lunes, 9 de noviembre de 2009

El Café Colgado


Hay en Praga un pequeño y céntrico local llamado "El Café Colgado" o "U zavesenyho Kafe". Me entero por J.J Armas Marcelo de que está en plena calle de Jan Neruda, la misma que subí y bajé incansable hace unos pocos veranos sin saber que allí se encontraba este curioso establecimiento. Puede incluso que entrara en él y que, desconociendo el idioma, me fuera imposible apreciar el intercambio de caridades que guardaban sus paredes.
Parece ser que lo frecuente es tomar un café y pagar dos, es decir, dejar "uno colgado" para que lo disfrute quien no disponga de dinero y desee entrar en calor durante esos largos inviernos de Praga. El hecho me ha dejado pensativa en muchos aspectos. Qué bonito y barato gesto de caridad: una taza de café calentando la garganta de, quizás, un poeta, una mujer solitaria, un jóven sin un primer trabajo.
Si yo viviera en Praga, si me fuera concedido un mes sabático de enero, a veinte grados bajo cero, iría de mañana a tomar un té y dejaría pagado otro. Esperaría el tiempo que fuera preciso para ver el aspecto del parroquiano junto a la barra: ¿hay algún café colgado?
Mirándolo intentaría averiguar si es, como imagino, un poeta sin editor, o una mujer desparejada, un jóven sin oficio o un simple caradura, que también los habrá.
Hay que ver lo díscola que se vuelve la imaginación cuando una lee tres cosillas en el periódico.

13 comentarios:

Juan Carlos Garrido dijo...

El verdadero altrusimo consiste en eso: pequeños gestos que no cambian el mundo, pero sí nos transforman a nosotros.

Olga Bernad dijo...

No tenía ni idea, me ha encantado ese detalle. Es una manera de recordar que el otro lado existe y que, en el fondo, todos podemos pasar a ese otro lado del espejo en el que no tengamos ni para café, de hecho, no es tan extraño en estos días. Todo depende de hilos más frágiles de lo que quisiéramos y todos estamos por esas calles, tal vez necesitando un poco de calor entre tanto frío.
Muy bonito, Mery.

enrique dijo...

Si a mi me dieran un mes sabático a 20 grados bajo cero, invernaría seguro.
Dios, qué frio!!

José Ignacio Lacucebe dijo...

El término "caridad" no me acaba de convencer. No me estoy refiriendo al sentido de la palabra sino al uso, que de forma habitual, hacemos de ella.
Practicar caridad se ha convertido, en demasiados casos, en dar lo que nos sobra para tranquilizar conciencias.
Veo que en tu caso es diferente pues estarías esperando al receptor para conocerlo y si el idioma acompaña entablar una conversación.
Me encanta pagar el café de alguien, desconocido, con el que entablado conversación en una barra de café. Un abrazo

Anónimo dijo...

Qué buena costumbre esa, qué emotiva. Es un café que, así, jamás será solo, aunque no lleve leche.
Un beso, bella Mery.

Anónimo dijo...

Eres una romántica empedernida.
Precioso gesto que sin duda lo aprovechara el dueño del café para engordar su "bote".
Yo que soy romántica, me atacó esta vez el lado realista y práctico.
Besotes, Mery.

José Miguel Ridao dijo...

Tu imaginación se vuelve díscola y fecunda, Mery.

Un beso.

enrique dijo...

Invernar lo haría si me fuera a los cuarteles de invierno.
Lo mío es hibernar, tipo oso.
Perdón por la confusión.
Y gracias por el texto que nos transporta a las calles de Praga...

Anónimo dijo...
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Javier dijo...

Realmente un bello gesto, aunque no me imagino algo así aquí, ummmmm, definitivamente creo que no.

Miroslav Panciutti dijo...

Imagino que tras la barra habrá una pizarra donde el dueño vaya apuntando los cafés "colgados" disponibles. La idea es bonita y me gustaría saber si en realidad funciona; no vaya a ser que haya degenerado en costumbre "chic" y todos paguen doble y se considere de mal gusto pedir uno de los colgados. En tal caso, muy vivo el dueño del local. Pero que mis sospechas cutres no quiten el aire romántico de la historia.

Mery dijo...

Sombras, Olga, Parsimonia, Enrique, José Ignacio,Octavio, José Miguel, Miroslav, Pe-Jota...

A todos gracias por vuestros comentarios. No tengo tiempo para detenerme en cada uno de vosotros, pero veo que también os sale el lado romántico en esta aventura praguense. Caraduras los habrá, estoy segura, y no quisiera pensar mal de dueño del bar.
Lo bonito de ésto es ponerle literatura, y si es a varios grados bajo cero, el éxito está asegurado.

Gracias y un fuerte beso a todos.

ONDA dijo...

Preciosisima costumbre....seguro que no se le ocurrió a un politico fijo fijo.