Lo de hoy es una confesión, un mea culpa: estoy observando que de un tiempo a esta parte cometo hurtos a discreción. Robo flores, por ejemplo.
Robo hortensias de los jardines comunitarios, cuando son grandes y frondosas, las seco boca abajo en la oscuridad de un armario y después las coloco en un jarrón de casa. Espío instintivamente los parques y los asalto de noche, como un vulgar ladronzuelo, armada con tijeras de cocina por si el tallo se me resiste. Me culpo de haber asaltado incluso el jardín de mi comunidad y haber arrancado a cuajo cuatro cogollos floridos.
Ahí no queda todo, no señor. El fin de semana pasado estuve en el pueblo de mi madre, paseando cada tarde al caer el sol, contemplando maravillada la recolección propia de la temporada: todo el campo está ahora en afanosa cosecha de tubérculos, de hortalizas, y ese oleaje de tierra removida me deja embriagada. No puede ser que tanta belleza despierte en mí las ganas de apropiarme de lo ajeno. Pero sí. Cuando ya casi se ha puesto el sol del todo y los hombres y mujeres del campo abandonan sus huertas, dejan una estela descuidada acá y allá, como al tuntún, y ese desbaratamiento me llama poderosamente la atención. Así que ahora también robo patatas; en cada paseo, cuatro o cinco, que meto en mis bolsillos para que no se note mi desvergüenza.
Para las gentes del pueblo podrá ser escandaloso, y pueril; ya quisiera yo explicarles, si me pillaran, que los que somos de ciudad encontramos irresistible tomar estos frutos de la tierra así, de primera mano; olerlos, quitarles la tierra y volverlos a oler. Llegar a casa y comerlos con la satisfacción de la aventura.
De vuelta a casa pisoteo, sin querer, a otras compañeras de profesión, furtivas como yo: varias hileras de hormigas - se podrían contar a miles - arrastran sobre sus cuerpecitos otras miles de pipas de girasol que han descubierto junto al camino, en un montón gigante y negro como la noche.
17 comentarios:
Es el encanto de lo prohibido, amiga Mery.
Un abrazo.
Ten cuidado, como están las cosas, no sea que te relacionen con los brotes verdes, de ahí con la política y de la política con el caso Gurtel. Un abrazo desde Lovaina, donde mansamente llueve.
Haces bien en confesarlo, Mery, así la cosa no irá a más, y además hemos podido disfrutar de tan encantador relato.
Un beso.
Sombras: si, la atracción irremediable de lo prohibido. El caso es que no vaya a mas.
Un abrazo
Antonio: detrás de tus cristales llueve y llueeevee. Qué suerte la tuya.
Descuida, la política y yo estamos muy, pero que muy reñidas.
Un beso desde la capital de este
reino
José Miguel: tu sí que eres un encanto cada vez que asomas por esta ventana.
Un beso y buenas noches
Como aficionado a la jardinería, me identifico... ¡pero no sé si te invitaría a mi jardín! En cualquier caso, muy divertido.
Sólo estás celebrando el tiempo de la cosecha, el equinoccio, no es que robes...pero procura que no te vean
¡Qué barbaridad! ¡Qué feo vicio! Seguro que, además, pirateas por internet. Cuánto han caído los más elementales principios éticos. En fin, ya sabes, restituye lo robado y reza tres padrenuestros y tres avemarías. Ah, y si haces una buena tortilla de patatas, avisa. Un beso.
Eso es nocturnidad, alevosía y reincidencia.
Pero estas tres circunstancias agravantes, mejor que en el código penal, en tu caso encajan en la pura literatura...
De una simple anécdota generas belleza con tus palabras.
Mi abuela también es ladronzuelilla, pero por temporadas. Asalta los naranjos en flor cuando es primavera y se lleva azahares para hacer té.
Besos.
Javier: descuída, aún sé mantener las formas y no robo en casas particularess. En todo caso, te pediría un par de flores. Un abrazo
Lansky; me gusta lo que dices de celebrar la cosecha. Así mirado suena hasta bonito y falto de culpa.
Un abrazo
Miroslav: por ahora no hago descargas ilegales ni otro tipo de latrocinios. Mi sentido de la culpabilidad sería insoportable para míi misma. Ay, esta condición humana.
Un beso
José Ignacio: entiendo muy bien ese sentido depredador del que hablas. No está bien el acto en sí, aunque se trate de flores casi secas o de cuatro patatas caídas al descuído. Por eso entono mi mea culpa.
Un beso
Enrique: asumo todos los agravantes, hasta se le podría añadir "vagos y maleantes". Te agradezco que hayas encontrado el texto bonito, de verdad.
Un beso
Parsimonia: recuerdo que un día comentaste lo del azahar en el té. Y comprendo a tu abuela: tener esa flor casi en la palma de la mano es completamente irresistible.
Muy amable tu comentario, morena.
Un beso
Gracias a todos por vuestra visita y por ser tan comprensivos con mis faltas.
Me hubiera quedado más tranquilo si hubieses escrito una patata, pero veo que son cuatro o cinco y, chica, la cosa me preocupa ya.
La cleptomanía forestal debería estar galardonada (hoy en día, en que la afición a tomar prestado lo ajeno es toda una religión para los múltiples estamentos en los que sobrevivimos), con el PREMIO AL BUEN GUSTO.
Gracias por premiar a tus lectores con tan divertido relato, me ha encantado.
Bsss cleptómanos
Lo tuyo no lo contempla el seguro de la vida, pero me apunto a ello.
Permíteme que te exprese mi admiración por lo bien que escribes, ha sido una delicia leer este pequeño relato con ese aroma exquisito a JRJ, me ha parecido a mí. Un abrazo
Deme: qué guasón eres. Un abrazo
Max: lo que dices no es ninguna tontería, esta hartura de corrupción política y demás deshonras bien vale unos hurtos florales. Gracias por tu amable comentario.
Un abrazo
Javier: ya que me dedico a la sisa de hortensias, elige otra cosa. Así variamos.
Un abrazo
Peregrino: me dejas ruborizada con tus palabras, pues encontrar un paralelismo con JRJ en mi relato de llena de orgullo y mucho pudor.
Gracias, no sé si tienes razón o no, pero me has elevado a los cielos.
Un abrazo
Con el precio que se gastan las floristerías y ya no digamos el mercado, no me extraña, así que tu tranquila, que lo que es de España es de los españoles.
Son robos bonitos
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