lunes, 30 de abril de 2012

¿Por qué mentimos?

Una tarde, al salir de clase, decidí caminar un poco antes de coger el metro de vuelta a casa. Hacía buena temperatura, algunas tiendas estaban todavía abiertas y yo tenía tiempo para vagar a mi antojo.
Al pasar por la glorieta de Bilbao me paró una chiquita jóven para informarme y hacerme socia de una fundación para la leucemia. Me entró una cierta desesperación y, a la mínima de cambio, le solté una trola: "perdóname, es que voy a clase y tengo prisa".
Segundos después, ante su parloteo, segunda trola: " ya he visto vuestra labor por internet".
Crucé la calle y me salió al encuentro otro chico con la misma cantinela, y, por supuesto, volví a la bola primigenia: que íba a clase con muuucha prisa. Es decir, en menos de 50 mt y de 2 minutos pequé 3 veces, como San Pedro, lo que me hizo pensar en cuántas veces mas habría faltado a la verdad a lo largo del día.

Estoy convencida de que, si hiciéramos recuento, nos sorprenderíamos de la cifra y creo recordar que ya se han hecho estudios sobre la cuestión; que se da "por normal" estas mentirijillas a diestro y siniestro; que se miente por diferentes y casi sanos motivos y, salvo los casos patológicos, las trolas sociales se aceptan con manga ancha.

Cuando le dije a aquellos postulantes de la leucemia que íba a clase y no podía pararme a escucharles ¿por qué lo hice? No podía decirles que no me interesaba NADA el tema, hubiera quedado grosero e insolidario. En realidad no tenía palabras para quitármelos de encima sin quedar por los suelos y sin ofender, cuando mi motivo único y egoísta era el deseo de pasear por la ciudad a mi aire, a mi paso y a mis cosas, sin interferencias. Quería soledad y ensimismamiento y, de pronto, alguien me venía a recordar que uno no debe mirarse el ombligo viviendo en comunidad.

Hoy en día se piensa que el ser humano empezó a mentir para sobrevivir, allá en el orígen de los tiempos. "Mentir por necesidad". Pero las necesidades pueden ser infinitas, y también sencillas, como ese sencillo anhelo de volar sólo conmigo de acompañante.

domingo, 22 de abril de 2012

"Varios"

Cuando escribo "varios", sea en la situación que sea, siempre me acuerdo de ese caradura cuya suegra invitó a unas vacaciones pagadas en un pueblo costero. Hotel para hija, yerno y nietos, incluídas las comidas. El tiparraco le pasó una cuenta detallada de los gastos con un apartado de "varios" en los que íban incluídas sus copas de coñac y whisky, seguramente de las marcas mas caras. Toma castañas.

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Hace poco salí de compras -¿una mujer de compras? ¡qué raro!- y de repente me topé con el mundo al revés. Una tienda regentada por chinas y las dependientas TODAS españolas.
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Se me atragantan los telediarios de cabo a rabo, no lo puedo evitar. La crisis me pone mal hígado, el tema de Siria me da vértigos, me siento desfallecer con el gobierno y la oposición. Y lo que me hace vomitar sin remedio es pensar de qué manera nos manipulan el criterio y la opinión. Por mucho que nos sintamos autosuficientes y lúcidos ¿cuántas cosas se nos ocultan y con cuántas nos machacan sin piedad? Yo ya no distingo mis propios pensamientos de los ajenos...no sé ustedes.

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Es domingo. Lo mismo salgo a tomarme unos "varios" a ver si se me pasa.

lunes, 16 de abril de 2012

Romper

Hoy han sido elefantes en Botswana, ayer osos en Rumanía.
Se le rompió la cadera ¿por qué no el corazón?
¡Hay que tener cuajo!

Anno horribilis para su familia, se dice por ahí. Anno terribilis para muchas familias y va a ser verdad lo que dice el dicho, que no se puede tener todo en esta vida. Porque su mujer no vuelve de Atenas hasta hoy y sus hijos-yernos-nuera casi ni se hablan.
A lo mejor su nieto, que ha probado lo que duele una bala en el pié, se aúpa a su cama del hospital esta tarde y le dice: abuelo, no le pegues tiros a los animalitos, que hace muuucha pupa.
Si le convence, quizás su mujer le tenga menos manía y se quede mas en palacio en vez de vivir practicamente en Londres y los domingos coman paella con toda la nietada en torno suyo. Quizá, quién sabe, la nuera ex periodista sería mas natural en general y en concreto, y les comentaría durante el café sus avances con el Inglés. Los desterrados en América saldarían sus cuentas con los españoles y se vendrían a trabajar mas cerquita de casa, pongamos París. Puede que la hija mayor se echara un nuevo amor, que ya se sabe que cuando el amor está en el aire, todos tan contentos.
Y, lo mas importante, cenarían todos juntos en Nochebuena, como hacen las familias de bien.
Por no hablar de lo que se ahorrarían las arcas del Estado si este señor dejara de recorrer el mundo descerrajando tiros al reino animal (eso sí que es un Reino). Pero no quiero yo tocar el tema económico, que de ello ya se encargan los medios.
Yo sólo quiero que no se le rompa la cadera, sino el corazón, si vuelve a tener tentaciones.

miércoles, 11 de abril de 2012

A veces


A veces me entusiasmo tanto con un libro que lo leo lentamente, dilatando al máximo el final, aunque tenga 600 páginas. Y tengo la sensación de que, cuando lo acabe, no querré leer ningún otro en mucho tiempo.
A veces mi perrita me mira muy fijo, como si me quisiera decir algo. Me pregunto si en esos momentos me quiere tanto como yo a ella.
A veces me pongo delante del ordenador queriendo ordenar mis ideas. Ante la pantalla todo fluye sin previo aviso o me quedo atascada en Babia.
A veces me veo llegando a casa a las 5,30 de la tarde, con 12 años, empapadas las piernas y el uniforme del colegio por una lluvia torrencial. Abría la puerta y sabía que todo estaba en su sitio, que todo estaba bien.
A veces soy capaz de devorar el mundo con una fuerza que no sé de dónde brota. A veces no tengo manera de demostrarlo.
A veces me gustaría ser fumadora, mirar abstraída la punta del cigarrillo encendido con ese gesto elegante que observo en las películas.
A veces quiero vivir un tiempo fuera de España, en un país donde mi morenez encaja y desearía aprender sus lenguas con la facilidad de un niño.
A veces miro por la ventana un día de lluvia y me imagino que estoy rodando una película. Si tengo el día fino desarrollo mentalmente el argumento de cabo a rabo.
A veces soy yo la que mira a la perrita y confío en que me entiende.


lunes, 9 de abril de 2012

Inocencia bendita


Con mi viaje de Semana Santa he faltado, creo que por primera vez en mi vida, a misa del Domingo de Ramos, mi celebración preferida. En realidad he faltado a todo el resto porque se me hace cuesta arriba las prolongadas ceremonias propias de estos días, como los Oficios del Jueves Santo, por poner un ejemplo.
Ayer, en cambio, fuí a misa de Resurrección. Soy un poco tramposa porque entré tarde haciendo tiempo mientras paseaba en la bonita mañana de domingo.
Al terminar la misa, ajeno a mi trampa, el cura inició un cántico que yo nunca había oído antes: "Tomad Virgen Pura nuestros corazones". Me encandiló sin remedio la inocencia de algunas estrofas, como ésta :

Mil querubes bellos orlan tu dosel.
Quiero estar con ellos, Virgen, llévame.
Contigo en el Cielo,
colmado mi anhelo,
qué felíz seré.

A mi oído llegaron todas esas cancioncillas de la infancia, plenas de candor. En su día parecía que la vida siempre sería bella en adelante, que no era verdad lo de un valle de lágrimas ni un infierno de calderas al rojo vivo, ni demonios ni tentaciones. La bendita inocencia de mi niñez se desplegó al son de esos mil querubes bellos...

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La primavera se ha iniciado con ese suave cariz, porque estoy devorando en mi ebook "El museo de la inocencia" de Orhan Pamuk.