miércoles, 14 de octubre de 2009

El caos y el órden


Cuando llevaba mas de un cuarto de hora acomodada en su asiento del avión aún seguía repitiéndose para sí: 14 E y 14 F. Ya no le hacía falta recordar sus plazas asignadas pero no podía evitar que esas cinco palabras brotaran en medio de sus pensamientos, sin aviso ni deseo.
Miró hacia el techo y vió que en todas las filas, delante de ella, se repetían las mismas letras: D E F. Y a la izquierda del pasillo: A B C. Sin variación ni error, ordenaditas como buenas niñas. Miró obstinada por si alguna fila se hubiera sublevado y se leyera E D F. Nada, rigor absoluto de la fila catorce en adelante; era de suponer que detrás sucedería lo mismo. Una lástima.
Miró la perfecta alineación de las señales en las puertas de emergencia, los luminosos de abróchense los cinturones apagados en el mismo instante, las medidas exactas del carrito que arrastraría después el azafato pasillo arriba y pasillo abajo.
Por la ventanilla atrás quedaba una pista de aterrizaje iluminada con focos simétricos, guardando entre sí la misma distancia entre uno y otro, y entre el siguiente y el siguiente. La pista hubiera continuado recta hacia el infinito, paralela a la autopista donde los coches hubieran circulado infinitamente sin tocarse con el avión, tan exacto era el cálculo de las distancias.
Y el avión daba leves botes atravesando las nubes, con el justo intervalo de tiempo para contar hasta cuatro y esperar al nuevo bache. Nadie hablaba.
Todo era armónico, perfecto, esperable.
Y, entonces, se preguntaba ¿ a qué este desequilibrio entre el órden del universo y el caos de mi cabeza?

8 comentarios:

enrique dijo...

Ya estamos los humanos para desbaratar el orden cósmico.
Afortunadamente.
Sentimientos y sensaciones -tan humanos ambos- no se rigen por las leyes cósmicas sino más bien por una suerte de relatividad anárquica...

Juan Carlos Garrido dijo...

Disculpe que discrepe, Mery, pero la esencia del universo es el Caos (sic). Lo que ocurre es que nuestra mente es incapaz de abarcar esa complejidad, que intentamos disfrazarb de orden para simplificar, pero, a la menor ocasión, aflora de nuevo la entropía y la realidad nos muestra su verdadera cara.

Resulta curioso, pero yo escribí hace tiempo un relato justo sobre eso y que no consigo colocar en ningún sitio (en realidad, no he conseguido colocar ninguno de mis cuentos metacientíficos, por los que un servidor experimenta una debilidad que no es compartida por el resto del universo, otra prueba más de la entropía subyacente).

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Bueno Mery, pues me has dejao pillao, desorden, caos, y en avión.

¡Qué miedo a las alturas!

Pedro Herrero dijo...

Yo no habría podido escribir ese relato, querida Mery. Un cuarto de hora después de haberme sentado en el avión, seguiría esperando a que despegara. Cómo se nota que en Madrid teneis una nueva terminal. También la tenemos en Barcelona, pero aún no he experimentado sus efectos. Gracias por tu relato.

Coraline dijo...

Me ha gustado muchissimo el relato y aún no se porque. Me he visto transportada a ese avión con la inseguridad que destilan tus palabras. Dan ganas de saber más.

Donde va el avión? Que preocupaciones tiene la protagonista? Queria saber más a medida que lo leia. Me ha parecido genial.

Mery dijo...

Enrique: me ha gustado eso de "suerte de relatividad anárquica". Es perfecto.
Un beso

Sombras: tienes razón con el caos universal, de hecho lo que está observando la muchacha todo el tiempo es el órden que ha impuesto el ser humano. Todo es obra de la mano del hombre: la numeración de las filas, los focos, las medidas...
Muy inteligente tu comentario.
Un beso

Javier: ¿quien dijo miedo? ¡ Un chicarrón como tu! Lo dudo, lo dudooo.
Besos

Pedro: desbarato tu creencia porque todo ocurrió en el aeropuerto de Amsterdam. Datos ocultos en el relato, bien es cierto.
Un beso

Coraline: nueva por estos pagos. Te agradezco mucho tus palabras, de corazón. Vuelve cuando quieras y un fuerte abrazo

Javier dijo...

Porque el Caos es más verdad que el orden impuesto por los mismos humanos, que a la vez somos caóticos y pretendemos ordenarlo todo y a la vez lo desbaratamos todo, me parece que me he liado, jejejejeje, pero está claro, ¿no?

Manuel Amaro dijo...

Creo que iré al frigorífico y me tomaré una cerveza bien fresquita.