Esta nena es una inmadura sentimental, por ser suave con ella, porque a ver, si un tio de los pies a la cabeza te quisiera como hay que querer, no hay un dios que se le cruce en su camino que le haga hacerte las guarradas que te ha hecho el Arturo - mi Arturo -. Si, nena, si, es mío. Y llora todo lo que quieras, tómate los gin tonics que te salga de la figa; como si te zampas un bote entero de Orfidal.Yo soy un chico de barrio, como ya habrás notado por mi vocabulario bajero, y para salir de allí tuve que esmerarme y aprender que en el lodo sólo encuentras lodo y lombrices. Yo soy mas de caviar ¿sabes, princesa?
Para conquistar al Arturo me esmeré como una loba ladina, me quité la pluma que a él tanto le asustaba y mortificaba y le mostré un camino lleno de lujuria y encanto, bestial a veces, otras refinado. Es mi dios, nena, y yo soy su esclavo, aunque él piense todo lo contrario; es tan inocente que tiene miedo a perderme y me cubre de mimos y regalos, cuando la realidad pura es opuesta. Si Arturo supiera que vivo en continuado sobresalto, imaginando que vuelves tu, u otra insustancial como tu, con un busto del 95D y ojitos de carnera degollada, si supiera lo jodido que me deja cuando me cuenta sus recuerdos. Cree que yo soy su dios...no, nena, él es mi dios, pero no lo sabe y ahí está mi fuerza.
Si me lees, maca, hazme el favor y sigue calladita, que estás mas guapa. Escolta, por si te están dando ganas de ir con el cuento al Arturo, te ahorro el trabajo y la consiguiente decepción: no te creerá res de res y sólo quedarás ante sus ojos como lo que eres: una petarda.
¿Te cuento otra cosita, reina? Arturo está aprendiendo catalá de mi mano.
Hala, adeu.

viernes, 31 de octubre de 2008

Las invasiones


Cuando se echa un vistazo a la Historia, es fácil comprobar lo que supuso para algunas culturas las invasiones de otros pueblos. En esta España nuestra, mi querida España cantada por Cecilia, tenemos lúcida muestra de ello; practicamente no hubo respiro que durase un siglo sin que cruzaran estas lindes toda suerte de aguerridos aventureros con fines de diversa índole, que no es menester tratar aquí y ahora. Roma, Cartago, Damasco, pueblos intermedios que dejaron su huella grabada a fuego en nuestros rostros y nuestras costumbres...
O tempora, o mores. Cicerón me habla al oído.
Lo magnífico de estas invasiones es que se producían de forma prolongada en el tiempo, a la chita callando casi siempre, en oleadas en apariencia inocuas. Cuando uno se quería dar cuenta, ya habían pasado varias generaciones de raigambre efectiva, y los nuevos retoños ya no se llamaban Tulio ni Octavio, sino Witiza y Egica, y mas tarde, Hassan, Esther, Zahara y Salomón...
Pero yo no quería hablar de éstas sino de muy otras invasiones. Aquéllas me las han recordado un cierto tipo de amenza que está sufriendo mi hogar de un tiempo a esta parte. Se produce por oleadas calmas, un dia sí y otro no, en espera taimada para cogerme desprevenida y segura, conformada ante lo que se me muestra inevitable. Cuando he sido plenamente consciente, mi casa ya no es mi casa, no reconozco el salón ni la mesa del despacho, incluso la cocina muestra signos evidentes de mutar sus funciones. Los peldaños de la escalera que lleva a la terraza no son ya de madera, sino de otro material mas endeble y ordinario.
Todo parece otro y el aire se enturbia de tintas complejas.
¿Cómo he dejado cruzar mis fronteras a esta turba malsana e infame de papeles? Hojita a hojita su presencia es ya una invasión real. Mucho me temo que haya de abandonar mi hogar con un hatillo minúsculo al hombro, para que ellos se enseñoreen y planten su pendón en estas tierras, con el orgullo de los conspiradores.
¿Hasta cuándo, Catilina?

jueves, 23 de octubre de 2008

Pigritia, paresse, laziness, pigrizia...o sea, pereza


Eso es lo que tengo ultimamente. Siento una inmensa pereza para abrir el ordenador cuando estoy en casa, como si al hacerlo el imán del blog me adhiriera sin remedio al enlace de "nueva entrada" y me sintiera como una estudiante que no ha hecho hoy sus deberes, ni los de ayer, ni los del lunes.
¿De qué voy a escribir? me pregunto con cierta crudeza, sin la piedad que concedo a los otros. No encuentro el tono ni la palabra justa. Ni tan siquiera el tema que me ronda las mientes se me muestra con un mínimo de interés, así que hoy tampoco escribo nata, rien, nothing, niente....o sea, nada.

sábado, 18 de octubre de 2008

Emily Dickinson, un euro y medio

Encuentro un puestecito modesto de libros en el epicentro mismo de un centro comercial. Allí se vende de todo a precios tan humildes que me hacen dudar del futuro próspero del dueño. Así no habrá manera, no señor. Pero meto mi nariz y mis manos por entre la mercancía y pronto se me antoja preciosa. ¿Será que la Literatura está de saldo hoy dia, o que este librero quiere decirme que la Literatura, precisamente, no tiene precio? Me quedo, entre otras cosas, con un librillo encantador de 60 poemas, de Emily Dickinson. Un euro y medio. Como muestra, un par de botones:

Que yo siempre amé
yo te traigo la prueba
que hasta que amé
yo nunca viví -bastante-
que yo amaré siempre

te lo discutiré
que amor es vida
y vida inmortalidad
esto -si lo dudas- querido-

entonces yo no tengo
nada que mostrar
salvo el calvario

POEMA 739

Muchas veces pensé que la paz había llegado
cuando la paz estaba muy lejos
-como los náufragos- creen que ven la tierra-
en el centro del mar-
y luchan más débilmente -
sólo para probar
tan deshauciadamente como yo
-cuántas ficticias costas-
antes del puerto hay-

jueves, 16 de octubre de 2008

En la Tierra como en el Cielo


La luna ha llegado hoy radiante, dorada, ni azul ni plata como la pintan lo poetas en esas noches de arrebatado amor. No, hoy la luna es humana.
Cuelga hermosa y plena sobre nosotros los mortales, que la miramos al llegar a casa y le sonreimos.
Si no me equivoco diría que hoy me ha guiñado un ojo; mientras yo la miraba en su hermosura una nube impertinente ha venido a cubrirla con su velo laminado. Yo he fruncido el ceño, disgustada por la osadía y he recordado las palabras del Tenorio : pardiez que sois atrevida...
Digo que la luna, en su sabiduría secular, me ha guiñado el ojo, siempre tan coqueta, por otro lado. Parecía decirme: no temas que una nube de paso vaya a ocultar mi brillo, igual que con un dedo no se tapa el sol . Esta pretenciosa se irá con el primer soplo del viento, mientras yo seguiré eterna, cambiante, haciendo mi camino. No olvides tampoco que así es en la Tierra como en el Cielo.
Pues que así sea. Buenas noches.

domingo, 12 de octubre de 2008

Serendipia


El término serendipia deriva del inglés serendipity, neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754 a partir de un cuento persa del siglo XVIII llamado «Los tres príncipes de Serendip», en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla Serendip (que era el nombre árabe de la isla de Ceilán, la actual Sri Lanka), solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades. (Wikipedia)

No me cabe la menor duda de que a lo largo de nuestra vida nos tropezamos con mil y una serendipias, exótica y bonita palabreja para designar lo que en castellano puro y duro calificaríamos como "por chiripa".
Hace poco he tropezado con una de ellas, quizás los ingleses dirían I bump into a serendipity con la flema británica de sus ancestros bien arraigada en sus genes. En una conversación cuasi filosófica, nocturna y claramente a deshora con un amigo ateo, a veces agnóstico según sus propio decir, comentamos la dificultad inmensa que el lenguaje nos impone en la exposición de nuestro sentir mas profundo, máxime si uno de los contertulios ha de expresarse en idioma no materno. Mientras hablábamos, ya digo que a hora avanzada, una idea revoloteaba por mi cabeza, un recuerdo vivísimo de una serendipia anterior y lejana en el tiempo. Hojeeé las memorias de mi pensador preferido hasta dar con el dato exacto, busqué en internet y apareció ante mis ojos la nueva serendipia turca, en formato librópolis, si mal no recuerdo: la tesis doctoral de Julián Marías "La Filosofía del Padre Gratry". editada en Alción y casi imposible de encontrar. El padre Gratry, sacerdote y teólogo francés del s.XIX, ha sido quizás uno de los mas completos estudiosos de la relación de Dios y el hombre, abordando esta relación como asunto metafísico, del alma, lejos del conocimiento intelectual.
Como nuestra conversación rondaba esos términos (quede anotado que a un nivel rematadamente inferior al sacerdote francés y su traductor Marías), hete aquí que desde ese momento ambos nos hallamos enfrascados en la busca, captura y asimilación de tan magna obra. El fin último es comprobar si es tan ateo como él se piensa o yo estoy equivocada.
Serendipias habemus.

domingo, 5 de octubre de 2008

Esas horas sagradas


Hay un momento del dia en que me encuentro en paz conmigo y con el mundo, sin importar lo que haya tenido el mundo de bueno y de malo, o yo de mala o de buena. Tampoco interfiere en mi calma si estoy aquí o allá, sola o acompañada. Nada lo inmuta, con nada se altera.
Las últimas horas del dia las encuentro gratísimas.
La vida parece soltar lastre y se aligera el alma, mientras el cuerpo va desprendiéndose de capas ajenas. Guardo la ropa en el armario, me quito el maquillaje ante el espejo. En el baño se desprenden los últimos vestigios de lo otro, lo que no me pertenece, lo que no soy yo. Como algo y me preparo con complaciencia para el culmen de la serenidad: una taza de té (el sabor es lo de menos, pero hoy es de jazmín). Bastan tres luces sin fastos para dorar las paredes y acogerme en el calor sencillo del salón. Hablo con R. de sus cosas, de las mías y la noche fluye lentamente; siento que el tiempo también reposa de su larga jornada y nos regala una eternidad por delante, satisfecho de sí, contento de su gracia.
Enciendo el ordenador, abro el correo, leo algún blog y escribo en el mío si tengo el ánimo dispuesto. Después acaricio el libro, lo huelo (siempre huelo los libros, desconozco el motivo) me pierdo entre sus hojas; intuyo que no querré cerrarlo nunca, que ojalá fuera infinito, como estas horas mágicas que se cubren de sombras silenciosas.
Sólo el cansancio puede conmigo y me arrastra al limbo.
Entonces si, apago luces y dejo crecer la noche.
Un dia mas le doy gracias al Cielo por este momento sagrado. Gracias.

miércoles, 1 de octubre de 2008


Por casualidad me entero de que existen los BOBs, una especie de premios, al estilo Oscar, de blogs a escala mundial.
Llego tarde, como siempre, para presentarme, mecachis en la mar. ¿O acaso no se presenta uno, sino que lo eligen? Y si es así ¿quién te elige? Y un paso mas allá: pero ¿quién te conoce?
Afinando aún mas: ¿quién me conoce? Vulgarmente hablando, digamos que ni mi madre.
Mamá, ni siquiera tu, pobrecita mía. Para tí el ordenador es un ente de otro planeta, que se maneja con los dedos como las teclas de un piano. Punto.
Pensaba yo anoche en todo ese tinglado que hay montado en Berlín hasta que se fallen los 10 finalistas y posteriormente, el ganador. No sé muy bien los parámetros que rigen la selección: estilo y forma, contenido, originalidad, glamour, diseño...me pierdo en este mar proceloso de tecnología y arte.
En cambio sí hay una reflexión que quisiera dejar en esta entrada:
imaginad lo que hubiera sido acceder al blog, mes a mes, de personajes como Leonardo da Vinci, ilustrando sus entradas con los bocetos de sus maquinejas extrañas, a la par que mantuviera un blog paralelo de su vida sexual (que ya me conozco yo algún caso). O Galileo mostrando sus pacientes descubrimientos científicos y recibiendo comentarios indignados de aquellos jesuítas que no podían soportar tantas cosas.
O el blog de Goethe, multidisciplinar como era él. Descomunal como era él.
¿Y el de Lord Byron? Jamás nos hubiera aburrido, entre afrentas personales con otros escritores, amoríos con jovencitas y jovencitos, cotilleos con maduras aristócratas.
Lo interesante que hubiera sido, por concluir ya, seguir con avaricia el blog de cualquier político o figura destacada relacionado con la contienda civil española: Besteiro, Azaña, Primo de Rivera, Largo Caballero,... Todavía mas asombroso, haberlo complementado con el blog de cualquier ciudadano de a pié, de mente clara y sentido común.
En fin, sueños vanos.
No sé quién ganará finalmente el Oscar, qué afortunado blogero oirá con el corazón menguado en un puño: "...and the Bobs goes to...." Si para el mes de noviembre, fecha del magno evento, aún me sigue interesando este periplo internauta, es probable que me asome a la página triunfadora con suma curiosidad. Seguro que será brillante.
Mientras tanto, mi madre sigue sin saber que tengo un blog.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Un soneto me manda hacer Violante


Un soneto me manda hacer Violante.
Para ser mas exactos: un meme me manda hacer Juan Antonio, el profe (del blog "Ah de la vida") siguiendo la cadena que su hija Isa le había propuesto hace unos dias.
El meme en cuestión consiste en nombrar seis cosas que te gustan, seis que te disgutan y seis personas a quienes encomendar idéntica tarea, a modo de eslabones blogeros en dirección al infinito, como esos vectores matemáticos de mis años escolares. (Si mal no recuerdo había uno que se enunciaba : no sé qué del infinito, cuando el infinito tiende a cero) Si hubiere por ahí alguien de ciencias, que me corrija sin pudor alguno o que calle para siempre.
Una vez enunciado el asunto vectorial, pasemos a desarrollarlo.
Seis cosas que me gustan (el orden no es significativo):
1. Los mercadillos, merodear, comprar, tratar con los vendedores y sus clientes y comprobar su capacidad tan salerosa de embaucamiento.
2. Las ovejitas en el campo (en ésto me parezco a Carmen Sevilla). Me encanta el correteo de los corderitos recién nacidos tras sus madres.
3. Dejar hablar a mi madre de sus recuerdos, aunque me los conozca en diferentes versiones (que varían a menudo). Mas aún me gustaba cuando era mi padre quien la escuchaba con paciencia infinita y ello daba lugar a forcejeos dialécticos dignos de Faemino y Cansado.
4. Dedicar alguna mañana libre a pasear por Madrid y descubrir calles, comercios ambientes desconocidos.
5. El olor de la lluvia en el campo, en el mar, en la ciudad.
6. Mi familia, en su mas amplio sentido, todos sus miembros (bueno, casi todos)
Seis cosas que no me gustan:
1. La carne poco hecha. Ni verla.
2. Que el vino me siente mal y me deje hecha unos zorros, porque me gusta. He aquí la historia de un amor no correspondido.
3. Las malas intenciones, la trampa.
4. Casi todo el cine español actual, lo siento si suena poco patriótico.
5. Tener los armarios a rebosar de mis compras de mercadillos, por ejemplo
6. Y finalmente yo misma, a veces, a pesar mío y gracias a mí.
El remate debería ser el listado de mis seleccionados a continuar con este meme, pero no me atrevo a nombrar sólo seis candidatos de entre todos mis muy admirados escritores de blogs. De modo que dejo la página en blanco e insto a quien lo desee a que recoja el testigo de mi mano, libremente. Yo estaría encantada de leer sus gustos y disgustos.
Así que...
"Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal aprieto..."

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Tres funerales y una boda


No, no es que haya olvidado el título de aquella comedia inglesa del año 93, donde un grupo de amigos se encontraban a lo largo del tiempo y de boda en boda, rematando la historia en un funeral. Es que mi última semana ha sido un pasar compungido por tres funerales impensados e inesperados y por fin, el sábado, una boda blanca y radiante, ésta sí delicadamente aunciada varios meses atrás.

La muerte debería anunciarse a los que afecte en primer y segundo grado para evitar tan desagradables sorpresas y atender a quien le replique "no me viene bien en tal fecha". ¿Por qué no se le exige que cumpla con tres amonestaciones, igual que los casamientos como Dios manda? Qué poca educación tiene, qué mal enseñada está. Y lo curioso es que dá igual el Gobierno que tengamos, no le afecta la LOGSE, LODE, LOE ni otros cuentos, y la crisis, no digamos. Pero en fin, la que queda mal, siempre, siempre, es ella.
Como digo, la semana pasada se ha mostrado caprichosa como nunca. Y yo me he dejado llevar de su mano, mansa como un corderito dentro del rebaño. ¿Que hoy toca funeral? Pues al funeral, y nada de caras largas: sólo abrazos y mis mejores palabras de consuelo; recuerda que la malqueda es ella, la innombrable, la traidora.
¿Que hoy toca boda? Pues a la boda, con mis mejores galas y aún mejor maquillaje. El bolso prestado, mis sandalias doradas y la pulsera que mi madre nos regaló a todas las hijas a imagen y semejanza de la suya.
Los siete dias que acabo de contaros los pasé fisgando entre la gente con avaricia, por si a Hugh Grant le daba por aparecer, con ese aire atontado que le caracterizaba en la película y esa mirada de no haber roto nunca un plato. Ja, menudo pillín. Y yo, menuda pánfila.
Olvidé que no era Cuatro bodas y un funeral, sino Tres funerales y una boda; olvidé que ésta era la vida real, sin pantallas cinemascope, ni palomitas ni acomodadores. Eso sí, la vida real me trajo la visión de unos cuantos políticos del PP invitados a uno y otro evento, con sus escoltas engafados aún cuando el sol hubiera desaparecido un par de horas antes.
Y eso tiene también cierto encanto ¿no?

sábado, 20 de septiembre de 2008

Memorias, confesiones, autobiografía, diarios ( II )


Decíamos ayer...
que es difícil interceptar los circuitos neuronales del escritor que decide publicar su vida. No olvidemos que publicar es "hacer público algo".
Nada sabemos de sus intenciones primigenias y mucho menos de la evolución de la pluma sobre el papel, si tenemos en cuenta que rara es la ocasión en que uno acaba escribiendo finalmente lo que deseaba en el momento de concebir la idea. ¿Cuántos autores se han quejado de la voluntad propia que va adquiriendo su texto, sorprendidos del caprichoso devenir del desenlace?

Supongamos entonces un esfuerzo sobrehumano en aquéllos que han decidido, libremente, sacar a la luz sus trasuntos, un rebuscar en sí mismos y en los otros, en constante ejercicio de desecho y asombro, de dulces fresas y amargos pomelos, de aquí me callo, aquí corro un tupido velo.

El cómo quiera llamarle cada uno a este su jardín albortado, dejémoslo a su antojo. Nada importa a quien lo lee. En todo caso yo les agradezco esas frasecillas en segunda línea con que decoran la aridez del título: Una vida presente. Memorias (J.Marías) . Confieso que he vivido. Memorias (P.Neruda)Poesía y Verdad (Goethe), entre otros.

Hoy me quedo con las sabias palabras del filósofo Julián Marías:
"Hoy, 14 de julio de 1988, me decido a volverme sobre mi vida e intentar contarla y expresarla; es decir, revivirla./.../ He recordado muchas veces lo que Ortega dijo acerca del deber de comunicar la sabiduría sobre la vida concreta, la ciencia vital por excelencia; es poco generoso, decía, no devolver esa vida a la vida./.../ Escribir unas memorias es increiblemente difícil. En primer lugar ¿cuándo empezar? Siempre parece demasiado pronto. Pero si se aplaza demasiado, llega la muerte y se frustra el deseo./.../ Al hablar de uno mismo hay que hablar de otras personas, y es dudosa la licitud de ello; pero es necesario /.../ Y en cuanto a la memoria, es evidente que es selectiva, que se nutre del olvido. ¿qué se recuerda, qué parece digno de recordarse, es decir, memorable?
Cuando el hombre maduro o viejo se vuelve sobre su vida pasada e intenta contarla, es inevitable que lo haga desde su perspectiva actual; pero esto, claro es, falsea la realidad. Es menester evocar el pasado reconstruyendo, no ya la circunstancia en que aconteció, sino sobre todo el yo, el quién lo hizo. Si no se consigue, todo se convierte en una falsificación...Esto quiere decir que se trata de una empresa casi desesperada; pero el que hago sea imposible no quiere decir que no sea necesario. Reconstruir la propia vida puede ser necesario para acabar de poseerla, acaso, en cierto momento, para poder seguir viviéndola".
/.../

Feliz fin de semana a todos.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Memorias, confesiones, autobiografía, diarios ( I )


Se dice que la Literatura, o mas bien el acto de leer, es un estado de ánimo y que por ese motivo estamos predispuestos a enfrascarnos en la poesía, el ensayo, la novela en sus diferentes modalidades, la biografía...en fin, según sea nuestro íntimo y particular momento anímico.

Doy tal afirmación por cierta en mi caso tras haber constatado cuánto tiempo llevo sin prestarle atención a ningún poeta, mientras que hace meses todo era un trajín de husmear entre Claudio Rodríguez y Pablo García Baena, por mostrar un ejemplo. En la actualidad, es decir, de año y medio a esta parte, mi querencia natural se decanta por los diarios, confesiones, memorias o como quieran llamarle cada uno a su propia vida, y así voy de Pessoa a Julián Marías, pasando por Goethe, Vila-Matas, Benjamin Constant y alguno mas que lamento dejar en el olvido en este lapsus mental matutino.
Andrés Trapiello en su última entrega de "El salón de los pasos perdidos"dedica un par de páginas a desentreñar los vericuetos psicológicos que diferencian a las memorias de la autobiografía. Según él, el que escribe sus memorias piensa que su vida es memorable, lo que conlleva un concepto de sí mismo pomposo y egocéntrico. Todo en ellas gira en torno a él: el mundo que le rodea, las personas que aparecen y, de alguna manera, es un libro que ya esá escrito de antemano, puesto que el autor sólo escribirá aquéllo digno de mención según su criterio. Lo que no considere de su agrado es muy probable que no deje rastro entre esas páginas. El memorando entreteje con sus palabras una serie de justificaciones de por qué hizo esto o dejó de hacer lo otro y así va dirigiendo el criterio del lector. Trapiello concluye que las memorias suelen ser un invencible tostón plagado de empachos autocomplacientes en la mayoría de los casos.
En la autobiografía no hay, en cambio, un protagonista único y estelar. La obra se va desarrollando a tenor de unos hechos y de otras personas que participan en la vida de uno, de modo que esa exposición conforma una obra coral que va desarrollándose por sí misma, y casi nunca pretende justificarse ni imponer su criterio: tales hechos han ocurrido, tales personas han participado en ellos, esta es, a fin de cuentas, mi vida hasta hoy.
El lector adopta una función muy dispar ante ambas y lo hace inconsciente de ello: en las memorias puede creer o no lo que ha leído, pues su carácter intimista le hace sospechar que haya tergiversaciones, omisiones, autocomplacencias. ¿Cuánto hay de verdad en lo que estamos leyendo y cuánto de autoengaño ? No le queda otra que juzgar, por esta causa, al autor de las mismas.
En las autobiografías los datos se avienen a los hechos y dejan poca cabida a la duda, por cuanto la intervención de otros hace mas improbable la manipulación continuada. Lo que aquí se presenta es la vida desde sus múltiples visiones, como las caras de un poliedro. El lector no encuentra motivos para juzgar al autor, sino a la vida.
No obstante ¿quién es capaz de juzgar una vida? preguntaría yo, Mery, a cada lector de memorias, biografías o confesiones.
En sucesivas entradas comentaré opiniones de otros escritores.



lunes, 15 de septiembre de 2008

Trampantojo


En Arte, trampantojo es una técnica originalmente pictórica , mediante la cual se intenta engañar al espectador utilizando perspectivas falsas y otros métodos de luz y sombra, color, etc. Su fin es artístico en un principio aunque en Arquitectura se aprovecha para jugar con el espacio, ampliándolo o reduciéndolo, dándole un matiz diferenciador que haga destacar el edificio o la estancia, o bien para desviar la atención por motivos bien estudiados.

G.L.Bernini y Luca Giordano (entre otros) y posteriormente los hiperrealistas de finales del s.XIX, son algunos de los mejores exponentes de esta técnica, para la que se requiere, por encima de todo, una imaginación y una habilidad artística fuera de lo común.

En la vida cotidiana resulta que, sin darnos cuenta, nos encontramos con otra clase de virtuosos del trampantojo, no ya artístico, que mas quisieran ellos, pero virtuosos al fin y al cabo. Malabaristas de palabras y actos que modifican la realidad de mil maneras, cada cual empleando sus mejores dotes y compitiendo entre sí por alcanzar la cima del hiperrealismo de cada jornada.
Visto en frio me resulta hasta cómico, a qué negarlo, y cuando escribo sobre ello se me vienen a la cabeza algunos personajes de cuyo nombre no quiero acordarme y ni siquiera estoy segura de que lleguen a tales dominios de la perspectiva. Pero hoy estoy alegre, optimista, y ningún trampantojista del tres al cuarto podría llevarme por el camino que no quiero.
De hecho me pregunto ¿no seré, a veces, una de ellos y también -y tristemente- de tres al cuarto?
Pues eso.
* En la foto "Escapando de la crítica" de Pere Borrel del Caso

viernes, 5 de septiembre de 2008

Es ya tarde



Muchas veces, cuando yo volvía tarde - media hora, una hora después de haber cenado todos - se me amonestaba porque volvía tarde. Ya creo haber dicho en otra parte que en los pueblos sobran las horas, que hay en ellos ratos interminables en que no se sabe qué hacer, y que, sin embargo, siempre es tarde.

¿Por qué es tarde? ¿Para qué es tarde? ¿Qué empresa vamos a realizar que exige de nosotros esta rigurosa contabilidad de los minutos? ¿Qué destino secreto pesa sobre nosotros que nos hace desgranar uno a uno los instantes en estos pueblos estáticos y grises? Yo no lo sé; pero yo os digo que esta idea de que siempre es tarde es la idea fundamental de mi vida; no sonriáis. Y que si miro hacia atrás, veo que a ella le debo esta ansia inexplicable, este apresuramiento por algo que no conozco, esta febrilidad, este desasosiego, esta preocupación tremenda y abrumadora por el interminable sucederse de las cosas a través de los tiempos.

/...../

Azorín. Las confesiones de un pequeño filósofo.

domingo, 24 de agosto de 2008

Ermitaña en el campo




Después del mar y las huellas que dejó en mí- las que yo dejé en él duraron lo que el beso de una ola- de nuevo vuelvo al campo.
Soy una ermitaña dispersa entre paseos a la caída del sol, cocina, mercadillos, lecturas a medias, Azorín, Plá, un bodrio comprado en un rapto de imbecilidad veraniega, artículos sabatinos de escritores que claman por y contra otros escritores, el Hola y el Telva que mi hermana deja sobre la mesa, reseñas de accesorios para mi PC que no entiendo, mi sobrino que canta sin pudor canciones en inglés con su guitarra de juguete, un perrito accidentado, su entierro bajo los pinos y nuestras lágrimas (las mujeres de la casa sacamos la pala y el azadón y cavamos su tumba con el coraje de las chicas Almodóvar). ¿Si nos viera Pedro nos contrataría? Bella estampa de dolor y agallas.
Coincidencias de fechas, qué coincidencias. La madre sigue bien y es lo que importa. Su presencia y una ausencia.
Cartas diarias, amigos que se dejan ver después de algunos meses, palabras en otro idioma. Una amiga enamorada.
Entre medias voy y vuelvo a Madrid un par de veces.
El otoño se anuncia con timidez, aún no se atreve a mostrarse victorioso, aunque ayer lloró cuanto quiso sobre nosotros, toda la tarde. Baudelaire me ha llegado en francés con un poema sobre la tristeza de la luna. Si, todo se anuncia.
Mientras tanto, soy feliz y no soy feliz.

domingo, 20 de julio de 2008

Saint-Saëns, lavanda y reencuentros



Con diferencia, hacía tiempo que no había tenido en mi vida una semana tan intensa; intensa en sensaciones y sentimientos, nadie piense que anduve con mis huesos zascandileando.
Estos huesos míos no se han desplazado mas allá de un radio de 30 kms en torno al pueblo de mi madre y en tales circunstancias han querido darse ciertos reencuentros, encuentros y descubrimientos.
Mi amigo parisino R.D. (el del sueño francés ) ha pasado allí un par de semanas en compañía de un grupillo de amigos de su tierra, alguno de los cuales conocí tiempo atrás y a los que ahora he abrazado con verdadero placer. Nuestras reuniones han estado salpimentadas con un nuevo idioma, el español-francoinglés-italiano, risas y manoteos al aire cuando alguno, rendido, suplicaba : Raúl, cómo se dice en francés...
A R. D. dejé de frecuentarlo hace casi once años, con levísimos intervalos de comunicación telefónica o por medio de su hermana, a la que veo cada verano. El distanciamiento lo produjo un "yo te amo-yo a ti no" y una penosa cadena de malas artes de personas ajenas a nuestra relación, que bien se encargaron de hurgar en la herida con cuantos hierros candentes tuvieron a mano. Pero ese alejamiento físico estaba destinado a no perdurar en el tiempo, ya que, mucho antes que el amor, había enraizado entre nosotros una amistad a prueba de bombas nucleares y crisis externas.
Esta semana pasada nos hemos reencontrado, finalmente. Primeros pasos tímidos de tanteo, alguna máscara impuesta como prevención y, dos dias después, los lazos profundos del cariño de antaño volvieron a unirnos. Misma complicidad, mismas afinidades. Sin amor, sin esa otra clase de amor, quiero decir.
R.D. es un experto en música clásica, toca la trompeta y abandonó en un momento de su vida los estudios de dirección de orquesta. Estuvimos hablando sobre mi reciente descubrimiento del compositor francés Camille Saint-Saëns, en concreto de su obra "El carnaval de los animales". Es magnífica, le dije, con los ojos de una niña que luce zapatos nuevos; entonces él me comentó entusiasmado mil y un detalles: que consta de 14 piezas, todas dedicadas a diversos animales, menos la número 11, dedicada a los pianistas, nueva broma del compositor dentro del jolgorio general de la obra. Saint-Saëns escribió en 1886 esta partitura jocosa muy en contraste con toda su obra, tan académica de por sí, y por ello, se opuso a que se estrenara mientras él viviera (sólo permitió que se editara la pieza del Cisne). Me habló del resto de sus composiciones, menos alabadas por el gran público. Yo completé su reseña con algunos rasgos rosas del autor que él, como buen hombre, desconocía: que era homosexual reconocido , que tuvo escarceos amatorios con el mismísimo Tchaikovsky, que se casó y tuvo un par de hijos pese a todo, que abandonó a su mujer al morir éstos y jamás volvió a verla.
Como R.D. siempre lleva consigo cuando viaja multitud de música, como la casa que arrastra encima el caracol, me grabó El Carnaval en mp3 , para rematar la faena.
Bueno, no, la faena ha quedado rematada con varios ramilletes de lavanda de su jardín, porque aquí el amigo tiene una de las casas mas originales de los alrededodes, de estilo francés, lo que en medio de Castilla resulta chocante. El jardín es un vergel de romero, lavanda, tomillo, rosales, higueras y varias plantas mas sin nombre declarado.
Ahora mi casa huele a lavanda en cuanto abres la puerta porque tengo repartidos los ramos, en agua unos, boca abajo otros a secar, para que sus flores huelan aún mas dulces cuando pasen unos meses y me recuerden, entonces, que un dia hubo una Amistad con la que nadie pudo.

jueves, 10 de julio de 2008

J.J.Rousseau. Confesiones


Me atrevo a afirmar que el que sólo ha sentido el amor no ha sentido lo mas dulce que puede experimentarse. Conozco otro sentimiento*, tal vez menos violento, pero mil veces mas delicioso, que puede hallarse junto con el amor, pero que se presenta con frecuencia separado de él.
Este sentimiento no es tampoco solamente amistad; es mas voluptuoso y tierno, y no creo que pueda existir entre personas de un mismo sexo. A lo menos yo he rendido culto a la amistad como el que más, y, sin embargo, no he experimentado nunca este sentimiento por ninguno de mis amigos.
Esto no es muy inteligible, pero ya se aclarará con lo que sigue: los sentimientos no se describen bien sino por sus efectos/.../
No conocía toda la fuerza de mi cariño hacia ella sino cuando no la veía... mi inquietud en su ausencia llegaba al punto de ser insoportable./.../A su lado no me acometían deseos ni arrebatos. Me hallaba en estado de calma sorprendente, gozando, pero sin saber de qué. Así habría pasado toda la vida, y aún la eternidad, sin fastidiarme ni un instante. /.../Nuestras conversaciones eran una charla interminable, que para acabar tenía que ser interrumpida. Durante esa especie de éxtasis, yo me callaba, la contemplaba, y era el mas dichoso de los hombres.
* Inclinación sentimental que Rousseau sintió a lo largo de toda su vida hacia la señora de Warens, una mujer en plena edad madura cuando la conoció y , por tanto, unos años mayor que él. La señora de Warens alojó en su casa al joven filósofo mientras éste permaneció en la ciudad de Annecy.

lunes, 7 de julio de 2008

Las tres Conchas


Ahora que ya ha llegado el verano y hemos traído a mi madre a su pueblo para pasar, si Dios quiere, sus buenos tres o cuatro meses, compruebo que la vida es una sucesión de hechos que se repiten, y también de otros que se instauran nuevos, lustrosos casi, buscando sitio entre las raíces de la costumbre.

Dentro de pocos dias va a hacer un año que murió mi padre. Cuando llegamos al pueblo entonces, con los corazones rotos, un mes mas tarde de lo habitual, y coja la familia por la ausencia repentina, desfiló por esta casa practicamente toda la población, haciéndonos llegar el pésame y su compañía. Día a día, al caer la tarde, un corrillo de viudas fueron enseñoreando su presencia en torno a la nueva miembro (que no miembra) de su club, mi madre. Primero se contaron sus experiencias, algunas bastante lejanas ya, y por tanto, sin lágrimas en los ojos. Después, una vez que había quedado claro que todas echaban mucho de menos a sus maridos, dejaron de hablar de ellos -cada una tendría sus motivos- y pasaron a recordar otros momentos felices de sus vidas, su juventud, la escuela, tal baile, la guerra y la posguerra, la prima monja de fulanita que dejó el convento para casarse.

Nosotras, las hijas, asistíamos a ratos a estas conversaciones y nos alegraba ver que, de alguna manera, la vida era capaz de abrir aún rutas floridas por entre el páramo de nuestra herida.

Como en una especie de selección natural, quedaron de visitantes fijas dos mujeres octogenarias, como la dueña de esta casa. Las dos se llaman Concha y por suerte, aquí siguen este verano. Dá gusto verlas a ambas, muy bien arregladas con collares a juego con la ropa, sus zapatitos blandos multicolores y medias de descanso para las varices. El pelo teñido de blanco azulado una, de blanco roto la otra. Y ambas, sin distinción, parlanchinas.

La mayor, a la que llamamos Conchita para distinguirlas, goza de buena salud pese a rozar los 90 años. Tiene una memoria que mas la quisiera yo : "en el año 52 me cambiaron la chimenea y me costó 16.000 ptas". A veces llama para decir que no viene porque está malísima y nosotras sabemos que se ha dado un pequeño homenaje entre tanta pastilla, que ha comido pasteles a destajo, y que tiene un cólico. Mañana ya estará estupenda de nuevo, aunque ella se quejará de que con estos cambios de tiempo los cuerpos están fatal.

La segunda Concha es mas joven que mi madre y Conchita, pero también pasa de los 80. Fué maestra de escuela en varios pueblos, en uno de los cuales conoció a su marido, y remató su vida laboral en Madrid, donde sigue viviendo. Se ha pasado todo el invierno llamando por teléfono a mi madre dos veces al dia, porque a veces no recuerda que viven en la misma ciudad y que podrían visitarse; sufre un comienzo de demencia senil y olvida las palabras con tanta frecuencia que oirle hablar es un constante reprimir la risa. Yo, que soy de risa fácil, confieso que no siempre lo consigo, y tengo que buscar excusas para justificar el motivo, o pedir perdón, sin mas. Una tarde en que la conversación giraba en torno a una receta de mero, sus circunloquios para dar con el concepto adecuado me llevaban de una carcajada a otra, y tuve que salirme del salón, muerta de vergüenza y de dolor de estómago. Ojalá hubiera tenido una cámara a mano para grabar , no ya sólo su conversación, sino las caritas de las otras dos en su intento por hilvanar la receta al completo. Enternecedoras.

La tercera Concha es socia del club en la lejanía; enviudó hace tres años y vive entre Madrid y Burgos, así que echa mano del teléfono para estar en contacto con el grupillo (digamos mas bien que a ella sólo le interesa mi madre, por ligazones de sangre). Es la mas despabilada de las tres Conchas, porque es mas joven, entre otras cosas. También es mas seria y callada.

Con este elenco femenino, variado y, sin embargo tan compacto, he descubierto cómo hacer feliz a mi madre cuando la noto mustia o aburrida de oirnos hablar de nuestras cosas de hijas, que ya le son bastante ajenas. No tengo mas que preguntarle : "mamá ¿qué sabes hoy de tus Conchas? " Y con ello tenemos monólogo para rato.



miércoles, 2 de julio de 2008

Shalom


Ya he vuelto de Israel.

Mejor será que no consulte mi moleskine de viaje porque sus páginas aún me devuelven el atolondramiento de cien lugares visitados a carrera diaria: Nazareth, Belén y su impresionante muro palestino, el Mar Muerto, el lago Tiberíades, el Santo Sepulcro, el desierto de Judea, la fortaleza de Massada, etc, etc.

Me preguntaban hoy si había sentido en algún momento ese escalofrío que recorre la espina dorsal de casi todo católico cuando visita la tumba de Cristo. No. Y el establo donde nació. No. Y la casa de la Virgen María. No.
Y es que ¿cómo meterse en escena cuando encima de cada lugar histórico-sagrado han edificado sucesivas iglesias, dejando sepultados los pocos vestigios que quedaron de una vida, XXI siglos atrás? La imaginación ha de estrujarse en un alarde de virtuosismo para visualizar una crucifixión en el Gólgota, ahora que el monte está allanado y camuflado bajo una impresionante basílica que aúna, en pocos metros, cruz y sepulcro.

Me resultó mas fácil, en cambio, en el rio Jordán, porque sus aguas verdes y sus riberas afortunadas conservan aún la naturaleza que bien pudiera tener en aquellos dias. El guía tuvo la deferencia de dejarnos unos minutos libres para tocar esas aguas bautismales y recrearnos en el paisaje, aunque, como bien sabíamos todos los allí presentes, nosotros no estábamos en calidad de peregrinos, como otros grupos parroquiales con los que nos cruzábamos por doquier, con la cruz a cuestas y sus rezos.

El hecho de entrar en Belén es, cuanto menos, impactante. Es territorio palestino y como tal, se halla rodeado de un colosal muro de hormigón y alambrada espinosa, como la corona de Cristo, quién se lo íba adecir a Él : 2008 años después su cuna inocente lleva también el estigma que coronó su frente al morir.
Los judíos tienen prohibido poner el pié en Belén, así que cambiamos momentaneamente nuestro guía por otro musulmán, justo antes de cruzar la frontera. Sólo visitamos la iglesia ortodoxa que ahora rige el pequeño "portal" subterráneo donde se supone que nació Jesús. Y vuelta a cruzar la frontera de regreso. Esta vez subieron a inspeccionar el autobús, primero un soldado palestino con gafas de espejo macarriles y metralleta en mano, y luego un par de soldados israelíes, sin gafas, pero también armados hasta los dientes.

Sobre el cielo de Nazaret, de nuevo el ejército nos recordó que estábamos en tierras conflictivas: nos sobrevolaron tres aviones caza a baja altura, de maniobras, y unos segundos después se escuchó una especie de bombazo que dejó en la llanura, junto a la ciudad, un humo negro, delator del tiro. Todo normal allí, nadie entre los autóctonos se inmutó ante este hecho, y los foráneos optamos por mimetizarnos con ellos y tomar como cotidiano lo que en nuestro país sería alarmante. Y es que en Israel es así, se convive con la prevención mas absoluta sin reflejar miedo, y los extranjeros, por tanto, no sienten miedo. La convivencia entre judíos, musulmanes y cristianos es perfecta; podría contar varias escenas vividas entre las callejuelas de la ciudad vieja, los saludos mas o menos cordiales entre los comerciantes árabes y los fieles judíos en su paso hacia el Muro de las Lamentaciones. O las charlas de los retenes israelíes en sus interminables guardias con los camareros musulmanes, que abrían sus bares en el sábado sagrado de los hebreos.

No quiero extenderme en detalles cansinos de estos dias pasados en Tierra Santa, pero sí contar algo singular entre las singularidades que ofrece ese país. En el Muro de las Lamentaciones hay situadas tres cámaras que transmiten en directo, 24 horas al dia, imágenes de la plaza en una página de internet:
La noche del sábado me hallaba allí, sentada al fresco de una noche que nos bendecía por haber soportado casi a diario 44 ºC. Lo que ocurría ante mis ojos parecía envuelto en un halo sereno, beatífico; oleadas de orantes entraban y salían del recinto, algunos cantando bonitos cánticos en hebreo, otros en silencio, con sus hijos de la mano. Llamé a una de mis hermanas que vive fuera de España y le propuse conectarse a la página, para que contemplase esa escena única. Y así, en tiempo real, me localizó en la pantalla y compartimos mirada y emociones durante unos veinte minutos. Es difícil encontrar palabras que describan , medianamente, lo que todo ello significó.
Nota 1: encabezando el texto, a mano izquierda, una foto del sol iluminando el Lago Tiberíades (o Mar de Galilea). Sobre sus aguas, cuenta el Nuevo Testamento, caminó Jesús sin hundirse. A mano derecha, un grupo de niños judíos ortodoxos hacen un descanso en la escuela matutina a la que acuden cada Shabat. Pude tomarles la foto porque estaban muy ocupados entre sí como para prestarme atención. No les gusta que se les fotografíe.
Nota 2: acabo de enterarme, por televisión, de un atentado en Jerusalén. Un bulldozer ha arrollado todo lo que encontraba a su paso, provocando 4 muertos y mas de 30 heridos. Al mirar bien las imágenes he comprobado que ha ocurrido en la parte trasera de mi hotel, el Moriah, donde daba mi habitación. Allí había obras de remodelación de una gran avenida que separaba la acera de un barrio judío. Me he quedado muda.
Shalom, Israel.


lunes, 23 de junio de 2008

יְרוּשָׁלַיִם Jerusalén


¡¡ Me voy unos dias a Jerusalén !!

En mi moleskine de viajes apuntaré cómo anda aquéllo 2.008 años después.





sábado, 21 de junio de 2008

Ya llegó


Estos calores repentinos es que no me sientan nada bien. Cuando suelto aquí y allá que ojalá volvieran las lluvias, la gente me mira de reojo con el ánimo soliviantado, porque todo el mundo está deseando irse a la playa a tomar baños de sol y mar. Muy lógico. Tampoco me vendría mal sumergir el cuerpo en agua salada, y que el alma se aligerara igualmente de su peso.
Me pregunto si alguna vez he recaído en la ligereza del espíritu simple y llano ¿cuándo lo tuve, si es que quizá lo tuve?
Dentro del mar me despojo primero de la parte de arriba del bikini, luego la de abajo, y de súbito, zas, mi cuerpo se torna libre, liviano sin esa mitad de kilos que parecen haberse llevado las olas a una lejanísima orilla. Que allí se queden para siempre.
Si el corazón pudiera soltar lastre con la misma detreza que mi mano suelta las tiras del traje de baño. ¡Zas! fuera dos, tres, pongamos seis kilos de decepciones, llantos, añoranzas, ausencias. Todos a veinte millas, junto a los otros kilos de mi cuerpo.
¿Es, quizás eso, lo que los poetas llaman viajar ligero de equipaje?
Es que a mí estos calores no me sientan del todo bien, y menos cuando los paso en Madrid, donde no hay olas que me liberen con un beatífico ¡zas!
Acabo de llamar a mi madre, y su voz sonaba con un hilo muy fino de vida. He sentido la necesidad de estar junto a ella, en previsión de todo el tiempo en que tendré que vivir algún dia sin ella. Mamá, le he dicho, esta noche duermo contigo. Muy bajito me ha respondido: ah, pues vale. Y hemos colgado.

jueves, 19 de junio de 2008

Ciertos críticos

Hay un nuevo poemario en las librerías: "A tu lado en Islandia" de Iñaki Ezquerra.
El autor ha tomado ese verso de un poema de Borges, titulado "Nostalgia del presente", en el que Borges sueña estar en Islandia con su amada, cuando realmente está allí y con ella.

Esta referencia ya me podría emocionar lo suficiente como para correr a buscar el libro y traerlo a casa. Pero sigo leyendo la nota del periódico y, como una catarata del deshielo, me sepultan estas palabras:
"....blablablá..., cuya causticidad y sublimación estoica de la experiencia es un adecuado pórtico al escepticismo, aún con ironía posmoderna, planteado por Ezquerra.
Firmado: Antonio Puente"

( !!!!!!!!!!!) Por Dios, esto debería estar prohibido.

¿Piensa, acaso, un crítico, que cuanto mas intrincado, oscuro e ininteligiblemente nos hable, en mayor estima vamos a aceptar su criterio?
Desde que esta lindeza de parrafada me ha entrado por los ojos se me han quitado las ganas de leer los poemas del señor Ezquerra. Lo siento, señor Ezquerra.

lunes, 16 de junio de 2008

Angeles caídos



La Feria del Libro de Madrid ha finalizado y yo pude -menos mal - pasearla dos mañanas muy bien aprovechadas.

La primera, en un dia gris de cielo y de diario, en un ir y venir apretado, pues sólo disponía de un par de horas para arramplar con lo que tenía apuntado en mi cuadernillo (esta vez no moleskine, sino muji japonesa adquirida en una tienda muy in de la calle Fuencarral). Desde hace años sigo un propósito ante la abundancia de casetas imposibles de atender: anoto las editoriales de mi interés y voy derecha a ellas según el plano que recojo en Información. Después, si me sobra tiempo, bailoteo por otras y me dejo querer por ellas, o las quiero yo si me sorprenden gratamente.

La primera mañana, como digo, tuvo sus frutos y tuvo encanto, pues me salió al paso con una lluvia fina y fresca que me obligó a buscar cobijo en una terraza techada, donde bebí algo al tiempo que saboreaba mis adquisiciones in situ. Algunas poesías de Renacimiento y Visor, algún volumen de Alba y Pre-textos... en fin.

La segunda visita fué el sábado 14. Mañana soleada de firmas y colas interminables que yo, por fortuna, no hice. Allí estaba un Ken Follet sonrosado y sonriente, Carmen Posadas y su hermano Evaristo, que comparten libro culinario, Matilde Asensi, Leopoldo María Panero, César Vidal y Jiménez Losantos, Cornelia Funke en la caseta de Siruela, Almudena Grandes, y otros tantos mas de los que lamento no poder contar nada.
Pero hete ahí que en la caseta 190 presentaba Andrés Trapiello una serie de obras de la colección La Veleta, además de firmar, por supuesto, su último diario, La Manía. Cuando me acerqué a echar un vistazo no había mas que un parroquiano dándole charla, y me situé detrás suyo, por si al final me decidía a saludarle. Dudé si marcharme o no, a fin de cuentas no llevaba conmigo mi ejemplar para que estampara su firma, ni tenía la intención de comprar otro. Mi hermana, que me acompañaba, me empujó materialmente encima del mostrador, y me dejó a solas para que le dijera lo que quería decirle, que fué, a fin de cuentas, una retahíla deshilvanada de frases confusas, pues confusas eran mis intenciones : que si yo recién empezaba a conocerlo como lectora, que lo sentía, y para liar un poco mas mi perorata, le conté por encima lo que me había pasado hacía unos dias con su página 158 (relatado en la penúltima entrada de este blog).
El hombre, sin saber qué responder, me dijo que serían los fantasmas, y ambos nos reímos, yo deshaciendo la idea en el aire con un movimiento de manos.
Al despedirme tuve la certeza de que él no comprendió mi acercamiento, cosa lógica, como he comentado, pero me sentí desilusionada porque él no hubiera sabido leer en mi interior. Ya se sabe que esta queja es frecuente en las mujeres respecto a los hombres: "decimos una cosa pero está clarísimo que queremos la contraria y parece mentira que seas tan torpe de no entenderlo." Ya es rizar el rizo pretender que un señor que me acaba de conocer y que estará hasta las cejas de mujeres cotorras o insulsas, sepa entrever que, detrás de mis palabras atropelladas y nerviosas, se escondía un muy mucho de timidez y una cierta admiración.
Pobre de mí, y pobre de él, caramba.
Poco recuerdo de sus comentarios, en cambio sí tengo la imágen de una sonrisa blanca y entregada, una cabeza mas canosa de lo esperado, y unos ojos deseosos de cerrar el chiringuito y marchar a casa. Se notaba a cien leguas que estos menesteres promocionales son de su poquísimo agrado .
Por estas extrañas casualidades que presenta la vida y que ya me van llamando la atención mas de la cuenta, resulta que en otra caseta situada casi enfrente de Trapiello, aunque oculta a su vista por unas barracas de periódicos y kioskos de bebida, firmaba también el periodista y escritor Juan Cruz. De todos es sabido la inquina que se profesan ambos, parece ser mas por parte de Cruz que de Trapiello. Caminando delante de él pude observar que se encontraba entre sombras, medio oculto tras los libros y que en esos momentos ningún fiel lector reclamaba su rúbrica.
Lo miré largamente y él me miró también, pero nada le dije y eso pareció extrañarle ; lo único que hubiera podido transmitirle es el desagrado que me produce oir sus opiniones por lo general, y que, además, no he leído ninguno de sus libros. No me pareció oportuno, por tanto, iniciar conversación tan agria con él y sus ojos parecían intuir mis pensamientos, pues su mirada, torva de por sí, íba tomando matices de víbora a punto de atacar.
Pocos minutos después paseaba una (como diría Trapiello) bajo la estatua del Angel Caído, de Bellver, que está en uno de los paseos del Retiro, no muy lejos de la Feria. Ese ángel representa la primera guerra de los cielos, los ángeles caídos en desgracia divina y expulsados por el pecado del orgullo y la vanidad, entre otros. Pensé en cuánto de orgullo y soberbia habría dentro de los corazones que allí firmaban en ese momento, cuántas envidias y descréditos. No dudé tampoco de las buenas intenciones y querencias que muchos se dispensan y de las que soy conocedora.
Todo ello se me antojaba un Cielo Literario en el que, como tal, sería deseable encontrar unicamente las bondades divinas que se presupone a cualquier Arte. Sin embargo, y para no pecar de ingenua, no le queda a una mas remedio que admitir los trompazos de algunos angelitos desterrados en estas escaramuzas celestiales y, como mucho, barrer del suelo sus plumas antes de que tornen negras y hediondas.

viernes, 13 de junio de 2008

Algo tan impersonal

Estos dias de atrás he estado viajando bastante en metro, cosa que ha de agradarle mucho a Esperanza Aguirre y al señor Gallardón cuando se lo cuente; a una porque así amortiza los tantísimos millones que le van costando sus despliegues al extrarradio, al otro porque no sumo mi coche al ya muy sufridito tráfico madrileño.

Cada trayecto es aparentemente igual al anterior, pero no, cada trayecto es un mundo.
Como no suelo llevar libro que me entretenga ni ipod pegado al oído, distraigo mi atención observando a los viajeros que comparten vagón con una servidora. Esta mañana ha habido variedad de situaciones. Serían las 11,30 h mas o menos cuando subí en mi estación de siempre; en principio poca gente, casi todos en silencio, salvo un grupo de estudiantes muy alborotados y sentados por los suelos, en esa molesta costumbre que han tomado en los últimos tiempos, entorpeciendo el acceso a los que entraban y salían en cada parada.

A mitad de camino entró una señora en traje de chaqueta rojo, tacones altos, y unos 70 años a su espalda. Un caballero, porque era un caballero, que la vió entrar, quiso dejarle su asiento y le hizo señas repetidas veces, pero ella se hacía la loca y negaba con la cabeza sin mirarlo, en una actitud extraña, hasta que se volvió hecha un basilisco y le gritó que la dejara en paz. Los que presenciamos la escena nos quedamos estupefactos, y el buen hombre le respondió: es usted una maleducada. Ella, en cambio, continuó de cara a la pared, tal parecía que estuviera rumiando su propia mala leche.
Fuí posando la mirada aquí y allá. Frente a mí sentada, una chica muy guapa, con ese tipo de belleza que no necesita artificios, ni una sombra en los párpados, ni asomo de colorete, tampoco brillo de labios. Una tez dorada y limpia de por sí, los ojos color miel y pestañas largas. ¿ Qué mas necesitaba ? A riesgo de parecer lesbiana no podía dejar de mirarla, y envidiarla, para ser sincera. Ella íba enfrascada en sus pensamientos y no me prestaba atención, de modo que me facilitaba el escrutinio de sus rasgos y gracias mil.
Entre envidia y envidia, mis ojos, que sí necesitan adorno extra, recaían en la cantidad de extranjeros que habían ocupado el vagón, muchos de ellos con sus retoños. Qué diferentes son estos pequeñuelos de los nacionales: si uno se fija bien, casi nunca lloran, molestan muy poco a sus padres, hacen monerías a los que los miramos, pero quedamente. Igualitos que "los nuestros", siempre inconformes y enrabietados porque tienen sed, están cansados, o por lo que sea.

A mi derecha, dos chicos oyendo música a tal volumen que los demás nos íbamos enterando de sus estridencias como si compartiéramos auriculares. No fuí capaz de distinguir qué era aquéllo que sonaba; sin duda los tantanes de la selva guardan mas cadencia y ritmo.
Al lado de la belleza natural, por tanto, frente a mí, un treintañero sin otra ocupación que observarlo todo, como yo. De vez en cuando nuestros ojos se encontraban, y nos entraba una especie de rubor adolescente; más intentábamos evitarnos, más nos mirábamos, más azorados nos sentíamos, en una ecuación creciente e insoluble.
Por fin llegó mi destino: estación de Bilbao. Cuando fuí a levantarme no tuve otra ocurrencia que agarrarme, por error de similitud, a una especie de barra de cartón grisáceo que llevaba en la mano un señor situado junto a la puerta. Le metí un susto al pobre, de espaldas como estaba a mí, y yo tuve tal sensación de ridículo, que tras disculparme torpe y absurda, no nos quedó mas remedio que reirnos ambos con verdaderas ganas. Al menos me llamó bonita ( no te preocupes, bonita....) y, gracias a esa simpleza, salí tan contenta cuando se abrieran las puertas.
A la chica guapa-sin-artificios nadie le llamó bonita en todo el trayecto ¡ja!

Hay que ver - me íba diciendo mientras subía andando por las escaleras mecánicas - cuántas personas hemos convivido en ese reducido espacio y, sin embargo, no hay nada tan impersonal como un vagón de metro.

lunes, 9 de junio de 2008

Página 158

A veces le ocurren a uno cosas sumamente curiosas, de un cariz que no se atreve a clasificar por no parecer fantasioso o pretencioso, o ambas cosas a la vez. Si se atreve, en todo caso, mejor guardarlo para sí mismo y su propia crítica, que en no pocas ocasiones es mas despiadada e irrefutable que la del prójimo.

El sábado fui testigo, víctima o convidada, llamémosle como se quiera, de una de ellas. Como había amanecido un sol radiante, y tras haber solventado algunos asuntos domésticos, decidí asomar a la calle con mi libro de estos dias, y sentarme a tomar un aperitivo en la terraza de una cafetería cercana a casa. Un hábito muy grato que he ído adquiriendo en mis momentos de preciada, por escasa, soledad.
Para preparar mi nido adecuadamente, robé media sombra de la mesa que estaba a mi espalda, ocupada por un par de señores de mediana edad que hablaban escuetamente con sus respectivos periódicos en la mano. Pedí a la camarera vestida de fräulein alemana un bitter Kas, "o la marca que tengan, no importa", coloqué el móvil a distancia prudencial, ajusté las gafas de sol, y me bebí unas treinta páginas de La Manía, a sorbos tan acompasados con el bitter que parecía que la batuta experta de sir Colin Davis se hubiera sentado también a la mesa para armonizar letras y placeres.

Me hallaba en ese punto del diario en que el autor, Andrés Trapiello, visita la casa de Cuatro Caminos que sirvió de sede de la Falange en la posguerra española. Se está documentando a conciencia sobre los famosos asesinatos de 1945, donde un grupillo de matones a sueldo, comandados por el Partido Comunista, cometieron la "heroica hazaña" de liquidar al pobre bedel del edificio y a un personajillo de poca enjundia dentro de Falange. El escritor encuentra ahora la casa habitada por un artesano y su mujer que, afablemente, pasean con el recién llegado por las estancias que aún conservan la disposición antigua. Le explican que la Falange les había conminado a no tocar el sótano bajo ningún pretexto y sin explicación alguna. Secreto de posguerra, evidentemente, como evidente se hizo la presencia de unos cuantos huesos varios años después, restos de algún desgraciado, víctima de la "checa del terror azul que se implantó en Madrid tras el terror rojo"- cito textualmente-. Muy penoso todo, teniendo en cuenta que estos hechos ocurrieron poco mas de medio siglo atrás. A la vuelta de la esquina.

Avanzaba yo hacia el final de la escena, leyendo al apesarado Trapiello mientras salía del triste e invernal jardincillo de la calle Avila. Mis movimientos eran lentos cuando acerqué la mano izquierda al vaso y no sé cómo, pues no recuerdo torpeza alguna en mis dedos, dejé caer gran parte del bitter sobre las hojas abiertas del libro. La página 158, y las anteriores, quedaron manchadas de un rojo vivo, pese a las servilletas que empaparon presurosas gran parte de semejante sacrilegio.
Como si la sangre allí vertida de uno y otro bando viniera a recordarme que todos fueron víctimas, pero también verdugos.

sábado, 7 de junio de 2008

Puestos a decorar



Seis rosas a tres colores decoran mi mesa desde ayer; que embellezcan también mi blog. Las de casa se marchitarán, las de la foto no, por esos milagros que tiene la técnica.

miércoles, 4 de junio de 2008

Feria de barrio


Acabo de llegar de una feria de barrio, de mi antiguo barrio, para mas señas. He estado visitando a mi madre y de regreso, me han propuesto una paradita como quien no quiere la cosa, tal que sólo por echar un vistazo.

Antes, este batiburrillo de barracas y feriantes se colocaban en una ladera en tierra de nadie. De pronto, esa tierra bastarda tuvo por novios ciertos especuladores con renombre y posibles, y fue ocupada por viviendas y jardincillos a la moda, en pleno apogeo inmobiliario de los años 90. La feria se desplazó, por fuerza, al altiplano de un parque mejor diseñado, con anfiteatro y todo, con actuaciones de la Pantoja y todo.

Poco tiene que ver con el anárquico festejo de mi adolescencia, donde la noria destartalada ha sido sustituída por una especie de jaulas que giran como las agujas de un reloj a velocidades poco recomendables. Tampoco he visto "La Ola" ni "El Gusano", bicharracos de poca monta que me descomponían el estómago igualito que la mejor de las montañas rusas.
Y de las gentes, no hablemos. Esta tarde he oído hablar con equiscientos acentos a cada padre que amonestaba a su Willifredi o a su Liliana: ándele y jale a su hermana chiquita, no mas no ve que anda achicopalada...
Mis compañeros de noria de entonces, como mucho, tenían acento andalúz, y eran los menos. Unos eran rubios, otros morenos, incluso pelirrojos. Hoy había casi unanimidad en la tez y el color de pelo.
Algo no ha variado, como debe ser, en el antes y el ahora: la alegría desbordante de las gentes; los mayores viendo el brillo en los ojos de sus pequeños, los pequeños viendo cómo los padres, por un dia, sacan los euros de sus bolsillos sin refunfuñar, y hasta comparten perritos calientes y enormes piruletas de caramelo rojo.

Todo esto pensaba al tiempo que me comía, con un hambre canina, medio bocadillo de panceta (qué fina yo) y algodón dulce rosa (qué empalago mas grande). Tampoco ha variado mucho el pelaje del tipo que atendía los pedidos: una especie de Falconetti-ex-convicto, que, a modo de lenguaje, utilizaba una amplia variedad de gruñidos mientras un palillo bailaba de un lado a otro de su boca. Cuando nos íbamos, una media hora después, he querido pasar a propósito por el chiringuito de mis entretelas : como me imaginaba, el palillo seguía en su sitio.
De algún modo, me he dicho, todo sigue en su sitio. Felizmente.

lunes, 2 de junio de 2008

Cojonudo (con perdón)


1.- Hace unos dias nos sentamos R y yo en una terraza con idea de tomar una cervecita mañanera. Pasaban los minutos y nadie salía a atendernos ni a nosotros ni a las pocas mesas que se íban ocupando alrededor. Sabe Dios cuándo aparece una camarera con el morro torcido y nos dice que en esa cafetería no hay servicio de terraza y que entráramos a pedir en la barra. ¿Para qué ponen terraza si no la atienden debidamente? me pregunto yo, R se mosquea y dice que nos vayamos , pero yo tenía que entrar al baño con urgencia y de paso...
El espectáculo era digno de montar en cólera y liarse a romper sillas y mesas, como en un Saloon del Oeste : tras la barra, aburridas e indolentes, 4 (cuatro) camareras mirando las musarañas.

2.- Esta mañana he llamado al gestor para vernos por la tarde y tratar el tema de la Renta. Le digo que puedo quedar a las 17 h. Me responde que no porque su mujer va a clase de Pilates y él ha que cuidar a los niños. Es decir, que ella no puede faltar a su clase de gimnasia y los clientes de su marido tenemos que ajustarnos a ello; de hecho yo me he acomodado a su horario. Tiene guasa la cosa.

sábado, 31 de mayo de 2008

Desistir, Insistir, Persistir, Resistir


Hay personas cuyos actos proyectan una sombra alargada, demasiado alargada en el tiempo y el espacio, bien por sí mismas o porque reagrupan en torno suyo otras sombras impertinentes que le sirvan para sus propósitos, tan negros como ellas mismas.

He pasado cuatro dias y medio junto al mar, en un intento de microalejamiento madrileño. He de decir que, para poder permitirme este lujo, bajé al sur bien pertrechada de ordenador y tarjeta de conexión internet de movistar , sabiendo que este subir mío a los cielos era relativo, relativísimo. Vivirás en paz, si te dejan, se dice sabiamente, y tales verbos se hicieron carne en una mañana luminosa.

Corría el penúltimo dia, único en que el revoltoso tiempo permitió disfrutar de tumbona y playa. Recibo una llamada de C.C. en el móvil (socio de J.A. , si, si, el mismo de siempre). Sus motivos eran, a la vista, inocuos, casi galantes, meramente informativos según él, y sospechosos según yo.
Desde hace algún tiempo vengo comprobando que cualquier noticia de este grupito tiene siempre una segunda lectura. No soy capaz de verla, ahí no llego nunca, pero al menos sé que he de esperar el bombazo por ese bando.

Y así fué: esta amistosa y franca llamada acarreó una cadena de dimes y diretes que me tuvo gran parte de la mañana poniendo parches acá y allá, calmando malentendidos, poniendo las cosas en su sitio. Enturbiando mi paz, a fin de cuentas.

Está claro que "Las Sombras" han desistido de firmar acuerdos conmigo y mi grupo, no les queda mas remedio. Su soberbia, en cambio, les revuelve sus bajas pasiones e insisten en sacar provecho de la situación, es decir, que mi negativa sea manipulada como un ambiguo no-pero quizá-es posible que. Ese persistir suyo en el absurdo, donde la verdad acaba por florecer a través de todos los cauces que le son justos, termina por parecerme patético e irrisorio, aunque no por ello menos peligroso. Su persistencia es peligrosa, sin duda alguna, porque va siempre disfrazada.

Ante esto ¿qué queda, sino resistir heroicamente ?

Cuando los romanos idearon estos verbos de la tercera conjugación, y que con tan poca variación han llegado al castellano, demostraron tener un absoluto conocimiento de las realidades del mismo , al que, como la Vida, le bastan pequeñas variaciones en los prefijos para que el significado y la existencia sean radicalmente diferentes.