domingo, 18 de julio de 2010

Eurípides



Habla si tienes palabras mas fuertes que el silencio, si no, guarda silencio.

Eurípides.

lunes, 12 de julio de 2010

La Roja, La Rioja


Aquí una servidora está desolada porque se ha acabado el Mundial y siente un vacío en un lugar indefinido de su ser.
Nunca he sido futbolera, salvo en la Eurocopa, los Mundiales y eventos similares. No soy del Madrid, en todo caso del Atlético, y ni tan siquiera conozco a los jugadores del equipo.
Pero ando envuelta en el halo esférico que arrastra estos días al globo terráqueo y bebo los vientos por los pies de Villa, Puyol e Iniesta, las manos de Casillas y el pecho hundido de Xabi Alonso con la patada del borrico holandés.
Hoy estoy saturada de imágenes, es cierto, pero mañana echaré de menos a los once y sus sustitutos, así como el rostro adusto de del Bosque.
Ando, pues, beoda de éxito y coraje, tanto que en los carteles por doquier confundo "Todos con La Roja," por "Todos con La Rioja".
Es cierto, no hago un chiste fácil.

jueves, 8 de julio de 2010

Meditaciones en una terraza


A solas una tiene tiempo de hablar consigo misma, encontrarse o reencontrarse, porque suele ocurrir que las interferencias del mundanal ruído nos distraen y alejan de nuestra raíz mas propia. Y no se precisa una reclusión monacal para tal menester.

Hoy me he sentado en la terraza de un bar, en la plaza de este pueblo serrano donde estoy pasando la semana. Un refresco con aceitunas y un libro sobre la mesa eran mis únicos compañeros. Sobre las mesas ondeaba un aroma a nardos y jazmines que parecía querer atraparnos en otra época, en otra latitud muy lejana a estas tierras; quizás sólo yo lo precibía, no puedo saberlo, el caso es que las seis-siete personas que ocupábamos el lugar no parecíamos tener prisa por levar anclas y regresar a nuestros puertos.

En mi cabeza y en mi corazón (sin saber a ciencia cierta en cuál de ellos justamente) se sucedían acontecimientos de mi vida. Una frase, una llamada telefónica, los emails que recibo del trabajo y de mi gente querida. Todo tenía cabida en ese momento sin enfrentarse innecesariamente, con parsimonia y delicadeza, tomando cada uno su espacio calmoso, sereno, diría que alegremente. Puedo casi afirmar que todo se planteaba ante mí con esa seguridad que te embarga en momentos en los que te sientes especialmente madura, firme, incluso poderosa, cuando el poder lo ostentas sobre tí misma.
En mi libro, el director de un museo damasceno despide a su vistante con esta fórmula: adiós, le deseo lo mejor, le deseo que sea felíz con su trabajo. Recuerde, el trabajo no es un castigo, es el goce que Dios nos ha dado para que no nos enloquezca el paso del tiempo.
Y deseo con ardor que esta frase forme por simpre parte de mi vida.

En mi agenda, leo pensamientos de otros que el editor me regala en cada página, como éste de Cortázar: "cuántas palabras, cuántas nomenclaturas para un mismo desconcierto".

Pero no hay desconcierto en el gol de Puyol (bendito seas) ni en aquellas personas que caminan por la tierra regalando pedacitos de cielo, ni en las aguas frescas de un baño nocturno a la luz de la luna; tampoco había desconcierto en el olor a nardos y jazmines de esta mañana, aún cuando sigo preguntándome, a estas horas, de dónde salía.



lunes, 5 de julio de 2010

Una amiga enamorada


Tengo una amiga enamorada.
Dicho ésto en los tiempos que corren no es muy habitual, o en mi grupo de amigas con el corazón libre, no lo era ultimamente. En las reuniones femeninas que tanto nos gustan sólo aparecían reseñas de moscones varios, casados en busca de aventuras, separados con cuerpo de jota y cero modales, solteros raritos en edad madura e intenciones dudosas.

Puesto que mis amigas son mujeres de mucha valía por sí mismas, independientes, cultas y además, guapetonas, esos entes que las pretenden no tienen mucho ni poco que hacer con ellas, así que se les nombra de soslayo, como pura anécdota y escaso interés.

Es decir, que no se hablaba de amor propiamente dicho, hasta ahora.
A partir de ahora se habla mucho y de muy variadas formas: en persona, por parejas o en grupillos mas o menos numerosos, por teléfono , a través de mensajes a tres bandas, con carambola y acuses de recibo, emails a los que acompañan fotos o simples ideas repentinas que surgen en cada cabecita como ráfagas de complicidad.

Cuando el amor anida y crece en el corazón de una mujer, el resto de mujeres se contagia de su voluptuosidad y desea participar en la medida de sus posibilidades; entran en escena recuerdos de amores pasados, abruptas frases de rencor o almibaradas imágenes de lo que puede llegar a ser si...o quizás si no...
Todo es confuso y cambiante. Todo está contaminado por el agridulce deseo que fluye entre la pareja que se ama.
Hasta que la chica en cuestión dice : basta, dejadme saborear este amor que es sólo mío.
Porque resulta que con tanto ir y venir de boca en boca, de corazón en corazón, acaba siendo un amor manoseado, que pierde su color y sus raíces.

Las mujeres, que también entendemos de ésto, nos retiramos a observar desde la distancia, a la espera de las noticias que llegan como señales humo, difusas, pero inteligibles.
Yo creo que si el hombre, segunda parte contratante de este embrollo sentimental, supiera de ello, gritaría a los cuatro vientos, los versos de Antonio Colinas:

Dejadme con la libertad que se pierde en los labios de una mujer.


viernes, 2 de julio de 2010

Lunes de poesía, jueves de fotografía



El lunes 28 de junio se presentó en el Ateneo de Madrid el libro Erato bajo la piel, Antología de poesía erótica bajo la coordinación de Pura Salceda.
Allí asistí a la lectura de poemas de algunos de los noventa (si, noventa) poetas integrantes de la obra. Un gusto de pisco labis para quien quiera adentrarse a posteriori en banquetes particulares, con chefs como Luis Alberto de Cuenca, Guillem Vallejo, Felipe Sérvulo, Joan Margarit, Frankan, Miriam Reyes...o la propia Pura Salceda, cuyos versos, ya sea en castellano o en gallego, producen siempre un dulce vértigo.

Y el jueves 1 de julio, inauguración de la exposición de fotografía y pintura de mi amigo Torres Coco, en la sala Consentido, de la calle Barco de Madrid. Espléndida tarde de cervezas y buen humor entre artistas de todas las ramas, en cuyo epicentro sonreía como el que mas el homenajeado. Su genialidad y vocación bien merece que le arranquen de las manos todo lo que crea.
Un acto bien podría haber acompañado al otro por tema y valentía. Yo imaginaba haber escuchado unos cuantos versos de aquéllos guiñando en complicidad con las imágenes de las paredes de ayer. Al fin y al cabo la vida nos ofrece estas inusitadas coincidencias, siempre felices.

A la izquierda, fotografía de algunos poetas en el Ateneo, con Pura Salceda en el centro.
A la derecha, invitación a la exposición de Torres Coco.
Quede ahí mi recomendación.