Otra historia del metro. Miento, ni siquiera es una historia, sino mis pensamientos, que viajan al compás del traquetreo del tren.
Vagan a través de los tiempos y del espacio, caminan libres y díscolos por sendas que jamás transité y subitamente son capaces de interpretar una vida, de la que sólo poseo una mirada ausente, un gesto serio, una comisura del labio caída.
Volvía a mediodía a casa, sentada, observando en el vagón lo que de sus almas me dejaban ver los dueños. Cedí mi sitio a una señora mayor que arrastraba una increíble cantidad de peso para la fragilidad aparente de un cuerpecito enjuto y encorvado. Me sonrió con levedad, y sus ojos asomaron también cargados de mucha historia. Sin duda, una mujer criada en la posguerra.
Para qué quiero mas. El resto del viaje lo pasé imaginando su infancia y juventud, la escasez de alimentos, el estraperlo, la censura del cine y los libros, el trabajo, trabajo, trabajo...Me dió una pena infinita pensar lo que quizás fueron sus años primeros. No sé por qué no le supuse una vida muy feliz.
Luego miré mi reflejo en el cristal de la ventana :
coño, Mery (sic) habrá que ver cuando seas vieja y alguien observe tus arrugas en un vagón, como haces tu ahora. Es posible que ese alguien se apiade de tí también y se lamente:¡ pobrecita, sin duda le tocó vivir el gobierno entero de Zapatero !
14 comentarios:
Siempre me ha caído bien la gente que cede el asiento.
Tú seguro que resistes al Gobierno de Zapatero. Tras el de Aznar, estás estupenda (virtualmente estupenda, al menos, que es lo que nos dejas conocer de ti).
Pues sí, o dirá ¡pobre! vivió en un mundo que no protegió a esos 300 niños que ha asesinado Israel.
Ningún país se ha levantado indignado, ni aunque la ONU haya sido atacada impunemente.
Bueno, Mery, yo a lo mío. Creo que el ser humano se adapta a los buenos y malos momentos y esa mujer seguro que fue feliz, pero también tuvo momentos tristes.
Un beso.
Me ha gustado mucho tu blog.
Un saludo
Recomiendo el artículo de ayer de Carlos Herrera en ABC. Me lo ha recordado esta estupenda entrada que, con sensibilidad y gracia, habla también de tres amplias generaciones de españoles.
Y el de González, y el de Aznar, y el fin del franquismo, y el del pesado que venga. Marie, querida, aprecio su capacidad de resistencia. Todos son igual de malos, y posiblemente el presidente que haya cuando sea usted una adorable ancianita no será mucho mejor -incluso, tal vez, peor- que Pazguatero (nombre que no tiene nada que ver con que sea una fuerza de paz, como él cree, sino con el hecho de que es un pazguato)
Venga, Mery, tú nunca tendrás arrugas. La realidad virtual tiene estas ventajas. Un beso, preciosa.
El gobierno de Zapatero que hizo posible que la personas del mismo sexo pudieron casarse y dejar de estar discriminadas ante la ley.
(¡Qué horror permitir una cosa así, válgame dios, a dónde vamos a ir a parar!)
Veo que algunos se toman la entrada con humor, de la misma manera que yo la escribí y la ideé durante el trayecto. No pretendo otra cosa que , parafraseando a García Márquez (y con cambio) hablar del "Humor en los tiempos del cólera."
Octavio me comenta dos veces, visita muy de agradecer, porque no ahorra en galanterías.
Antonio me recomienda un artículo y a él me dirijo con gratitud.
Parsimonia recuerda las convulsiones en Tierra Santa, bien hecho, porque corremos el peligro de poner una nube sobre algo que nos pilla tan lejos, cuando la desgracia humana es universal.
Deme se toma muy a pecho mi frase final. Reconozco a Zapatero lo que hace, tanto de bueno como de malo. Mucho me temo que sus fielísimos seguidores no se tomen la molestia de analizar en profundidad todos sus actos. Tampoco lo hacen otros tantos descerebrados del partido de la oposición. Qué le vamos a hacer.
Lobo estepario saca a relucir las joyas de Aznar, González y todo Presidente que nos vapulea de acá para allá. Tienes mucha razón, Lobo.
Y un nuevo visitante llamado Perroflaco. Bienvenido.
Gracias a todos. Siempre tomo nota de vuestras opiniones.
Debes ser de las pocas que cedes el asiento y mira que a veces dan pena algunos viejecitos, pero la vida cambia, ahora no se estila la buena educación. Un abrazo
Olalla..
Zapatero, Aznar y Felipe, mejor dicho. Eres una superviviente nata, Mery. Un abrazo...
Pd: Creo que deberías escribir un relato sobre esto. Quedaría bien, sin duda.
Sí es curioso el efecto que produce el metro, pero parece como si nos empujara a analizar vidas y milagros de aquellos que nos rodean allí encerrados, obligados a una interrelación forzosa entre paradas.
Bienaventurados los supervivientes, porque a ellos les tocará pagar la cuenta de esta "juerga".
AMEN.
Querida mery, y no estoy seguro que será lo peor!!
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