miércoles, 3 de febrero de 2010

Gente como Tatiana


Tatiana trabaja a todas horas. Creo que es búlgara.

Por las mañanas y por las tardes, en una pastelería y, entre medias, sirve comidas y cenas en el restaurante de enfrente. Con estos horarios no hay resquicio por el que pasar un momento por su casa, según he calculado.
Primero la conocí desayunando en la pastelería-cafetería, donde ella despachaba a los clientes con una sonrisa permanente y sus ojos azules ajenos al cansancio. En días sucesivos, ya fuera a última hora de la tarde, sus facciones permanecían intactas y animosas, siempre presta a una charla sobre el tiempo o sobre las calorías de sus milhojas.

Y el domingo pasado, a mediodía, Tatiana me servía una comida pantagruélica en el restaurante mas concurrido de la zona. Como la miré sorprendida, ella me dijo: "si, ya ves que también trabajo aquí". Yo le respondí como un espejo, nuestras dos caras sonrientes: "claro, hay que aprovechar los días de mas trabajo" (por darle ánimos, pues en realidad sentí una infinita pena por su falta de descanso). Ella continuó repartiendo alegrías por todo el comedor, parándose a hablar con nosotros cuando podía, felíz porque los fines de semana el restaurante se llena hasta los topes y ella no para de subir y bajar escaleras, de la cocina a la mesa 10, de la mesa 6 a cobrar a la caja...
Todo el peso del mundo me cayó encima de los hombros mientras la observaba, suponiendo un agotamiento que ella parecía no sentir.
Cuando llegó la hora del postre, ofreció a los comensales un strudel de manzana y canela, receta de su tierra, que ella misma prepara en la cocina de la pastelería "cuando no entran clientes".

Al pagar la cuenta, se acercó el dueño a preguntarnos si habíamos quedado satisfechos y yo le felicité sin dudarlo por la joya de Tatiana.
También felicité a Dios porque haya gente como ella, que, en domingo, nos muestra sus dientes balcánicos a todos cuantos nos quejamos de que estamos pal arrastre de lunes a viernes.



14 comentarios:

Jose Antonio G. Villarrubia dijo...

Cuanta razón tienes....
Un cordial saludo.

Olga Bernad dijo...

Qué bien viene de vez en cuando mirar alrededor...

José Miguel Ridao dijo...

Y es que la felicidad está muchas veces por encima de la vida que nos toca. Está dentro, no fuera, aunque lo de fuera ayuda bastante.

Un beso, Mery. Me ha gustado mucho la entrada.

Mery dijo...

José Antonio: qué alegría verte por aquí. Paso a verte en seguida. Un beso

Olga: esta mujer me causa una admiración contínua, créeme. En ella veo reflejadas muchas caras de este poliedro que es la Vida.
Un beso

José Miguel: mirando a Tatiana, y tantas tatianas que nos cruzamos te das perfecta cuenta de lo que acabas de comentarme: que la felicidad la lleva uno dentro y que cada uno toma su vida según quiere tomarla.
Por supuesto que hay circunstancias tan desgraciadas que no habría manera de encontrar felicidad ni por un poro de su piel. Pero, pero...¡vivan las tatianas!

enrique dijo...

Bravo por Tatiana.

No se si tendréis la misma percepción que yo, pero ultimamente las tiendas y los restaurantes están llenos de empleados sin sonrisas ni ojos alegres. Es más, están llenos de dependientes y camareros que no quieren vender nada ni atender a nadie...

Juan Antonio González Romano dijo...

Muy buena reflexión. La mayoría de las veces no tenemos derecho a quejarnos. Basta con saber mirar alrededor, tan fácil hacerlo, tan inhabitual.
Un beso, Mery.

El Deme dijo...

Pues por lo menos los dos trabajos los tiene cerca. Con la cantidad de tiempo que ser pierde en las ciudades desplazándose de un sitio a otro. ¡Y le da tiempo a hacer tartas!.

Mery dijo...

Enrique: por eso mismo el caso de Tatiana me sorprende doblemente. También he comprobado que en muchos comercios casi te dá miedo preguntar por otra talla, o que te traigan un café. La mayoría de las veces ni te dirigen la palabra.
Un abrazo

José Ignacio: Tatiana reparte sonrisas porque su carácter es así y porque ha decidido no culpar a nadie de su suerte, sea buena o mala. Acepta haber venido a España a trabajar cuanto haga falta, ella lo ha elegido por sus circunstancias, y asume plenamente su decisión.Y encima ha decidido ser felíz. No todo el mundo actúa de igual forma, de sobra conoceremos todos otros ejemplos.
Gracias por tu argumento.
Un abrazo

Juan Antonio: cuánta razón tienes, hay que ver lo que nos cuesta dejar de observarnos el ombligo y mirar alrededor. Gracias y un abrazo

Deme: pues si, ambos trabajos los tiene a tiro de piedra, pero es que por su hogar debe pisar exclusivamente para dormir y poco mas. Y encima hace tartas, lo que tu dices. ¡Y qué tartas!
Un abrazo

Javier dijo...

Deberíamos reflexionar !!, en vez de andar quejándonos a todas horas, tal vez así recuperásemos la sonrisa.

Manuel Amaro dijo...

Hay que joderse qué bien cuentas las cosas.
Eres toda una maestra.
:D

Javier Sánchez Menéndez dijo...

En parte, todos somos Tatiana.

Muy bueno.

Mery dijo...

Pe-Jota: tu lo has dicho, reflexionar mas y mirarnos menos el ombligo.
Un beso

Manuel Amaro:¿habas tu de buena maestra? Como se dice vulgarmente: habló el burro de orejas (con perdón).Un beso, jienense

Javier: lo cierto es que a veces tenemos mucho de Tatiana en según qué condiciones nos pille la vida. Pero su alegría de vivir, por vivir, debería ser mucho mas contagiosa.
Un beso

Juan Carlos Garrido dijo...

Tal como están las cosas, hay que sentirse felices por trabajar, aunque sea a todas horas.

Saludos.

Mery dijo...

Sombras: deberíamos estar mas satisfechos de nuestras vidas en general y no estar siempre dando la murga con quejas por todo. Es por ello que Tatiana me deja impactada.
Un beso