lunes, 1 de diciembre de 2008

El peso de las cosas (segunda parte)



Si el último dia concluí , por las palabras de Don Andrés Ibáñez, que no me merecía la pena ponerme a régimen, esta noche seré fiel a su columna íntegra y dejaré escritas sus otras meditaciones, ya que mis propias meditaciones no dejaron hueco para ello.
Ya se sabe que cada cual arrima el ascua a su fuego, y a mí cualquier cosita me convence de que es bueno meterme entre pecho y espalda un bocadillo de esto y un postre de lo otro.
Pero vayamos al señor Ibáñez, que si no quién sabe de lo que acabaría yo hablándoles a ustedes.


" Amor y abrigo. Sucede lo mismo con los libros. Nos agradan los libros pesados, que adivinamos llenos de zumos, savias, sustancias y materias y nos desagradan profundamente, incluso con un estertor de asco, esos volúmenes que parecen construídos de plumón o de polvo, y que al levantarlos en la mano parecen, literalmente, vacíos. Las cosas pesadas tienen amor, las cosas pesadas alimentan.
¿Qué es el peso, qué es la gravedad más que un deseo de descender, de ser humilde, de bajar hasta el suelo, de inclinarse? La superficie del planeta es una gigantesca esfera de cosas que pesan y se quedan pegadas a sus contornos, rocas, glaciares, elefantes, los muebles de mi casa, la lámpara de mi mesa. La fuerza de la gravedad es el deseo de las cosas de encontrarse unas a otras. Todas las cosas de la Tierra desean caer y caer y seguir cayendo hasta alcanzar el centro de la Tierra para unirse todas entre sí. Fuerza de la gravedad, llamada del centro, fuerza que irradia desde el corazón. Las cosas que pesan tienen corazón y buscan por eso el corazón del centro del mundo ".


Yo no sé ustedes, pero tengo la sensación de que este hombre ha escrito su columna del ABC sólo-sólo-sólo para mis ojos. Andrés, querido, he captado tu mensaje.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Esperaba ya tu segunda parte para ver como acababas, pero no estoy de acuerdo contigo. yo me sentia mejor cuando era lijera. las cosas lijeras tambien son hermosas. Cuando eres ligera y un abrazo te rodea entera. Lo importante que seas como seas te sientas bien contigo misma, y si los demas te ven bien tu tambien te ves mejor.
Y lo mas importante es feliz. con tu permiso pasare mas veces por tu lindo lugar

tere

Juan Carlos Garrido dijo...

En esto coincido con el señor Ibañez: los libros gordos tienen un encanto al que es difícil resistirse, aunque logo se abandoene en la segunda página.

Saludos.

Juan Antonio González Romano dijo...

Toda generalización esconde una injusticia. Ya Antonio Serrano el otro día expuso una idea como esta. Hay cosas que no pesan (una caricia, un beso, una palabra al oído) y son maravillosas. Hay libros finitos, finitos (la Égloga III de Garcilaso, los sonetos ingleses de Pessoa y, en general, casi todos los de poesía)que son maravillosos. Y yo, con treinta kilos menos que hace tres años, veo la vida mucho mejor que antes. En fin, que alguna vez teníamos que disentir, ¿no, Mery? Un beso (fino o pesado, como tú prefieras) en cualquier caso.

Mery dijo...

Bueno, bueno, ya veo que hay opiniones para todos los gustos; como dice Juan Antonio, toda generalización arrastra una injusticia.
¿Cómo podría negar yo la magia de una pluma acariciando la piel, un beso, un relato breve, el peso liviano de un bebé, etc, etc?

Si yo solamente lo decía porque me venía bien para mi NO dieta.
En fin, que me replantearé perder estos 5 kilos que me rondan ultimamente.
Tere, Sombras, José Ignacio, Juan Antonio: un beso y gracias por seguirme esta pequeña broma bloguera.

enrique dijo...

Seguro que la columna fue para tí.
Aunque a mí cada vez me gustan más los libros no demasiado pesados; esos que se pueden leer en pocos días y pasar al siguiente...

Manuel Amaro dijo...

Al igual que ahora, por motivos de coeducación, nos obligan a decir alumnos/as, niños/as,... etc (cosa que, por supuesto, no hago), te pediría que hablaras de ustedes/tú.
No sé, esos ustedes me han sacado de tu texto.
...
...con lo que nosotros hemos sido.

Besos, doña usted.

Miroslav Panciutti dijo...

Sin entrar en polémicas infructuosas, lo cierto es que el texto que transcribes del señor Andrés Ibáñez (a quien no conozco) me ha gustado. Y no anda tan desencaminado por más que transite por los equívocos caminos de la lírica: en efecto, el peso es tierra y, por tanto, gravedad. ELa ligereza, obviamente, es aire. Ahora nos falta el agua y el fuego para tener los cuatro elementos. Un beso.

Anónimo dijo...

Di que sí, Mery: tú dedícate a ser feliz y escoge las opiniones que mejor te acompañen. Cada uno es como es, y en eso radica la belleza y el mismo interés de la vida.

Javier dijo...

UFFFFFF, jamás juzgaría una cosa por su peso, hay peso muy vulgares y ligerezas muy profundas, así que aquí me desmarco.