miércoles, 19 de mayo de 2010

Mercadillos


A base de constancia me he ganado cierta fama de experta en mercadillos. Pueden preguntar a cualquier miembro de mi familia y a alguna de mis amigas.
Digo sin tapujos que los martes compro fruta en el del barrio de C., y los sábados, si estoy en tierras segovianas, bollos y bacalao en el pueblo de T. También cae ropa: un año fué prolífico en vaqueros, seis o siete...o diez, a cual mas bonito y mejor asentado. Si hubiera dicho que fueron comprados en Italia, en tiendas exclusivas, todo el mundo se lo habría creído. Otro año me colmé de camisas y chaquetas, en pana, en tweed, colores varios, rayadas, cuello en solapa o bicolor. Un cargamento que podría haber venido de Francia, supongamos un suponer.

A menudo me preguntan: ¿ésto es de mercadillo o es bueno? Pregunta casi ofensiva porque en marcas no copio nunca y me asombra que no se distinga la calidad - que una también visita las tiendas como el común de los mortales- pero así me lo he buscado y me da igual. Yo, a lo mío, que es merodear entre los puestos y disfrutar con cada descubrimiento. Y con la gente.
Quien no callejea a paso lento por los vericuetos de un mercadillo no sabe lo que se pierde.
En el griterío reinante, entre los que destacan siempre con su voz desgarrada los gitanos, he oído maravillas del lenguaje calé: "¡Regrorio, dame cambio" !, "Brusas a cincooo", " Señora compre-compre, que a quien no me compre le robo el borso" , "Venga shosho no lo pienses mas" "Amos guapas que mañana estoy en la cárcel".
Un día pregunté a un vendedor por unas medias de rombos y me hizo el estilismo completo: "mira cariño que ésto te lo pones con unas bailarinas marrones y un chort-pirata y te sale novio na mas que pises la calle". No recuerdo ahora si le compré las medias.
En otra ocasión descubrí a un jóven híbrido de Joaquín Cortes y Rafael Amargo que endosaba con mucho arte calcetines y ropa interior de dudosa calidad. Resultaba tan atractivo que me aposté con mi hermana junto a su tenderete y le observamos sin comprar nada. Cuando él, avispado como todos los de su profesión, cayó en la cuenta, se centró en engatusarnos con unos pantys "efecto masaje" y una sonrisa profidén maravillosa. Nos engatusó y las compramos ( de efecto masaje, nada, por supuesto). Pero ya era tarde para cambiar el timo y ahora sólo recordamos sus dientes blanquísmos de pirata.
Tengo anécdotas para aburrir pero ya me callo y cierro esta ventana. No lo echen al olvido: un mercadillo es gloria bendita al alcance de la mano.

12 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

Geniales los comentarios de los vendedores. Tienen mucho arte, pero también mucho peligro. A mí los mercadillos me agobian, quizá porque soy hombre y no disfruto comprando. ¿Será un gen masculino?

Un beso.

Mery dijo...

José Miguel: he conocido pocos hombres que disfruten "mercadillenado", Es genético, no me cabe la menor duda.
Yo me lo paso bomba, porque me han ocurrido cosas graciosísimas que no he contado por no marear.
Un beso

Manuel Amaro dijo...

Venga shoshooooo, jajajjaja.
Chica seria, desde hoy te miro de otra manera.

Juan Carlos Garrido dijo...

Sin duda, salvo honrosas excepciones, es una cuestión cromosómica. Para la mayoría de los varones comprar no es un motivo de disfrute sino un engorroso trámite.

Saludos.

enrique dijo...

Es genético, si.
Aunque yo prefiero los mercadillos a los centros comerciales.
¿Conoces el de Inca?
¿Y el de Riaza?

Abrazos.

Mery dijo...

Manuel: te recuerdo que lo de shosho lo dicen ellos NO yo. ;)
Faltaría mas.
Un abrazo

Sombras: sin duda los hombres soléis mirar las tiendas y demás lugares de perdición como si fueran monstruos imbatibles. Nosotras, en cambio, lo llevamos bien.
Un abrazo

Enrique: una vez estuve en el de Riaza, pero de pura casualidad, según pasaba a una excursión por la zona. El de Inca no, no me suena de nada. Ya me contarás si merece la pena de verdad-de verdad.

Un abrazo

El Deme dijo...

El mercadillo es divertido. Tiene un ambiente colorista y un sonido muy peculiar, hay muy buena energía y bueno, si compras bien y si no compras tampoco pierdes mucho. Como radiografía de la España profunda dice mucho. Es mejor un mercadillo de gitanos que una tienda de chinos, no sé, lo veo como más nuestro.

Mery dijo...

Claro que si, Deme, el mercadillo es todo nuestro, heredado de estas raíces judeo-cristianas que llevamos en lo mas hondo de nuestra cultura.
A mí me encantan
Un beso

Аmanecer dijo...

A mi lo que me ha encantado es tu manera de escribir, y contar tus alrededores. Ademàs del recorrido por el mercadillo que tu has descrito :D

Se disfruta en grande esos recorridos, ( solo que aquì el idioma es muy diferente )entre tradudir y pensar, ya perdiò la gracias.

Buen fin de semana Mery!!
Besos y muchos màs.

Mery dijo...

Amanecer: buen fin de semana para tí también. Gracias por tu visita y tus amables palabras;siempre eres bienvenida por aquí.
Besos

Javier dijo...

El mercadillo, esencia comercial patria, aunque a mi me gustaría que se parecieran más a los de Londres, pero bueno aquí es así como de más ir en alpargatas. Aunque no dejan de tener su gracia.

Mery dijo...

Pe-Jota: qué gracia lo de las alpargatas. Todo muy patrio, si señor.
Un beso