sábado, 5 de junio de 2010

La Novena y el síndrome de Stendhal


La noche del martes fue el primer concierto de la serie de sinfonías de Beethoven. Primero de cinco, que resultó ser primero y único, pues La Fundación la Nota Azul Europeae nos pasó, junto con el programa, un comunicado de disculpa y anulación de los cuatro restantes.
Como una tiende a elegir el lado alegre de los acontecimientos, resultó que este aborto de ciclo quedaba inaugurado con la Novena Sinfonía. No podía pedir ni desear nada mejor.

Cuando aún era mas ignorante en Música, tenía una irracional aversión a esta Coral. Creo que influyó en mí tanta y no siempre acertada versión del Himno a la Alegría que oía brotar a borbotones en mis años infantiles .

La noche del 1 de junio todo fué muy distinto.
En la Sala Sinfónica, la batuta de Ramón Torrelledó llevó al Cielo a la Orquesta Europeae de Conciertos, al Coro de la Maestranza de Sevilla (colosal), a la soprano, mezzo, barítono y tenor (de cuyos nombres lamento no acordarme).
A ellos los elevó al Cielo, como digo, y a mí me dejó literalmente descompuesta, con esa enfermedad que Stendhal regaló a la Humanidad en su visita a Florencia. En estos delirios de belleza extrema, quería agradecer a Schiller el texto de su Oda a la Alegría; imaginaba a Beethoven el día del estreno, en mayo de 1824, sordo como una pared, dirigiendo sin poder escuchar ni una sola nota de su propia creación. Dicen que en ningún momento se giró de cara al público, con los ojos ahogados en llanto y la sala explotando en ovaciones. También creí asistir a los ensayos de aquella primera orquesta, cuando los músicos protestaban una y otra vez por la dificultad de sus partituras y el genio se enfurecía y les azuzaba con pésimo talante.

Después de su estreno, Beethoven no volvió a mostrarse en público, quizás aquejado del síndrome stendhaliano autoimpuesto. ¿Cómo no comprenderlo, si una hubiera deseado que se la tragara la tierra, y que ningún otro sonido perturbara ese estado del alma, puesto que el alma parecía no pertenecer a este mundo?

7 comentarios:

ftorre dijo...

Desconozco los motivos para que suspendieran el resto de conciertos de la Orquesta Europea bajo la batuta de Ramón Torrelledó, pero puedo asegurar que es el Director que mejor plasma el sentimiento Bethoveniano. Es uno de los mejores, por lo tanto no me extraña su éxito. Yo se la escuché en la Catedral de Palencia y en Santander. Enhorabuena "Maestro"

José Miguel Ridao dijo...

Nunca he oído nada dirigido por Torrelledó, pero ganas me entran. Hay males tan dulces que apetece contraerlos. Un beso, Mery.

El alegre "opinador" dijo...

Como José Miguel, nunca he oído nada dirigido por Torrelledó, pero tu descripción es tan fantástica y emocionante, que habrá que buscar algo que echarse al alma...
La novena me encanta, pero los conciertos para piano me hacen llorar de verdad.
Besos.

el peregrino gris dijo...

Parece mentira, un hombre con tanta fuerza y a la vez capaz de tanta delicadeza. Particularmente lo que mas me gusta de él es el concierto para violín y las sonatas para piano, sobre todo por Wilhelm Kempf. Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Qué increíble tragedia, un músico sordo... imagínatelo, pensando la música, oyendo sus nuevas obras con el recuerdo.
Yo no entiendo de música como vosotros, pero la voy a escuchar y pensaré en ti y en ese hombre, de espaldas al público, como un sacerdote del rito tridentino, tocado definitivamente por la luz de la música y por la sombra de no volver a oírla.
Un beso.

Javier dijo...

A veces he pensado que la alergia a la música clásica que padece este país se debe en gran medida a tantas versiones estereotipadas que se han hecho.

Por otras parte es una pena que se anulen conciertos, está visto que la cultura, que es la única cosa que realmente nos hace libres, sigue siendo la cenicienta de la casa.

Mery dijo...

Con mi viaje he dejado sin contestar vuestras visitas.

Ftorre: puedo dar fé del buen hacer musical del director. Desde esa noche forma parte de mi objetivo en el parnaso de la Música.
Gracias y un abrazo

José Miguel: sobran las palabras, ya ves que lo recomiendo con vehemencia. Tu entiendes muy bien de ésto, lo sé.
Un abrazo

Alegre opinador: si la música no emocionase, mal iríamos ¿verdad? Alabo tu sensibilidad y la entiendo.
Un abrazo

Peregrino: Beethoven sobrecoge siempre, por una causa u otra. No seré yo quien lo descubra a estas alturas, pero todo lo que diga de él sabrá siempre a poco.
Un abrazo

Olga: nadie como tu para comentar con esa precisión y belleza de palabras e ideas. La música está hecha para tí, aunque digas no entender de la materia.
Un beso

Pe-Jota: no sé las causas de la suspensión de los conciertos, pero gracias a Dios no suele ser habitual. Quiero imaginar que fueron causas mayores...
Un abrazo