viernes, 31 de octubre de 2008

Las invasiones


Cuando se echa un vistazo a la Historia, es fácil comprobar lo que supuso para algunas culturas las invasiones de otros pueblos. En esta España nuestra, mi querida España cantada por Cecilia, tenemos lúcida muestra de ello; practicamente no hubo respiro que durase un siglo sin que cruzaran estas lindes toda suerte de aguerridos aventureros con fines de diversa índole, que no es menester tratar aquí y ahora. Roma, Cartago, Damasco, pueblos intermedios que dejaron su huella grabada a fuego en nuestros rostros y nuestras costumbres...
O tempora, o mores. Cicerón me habla al oído.
Lo magnífico de estas invasiones es que se producían de forma prolongada en el tiempo, a la chita callando casi siempre, en oleadas en apariencia inocuas. Cuando uno se quería dar cuenta, ya habían pasado varias generaciones de raigambre efectiva, y los nuevos retoños ya no se llamaban Tulio ni Octavio, sino Witiza y Egica, y mas tarde, Hassan, Esther, Zahara y Salomón...
Pero yo no quería hablar de éstas sino de muy otras invasiones. Aquéllas me las han recordado un cierto tipo de amenza que está sufriendo mi hogar de un tiempo a esta parte. Se produce por oleadas calmas, un dia sí y otro no, en espera taimada para cogerme desprevenida y segura, conformada ante lo que se me muestra inevitable. Cuando he sido plenamente consciente, mi casa ya no es mi casa, no reconozco el salón ni la mesa del despacho, incluso la cocina muestra signos evidentes de mutar sus funciones. Los peldaños de la escalera que lleva a la terraza no son ya de madera, sino de otro material mas endeble y ordinario.
Todo parece otro y el aire se enturbia de tintas complejas.
¿Cómo he dejado cruzar mis fronteras a esta turba malsana e infame de papeles? Hojita a hojita su presencia es ya una invasión real. Mucho me temo que haya de abandonar mi hogar con un hatillo minúsculo al hombro, para que ellos se enseñoreen y planten su pendón en estas tierras, con el orgullo de los conspiradores.
¿Hasta cuándo, Catilina?

jueves, 23 de octubre de 2008

Pigritia, paresse, laziness, pigrizia...o sea, pereza


Eso es lo que tengo ultimamente. Siento una inmensa pereza para abrir el ordenador cuando estoy en casa, como si al hacerlo el imán del blog me adhiriera sin remedio al enlace de "nueva entrada" y me sintiera como una estudiante que no ha hecho hoy sus deberes, ni los de ayer, ni los del lunes.
¿De qué voy a escribir? me pregunto con cierta crudeza, sin la piedad que concedo a los otros. No encuentro el tono ni la palabra justa. Ni tan siquiera el tema que me ronda las mientes se me muestra con un mínimo de interés, así que hoy tampoco escribo nata, rien, nothing, niente....o sea, nada.

sábado, 18 de octubre de 2008

Emily Dickinson, un euro y medio

Encuentro un puestecito modesto de libros en el epicentro mismo de un centro comercial. Allí se vende de todo a precios tan humildes que me hacen dudar del futuro próspero del dueño. Así no habrá manera, no señor. Pero meto mi nariz y mis manos por entre la mercancía y pronto se me antoja preciosa. ¿Será que la Literatura está de saldo hoy dia, o que este librero quiere decirme que la Literatura, precisamente, no tiene precio? Me quedo, entre otras cosas, con un librillo encantador de 60 poemas, de Emily Dickinson. Un euro y medio. Como muestra, un par de botones:

Que yo siempre amé
yo te traigo la prueba
que hasta que amé
yo nunca viví -bastante-
que yo amaré siempre

te lo discutiré
que amor es vida
y vida inmortalidad
esto -si lo dudas- querido-

entonces yo no tengo
nada que mostrar
salvo el calvario

POEMA 739

Muchas veces pensé que la paz había llegado
cuando la paz estaba muy lejos
-como los náufragos- creen que ven la tierra-
en el centro del mar-
y luchan más débilmente -
sólo para probar
tan deshauciadamente como yo
-cuántas ficticias costas-
antes del puerto hay-

jueves, 16 de octubre de 2008

En la Tierra como en el Cielo


La luna ha llegado hoy radiante, dorada, ni azul ni plata como la pintan lo poetas en esas noches de arrebatado amor. No, hoy la luna es humana.
Cuelga hermosa y plena sobre nosotros los mortales, que la miramos al llegar a casa y le sonreimos.
Si no me equivoco diría que hoy me ha guiñado un ojo; mientras yo la miraba en su hermosura una nube impertinente ha venido a cubrirla con su velo laminado. Yo he fruncido el ceño, disgustada por la osadía y he recordado las palabras del Tenorio : pardiez que sois atrevida...
Digo que la luna, en su sabiduría secular, me ha guiñado el ojo, siempre tan coqueta, por otro lado. Parecía decirme: no temas que una nube de paso vaya a ocultar mi brillo, igual que con un dedo no se tapa el sol . Esta pretenciosa se irá con el primer soplo del viento, mientras yo seguiré eterna, cambiante, haciendo mi camino. No olvides tampoco que así es en la Tierra como en el Cielo.
Pues que así sea. Buenas noches.

domingo, 12 de octubre de 2008

Serendipia


El término serendipia deriva del inglés serendipity, neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754 a partir de un cuento persa del siglo XVIII llamado «Los tres príncipes de Serendip», en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla Serendip (que era el nombre árabe de la isla de Ceilán, la actual Sri Lanka), solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades. (Wikipedia)

No me cabe la menor duda de que a lo largo de nuestra vida nos tropezamos con mil y una serendipias, exótica y bonita palabreja para designar lo que en castellano puro y duro calificaríamos como "por chiripa".
Hace poco he tropezado con una de ellas, quizás los ingleses dirían I bump into a serendipity con la flema británica de sus ancestros bien arraigada en sus genes. En una conversación cuasi filosófica, nocturna y claramente a deshora con un amigo ateo, a veces agnóstico según sus propio decir, comentamos la dificultad inmensa que el lenguaje nos impone en la exposición de nuestro sentir mas profundo, máxime si uno de los contertulios ha de expresarse en idioma no materno. Mientras hablábamos, ya digo que a hora avanzada, una idea revoloteaba por mi cabeza, un recuerdo vivísimo de una serendipia anterior y lejana en el tiempo. Hojeeé las memorias de mi pensador preferido hasta dar con el dato exacto, busqué en internet y apareció ante mis ojos la nueva serendipia turca, en formato librópolis, si mal no recuerdo: la tesis doctoral de Julián Marías "La Filosofía del Padre Gratry". editada en Alción y casi imposible de encontrar. El padre Gratry, sacerdote y teólogo francés del s.XIX, ha sido quizás uno de los mas completos estudiosos de la relación de Dios y el hombre, abordando esta relación como asunto metafísico, del alma, lejos del conocimiento intelectual.
Como nuestra conversación rondaba esos términos (quede anotado que a un nivel rematadamente inferior al sacerdote francés y su traductor Marías), hete aquí que desde ese momento ambos nos hallamos enfrascados en la busca, captura y asimilación de tan magna obra. El fin último es comprobar si es tan ateo como él se piensa o yo estoy equivocada.
Serendipias habemus.

domingo, 5 de octubre de 2008

Esas horas sagradas


Hay un momento del dia en que me encuentro en paz conmigo y con el mundo, sin importar lo que haya tenido el mundo de bueno y de malo, o yo de mala o de buena. Tampoco interfiere en mi calma si estoy aquí o allá, sola o acompañada. Nada lo inmuta, con nada se altera.
Las últimas horas del dia las encuentro gratísimas.
La vida parece soltar lastre y se aligera el alma, mientras el cuerpo va desprendiéndose de capas ajenas. Guardo la ropa en el armario, me quito el maquillaje ante el espejo. En el baño se desprenden los últimos vestigios de lo otro, lo que no me pertenece, lo que no soy yo. Como algo y me preparo con complaciencia para el culmen de la serenidad: una taza de té (el sabor es lo de menos, pero hoy es de jazmín). Bastan tres luces sin fastos para dorar las paredes y acogerme en el calor sencillo del salón. Hablo con R. de sus cosas, de las mías y la noche fluye lentamente; siento que el tiempo también reposa de su larga jornada y nos regala una eternidad por delante, satisfecho de sí, contento de su gracia.
Enciendo el ordenador, abro el correo, leo algún blog y escribo en el mío si tengo el ánimo dispuesto. Después acaricio el libro, lo huelo (siempre huelo los libros, desconozco el motivo) me pierdo entre sus hojas; intuyo que no querré cerrarlo nunca, que ojalá fuera infinito, como estas horas mágicas que se cubren de sombras silenciosas.
Sólo el cansancio puede conmigo y me arrastra al limbo.
Entonces si, apago luces y dejo crecer la noche.
Un dia mas le doy gracias al Cielo por este momento sagrado. Gracias.

miércoles, 1 de octubre de 2008


Por casualidad me entero de que existen los BOBs, una especie de premios, al estilo Oscar, de blogs a escala mundial.
Llego tarde, como siempre, para presentarme, mecachis en la mar. ¿O acaso no se presenta uno, sino que lo eligen? Y si es así ¿quién te elige? Y un paso mas allá: pero ¿quién te conoce?
Afinando aún mas: ¿quién me conoce? Vulgarmente hablando, digamos que ni mi madre.
Mamá, ni siquiera tu, pobrecita mía. Para tí el ordenador es un ente de otro planeta, que se maneja con los dedos como las teclas de un piano. Punto.
Pensaba yo anoche en todo ese tinglado que hay montado en Berlín hasta que se fallen los 10 finalistas y posteriormente, el ganador. No sé muy bien los parámetros que rigen la selección: estilo y forma, contenido, originalidad, glamour, diseño...me pierdo en este mar proceloso de tecnología y arte.
En cambio sí hay una reflexión que quisiera dejar en esta entrada:
imaginad lo que hubiera sido acceder al blog, mes a mes, de personajes como Leonardo da Vinci, ilustrando sus entradas con los bocetos de sus maquinejas extrañas, a la par que mantuviera un blog paralelo de su vida sexual (que ya me conozco yo algún caso). O Galileo mostrando sus pacientes descubrimientos científicos y recibiendo comentarios indignados de aquellos jesuítas que no podían soportar tantas cosas.
O el blog de Goethe, multidisciplinar como era él. Descomunal como era él.
¿Y el de Lord Byron? Jamás nos hubiera aburrido, entre afrentas personales con otros escritores, amoríos con jovencitas y jovencitos, cotilleos con maduras aristócratas.
Lo interesante que hubiera sido, por concluir ya, seguir con avaricia el blog de cualquier político o figura destacada relacionado con la contienda civil española: Besteiro, Azaña, Primo de Rivera, Largo Caballero,... Todavía mas asombroso, haberlo complementado con el blog de cualquier ciudadano de a pié, de mente clara y sentido común.
En fin, sueños vanos.
No sé quién ganará finalmente el Oscar, qué afortunado blogero oirá con el corazón menguado en un puño: "...and the Bobs goes to...." Si para el mes de noviembre, fecha del magno evento, aún me sigue interesando este periplo internauta, es probable que me asome a la página triunfadora con suma curiosidad. Seguro que será brillante.
Mientras tanto, mi madre sigue sin saber que tengo un blog.