lunes, 5 de julio de 2010

Una amiga enamorada


Tengo una amiga enamorada.
Dicho ésto en los tiempos que corren no es muy habitual, o en mi grupo de amigas con el corazón libre, no lo era ultimamente. En las reuniones femeninas que tanto nos gustan sólo aparecían reseñas de moscones varios, casados en busca de aventuras, separados con cuerpo de jota y cero modales, solteros raritos en edad madura e intenciones dudosas.

Puesto que mis amigas son mujeres de mucha valía por sí mismas, independientes, cultas y además, guapetonas, esos entes que las pretenden no tienen mucho ni poco que hacer con ellas, así que se les nombra de soslayo, como pura anécdota y escaso interés.

Es decir, que no se hablaba de amor propiamente dicho, hasta ahora.
A partir de ahora se habla mucho y de muy variadas formas: en persona, por parejas o en grupillos mas o menos numerosos, por teléfono , a través de mensajes a tres bandas, con carambola y acuses de recibo, emails a los que acompañan fotos o simples ideas repentinas que surgen en cada cabecita como ráfagas de complicidad.

Cuando el amor anida y crece en el corazón de una mujer, el resto de mujeres se contagia de su voluptuosidad y desea participar en la medida de sus posibilidades; entran en escena recuerdos de amores pasados, abruptas frases de rencor o almibaradas imágenes de lo que puede llegar a ser si...o quizás si no...
Todo es confuso y cambiante. Todo está contaminado por el agridulce deseo que fluye entre la pareja que se ama.
Hasta que la chica en cuestión dice : basta, dejadme saborear este amor que es sólo mío.
Porque resulta que con tanto ir y venir de boca en boca, de corazón en corazón, acaba siendo un amor manoseado, que pierde su color y sus raíces.

Las mujeres, que también entendemos de ésto, nos retiramos a observar desde la distancia, a la espera de las noticias que llegan como señales humo, difusas, pero inteligibles.
Yo creo que si el hombre, segunda parte contratante de este embrollo sentimental, supiera de ello, gritaría a los cuatro vientos, los versos de Antonio Colinas:

Dejadme con la libertad que se pierde en los labios de una mujer.


10 comentarios:

El alegre "opinador" dijo...

Que tu amiga disfrute de su amor y sea muy feliz. Las demás a esperar una oportunidad, que seguro que llega...
Besos.

Mery dijo...

Alegre: es curioso de qué manera nos contaminamos todas, casadas y solteras. Tendemos a ser cómplices de todo lo que huela a amor, detectamos su aroma a mil leguas.
En fin, una situación felíz en tiempos de crisis.
Un abrazo

Miroslav Panciutti dijo...

Cómo os gusta enamoraros a las mujeres ... A veces (no digo que sea el caso de tu amiga) os enamorais del mismo enamoramiento, algo tan fuerte, tan estimulante, pero que, aunque emparentado con el amor, tanto puede distar de éste. En todo caso, os pone guapas y felices y, al fin y al cabo, de eso se trata ... Un beso.

Аmanecer dijo...

La felicidad, provocada por el amor, es contagiosa. Lo cuàl se desea estar contagiad@ siempre.

Felicidades a tu amiga!!

Y para tì, mi agradecimiento infinito, por dejarme caminar a tu alrededor.
Besos y muchos màs.

Anónimo dijo...

Hola Mery. Tu entrada me ha hecho sonreir. Es verdad que con la edad se habla cada vez menos del amor (con mayúsculas) en las reuniones de amigas. Será por esa escasez que el contagio es cada vez mayor cuando alguna de ellas viene con una nueva historia - aunque también es verdad que esa complicidad de la que hablas se encuentra en mujeres de todas las edades y condiciones... A mi también me encanta contagiarme de esa dicha que desprende una amiga enamorada, aunque tampoco me importa demasiado cuando es a mí a la que le toca contagiar ... Saludos y felicidades por este blog.

Juan Carlos Garrido dijo...

Resulta complicado (no digo imposible), a partir de determinadas edades, porque el tiempo erosiona la inocencia, y es difícil alcanzar el amor desde la desconfianza y el cinismo.
También porque, a las citadas edades, suele hacerse buena la máxima : "No está la sardina en el plato por falta de gatos"; quien no cojea de un pie lo hace de ambos, y resulta más sencillo conformarse que enamorarse.

Pero siempre quedan las excepciones.

Saludos.

Torres Coco dijo...

Es verdad tener una amiga enamorada es contagioso. Cuando te miras al espejo te ves más guapa.

Besitos,

enrique dijo...

Hasta hace poco yo era uno de esos "solteros raritos en edad madura e intenciones dudosas".

Pero ya me he rehablitado...

Javier dijo...

No hay nada más reconfortante que ver como, a pesar de todos, los dardos de Cupido siguen teniendo efecto, tal vez porque el corazón humano sigue atendiendo a razonamientos muy poco razonables, o tal vez porque el ser humano no ha nacido para vivir en soledad y necesita compartir.

Mery dijo...

Amigos blogueros: mi agradecimiento por vuestros comentarios, cariñosos y certeros siempre.
Bienvenida, Sara, desde tus latitudes al norte.
Un beso para todos: Pe-Jota, Enrique, Torres Coco, Amanecer, Sombras,José Ignacio, Miroslav y, por supuesto, Sara.