
La próxima semana tengo varias visitas al Auditorio, gracias a un abono que compré "por error" hace un par de meses. Monográfico sobre Beethoven, para mas señas, y, con tal motivo, he hojeado el capítulo que Mauricio Wiesenthal le dedicó hace unos seis años.
Cuenta que Haydn conversa con él después de haberlo tratado (y sufrido) un cierto tiempo :
"Tiene usted mucho talento- comenta al escuchar sus primeras obras- y progresará más en el futuro. Posee abundante inspiración y no sacrificará jamás un bello pensamiento a una regla tiránica, lo cual me parece razonable; pero sacrificará las reglas a sus fantasías, pues me parece que usted es un hombre que tiene varias cabezas, varios corazones, varias almas. Creo que se descubrirá siempre en sus obras algo inesperado, insólito, sombrío, porque usted mismo es un poco sombrío y extraño, y el estilo del músico revela siempre al hombre."
Haydn demostró buen ojo analítico con este hombre que un día llamó a sus puertas en Viena, después de haber apreciado sus primeras cantatas en Bonn. La genialidad del músico alemán llevaba consigo un absoluto desprecio por cuantos le habían tendido puentes en su aprendizaje y sus comienzos. Nada creía deberles, sobre todo a esa sociedad vienesa que lo mantuvo en el podio de sus preferencias, pero a la que consideraba seca y vacía, sin gusto artístico (tampoco su gira por Praga, Berlín, Leipzig... le deja satisfecho). La sensiblería del auditorio le deja frío y no admitirá jamás las lágrimas conmovidas de sus espectadores como un triunfo. Al contrario, les recrimina el no tener un mínimo de gusto artístico.
De sus colegas de oficio, respeta sin límites a Haendel; al final de sus días, reconoce una chispa divina en Franz Shubert. Y poco mas.
Con un carácter semejante, pocos amigos podrá atesorar a lo largo de su vida; sus amores estuvieron siempre marcados por un sesgo de irrealidad, donde él ponía un entusiamo casi platónico mientras las féminas no correspondían con el mismo ardor; una de ellas, la bella Giulietta, le saca dinero para dejárselo a otro amor mas carnal, con el que acaba casándose.
Se enamora de sus alumnas aristocráticas, a la par que de sus madres, sin distinción de anhelos y parece ser que le bastaba una buena conversación sobre música, para caer perdidamente enamorado.
Un genio controvertido, huraño, enamoradizo, distante, tímido, acomplejado por su sordera, ingrato, vanidoso, casi mártir de su dolor o "discípulo del dolor", según creía de sí mismo.
La semana próxima me enfrentaré a sus obras con ese desasosiego que me impone su propia personalidad.
No sé cómo saldré del empeño.