sábado, 11 de diciembre de 2010

De música y palabras


Ayer, por tercera vez en este año, volé en busca de la Novena de Beethoven en el Auditorio Nacional de Madrid.

De las tres representaciones he sacado distinta percepción lo que me resulta sorprendente en una persona poco instruída musicalmente como soy yo. La Orquesta de la Universidad Autónoma de Madrid sonó ayer inconexa en ciertos puntos del primer y segundo movimiento; para el adagio molto e cantabile ya había decidido no ser tiquismiquis y pasar por alto sus despistes de entrada. Y en el finale presto, todo mi oído y atención se centró en los cinco coros reunidos para el Himno de la Alegría. Es tan conmovedora la Novena que siempre arranca ovación y aplausos, lleve quien lleve la batuta.

Me quedo sin dudarlo con la Novena bajo la dirección absoluta de Ramón Torrelledó, de la que ya hablé en mi entrada del 5 de junio pasado.

Como no sólo de música vive el hombre (aunque Nietzsche pensara casi lo contrario), leo en estos días "La impaciencia del corazón" de Stefan Zweig y mezclo mis momentos de melancolía con su introducción:

"Hay dos clases de piedad. Una, débil y sentimental, que en realidad sólo es impaciencia del corazón para liberarse lo antes posible de la penosa emoción ante una desgracia ajena, es una compasión que no es exactamente compasión, sino una defensa instintiva del alma frente al dolor ajeno. Y la otra, la única que cuenta, es la compasión desprovista de lo sentimental, pero creativa, que sabe lo que quiere y está dispuesta a aguantar con paciencia y resignación hasta sus últimas fuerzas e incluso mas allá".

Y, de Schiller, un párrafo de su Oda a la Alegría, gloriosamente musicada por Beethoven:

"¡ Volad alegres como los astros
a través del inmenso espacio celestial !
¡ Seguid, hermanos, vuestra órbita,
alegres como un héroe en pos de la victoria!"

11 comentarios:

enrique dijo...

Tu música clásica tiene un alto nivel de excelencia...
Y tú también, que estás guapa aunque parezcas en la foto una na´vi del planeta Pandora!!

Anónimo dijo...

Precisamente esa novela de Zweig lleva ya casi un año en la estantería donde guardo los libros "por leer", pero por una u otra razón, he ido eligiendo otros libros, mientras que éste ha ido quedándose atrás (y cayendo casi en el olvido!!.) Este prometedor comienzo de la novela me anima a sacarla ya de esa estantería, que la pobre ya estaba cogiendo mucho polvo....

Mery dijo...

Enrique: siempre tan amable, aunque suene a peloteo. ¿Dónde está el planeta Pandora? Digo por hacer una visita rápida, o no tanto, si es menester.
Un beso

Sara: comprendo muy bien eso de los libros por leer. Mi montón se hace cada vez mas y mas grueso. Seguro que te gustará éste, ya me contarás tus impresiones.
Un beso

Felíz fin de semana a ambos

Madame X dijo...

Mery, qué perseverancia con la 9ª de Beethoven. A la cuarta, espero acompañarte yo. Pero ya será para el año que viene.

Uhmmm... Stefan Zweig Y Schiller... hace que no les leo desde el Paleozoico casi. Eres como la voz de mi conciencia, que me la remuerdes toda.

Feliz domingo. Un besito.

enrique dijo...

Pandora es el planeta de la película Avatar...

Álvaro dijo...

Mery, en un principio disfruté de Beethoven, estos días me acerco mas a Satie o Fauré, imagino que será por las últimas hojas de otoño. De Zweig siempre recordaré "carta a una desconocida", me emocionó. ya me dirás qué tal éste. Un beso

Аmanecer dijo...

Cuando conjugas mùsica y plabras,
Me gusta echar a volar mi imaginaciòn, ya que en esos momentos, es la ùnica que tengo.
El tìtulo del libro suena interesante, seguro que lo es verdad?

Tienes mirada profunda, y hermosa sonrisa!!
Besos, y buen inicio de semana!!

José Miguel Ridao dijo...

Bueno, esto ya es demasiado. ¡Tres novenas en un año! Voy a teñir mi blog de verde envidia. As usual, coincidimos en entrada musical. Has hecho que me apetezca releer esa obra de Zweig. Todo lo que escribió es bueno.

Un beso.

Olga Bernad dijo...

Uf, qué exacta esa piedad desprovista de lo sentimental. Es extraño cómo alguien dice lo que uno ha pensado pero no ha sabido concretar con exactitud, con la excelencia de la que hablabas en tu anterior entrada.
Es mucho más cómoda la autoindulgencia en la imperfección y en la sentimentalidad. Tu(s) entrada(s) reafirman mis pobres convicciones.
Besos.

Javier dijo...

Porque no es necesariamente un mundo de instrucción, hay algo más básico, más fundamental, la sensibilidad.

Mery dijo...

Madame: apuntemos en las agendas respectivas. Y si no ponen la Novena, lo que nos echen...
Un beso

Alvaro: Fauré también es uno de mis preferidos estos días. En cuanto a este libro, ya contaré mis impresiones.
Un abrazo

Amanecer: gracias por tu comentario. Zweig es siempre una estupenda lectura, yo te lo recomiendo.
Un beso

José Miguel: no tiñas nada de verde-envidia, que esta última representación no fué para tirar cohetes. Y si, todo Zweig merece la pena (qué te voy a contar a tí...)
Un beso

Olga: es mas que frecuente esa sensación de que otros lo dicen mejor que tu, pero tal y como lo sientes. Yo creo que a mi me pasa casi cada vez que abro una hoja ;-).
Frustradita totalmente, como comprenderás.
Un beso, esta vez vespertino

Pe-Jota: de sensibilidad entiendes un poco muy mucho, así que no te respondo nada mas, barcelonés.
Un beso