miércoles, 17 de diciembre de 2008

Un rapto de melancolía


Sucede que en el mes de diciembre a Madrid le gusta cubrirse con nieblas blancas. Sucede que la niebla me seduce con su manto desde que tengo uso de razón, de lo que se deduce que somos amantes antiguas, y que de este amor nadie sabe. Quizás porque es una pasión femenina y mis pasiones nunca se decantaron por esos derroteros, quizás porque el asombro de este amor lésbico me sella la boca.

Sea como fuere, sucede que la niebla me arrastra con su melancolía y me vuelve los recuerdos contra reembolso.
Una simple imagen en televisión me ha raptado las mientes a otra época. Tardes de vacaciones de Navidad, a las 4, tumbada en un sofá de la casa materna, la que aún sigo llamando "mi casa". Mis padres dormitando en sus sillones mientras yo veía en la tele un cuento de Navidad, una historia de Dickens, tristes historias de nieve y buenas intenciones. Sin saber que era feliz, porque sucede que mientras lo eres, no lo sabes, ni nadie te avisa. Y era feliz porque ellos estaban allí, a mi lado, todavía fuertes en su papel de protectores. O yo creía que lo eran, aunque en su fuero interno se sintieran tan desvalidos ante la vida como todo hijo de vecino.
Escenas que no volverán ni en sueños, pues los sueños a veces se contaminan de otras realidades.
Basta un poco de niebla y dos imágenes de Navidad para que la vida y yo tengamos mas que palabras.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

La melancolía se viste poéticamente con tus palabras y los raptos atroces que comete suelen provocar traumas como el síndrome de Estocolmo. Nos gusta volver a ella de tiempo en tiempo. Disfruta de tu raptora maligna.
Un beso.

Manuel Amaro dijo...

Qué post tan bonito...

Ojalá tuviera yo semejante sensibilidad.

Besos ocultos tras la niebla!!!

Rio Oria dijo...

Me gusta la entrada pues comparto aquellos recuerdos infantiles.
"mi" casa como dices, lo es todavía aunque hoy no sea la misma que de niña. Representó el lugar seguro y cálido que me hace feliz.
Olalla.

Yo tengo también recuerdos buenos, pero mezclados con otros no tan buenos. Mis padres eran algo rígidos y eso en aquella época me costaba aceptar, bueno, ahora tampoco me gustaría revivirlos de nuevo.
Ramón

ONDA dijo...

Creo que las casas de nuestros padres, con ese sol, a través, de los visillos cuando llegabas frío de la calle y esos sofas tan acojedoramente usados.

Que fantásticos recuerdos, en aquellas Navidades paternalmente familiares.

Esa niebla a mí en Navidad no se porqué me angustia, me ata. Me pasaba antes y me pasa ahora.

Pero el recuerdo del pasado en general me agrada para volver con mis padres, acabo de colgar mis nueve años en mi blog, espero que te guste.

Un abrazo

enrique dijo...

LA hermosura de las cosas sencillas...

Anónimo dijo...

Despues de leer lo del amor lésbico no podía ni imaginar cómo iba a proseguir la entrada. Y, como de costumbre, me has sorpendido. Firmaría una por una todas tus palabras (a lo mejor también soy un poco lesbiana yo, no sé)

Mery dijo...

Parsimonia, Amaro: gracias por vuestras palabras. Momentos tontos que tiene una en ocasiones y que intenta sobrellevar escribiendo.
Un abrazo muy fuerte.

Rios Oria: es cierto, no todos son recuerdos gratos y felices. La infancia está llena de angustias y temores también. Quizás para otro post.

José Ignacio: voy retrasada en mis lecturas de blogs, pero leeré la tuya sobre ese rayo de esperanza.

Onda: tus nueve años me parecen bellísimos. Enhorabuena y gracias por tus palabras.

Enrique, si,la hermosura de lo cotidiano y aparentemente insignificante.

Octavio: ya sabes que hasta para la melancolía hay humor, quizás así evitamos las lágrimas, o no.
Y en cuanto al amor lésbico, NO me cabe la menor duda de que todos los hombres sois lesbianos.
Mira, yo soy, en cambio, completamente gay.

Un beso a todos.

Javier dijo...

Te entiendo, la niebla posee una capacidad de sugerencia impresionante, es un elemento de la naturaleza que siempre me ha causado gran fascinación, a la vez que una enorme melancolía, creo que coincidimos en sus efectos, yo me acuerdo sobretodo de la niebla de mi infancia, aquella que avanzaba desde el mar borrando el Cantábrico y engullendo la tierra.

Аmanecer dijo...

A mì tambièn me produce melancolìa, la neblina, y mucho màs, esos largos dìas sin sol.
Esta melancolìa que tù describes, me ha gustado, la de los dìas en casa de mis padres, y estas fechas, cuando las celebrabamos en mi paìs.



Besos y muchos màs.

Ester dijo...

Sucede que este relato es precioso

LA MAMI dijo...

SON RECUERDOS QUE SIEMPRE PERDURAN
POR QUE SON AUTENTICOS
NENA FELIZ NAVIDAD
LA FOTO PRECIOSA COMO TU BLOG, SIEMPRE LOGRAS PONERME LOS PELOS DE PUNTA.
FELIZZZZZZZZZZZZZ NAVIDAAAAAAAAAAADDDDDD

ONDA dijo...

Yo en estas Navidades quiero sol mucho sol...

Anónimo dijo...

La felicidad es sumamente melancólica, Marie, a estas alturas usted lo sabe de sobra.