Antes miraba los relojes
con el ansia de un minuto que se acaba,
sin ayer, sin mañana,
al momento.
El paso lento del péndulo
era un pendiente de oro en la pared desnuda.
En mi muñeca, pulsera
de acero inmaculado,
como mi carne vírgen.
Antes miraba los relojes
con el pasmo boquiabierto de quien no entiende nada.
Antes era incierto
o incierto se ve ahora
cuando marcan ausencias
que van siendo eternas.
Y yo me voy y tu no vuelves.
Y quien nos mira sabe
que, al final, todo se pasa.
7 comentarios:
Pues sí que está inspirada... ¡Qué maravilla de entrada!
Besos.
Anda, si que me ha encantado!!
Que difìcil es, mirar el reloj cuando marcan ausencias.
Y ese tiempo corre lento, per como tu bien dices, todo pasa.
Buen fin de semana!!
Besos.
Uno solo mira los relojes cuando el tiempo escasea. Cuando todo el tiempo está por delante, ¿quién se acuerda del reloj?
Saludos.
Prefiero mirar poco los relojes y dejar que la vida se vaya deslizando.
Aprovecha y escribe!!!
Es bellísimo el poema.
El tiempo, a veces, es un cruel marcapasos.
Un besazo.
Un día caí en la cuenta de lo que el tiempo marca nuestras vidas y cogí la pluma (mejor dicho, la tecla).
Muy amables vuestros comentarios.
Un beso para Madame, Amanecer,Manuel, Pe-Jota, Sombras, Alegre.
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