martes, 15 de junio de 2010

Marhama, habibi


Me enfrento a esta página en blanco a sabiendas de que todo cuanto diga quedará escaso, falto de color, cojo de nacimiento y mudo por incapacidad creadora. ¿Cómo traspasar las sensaciones que anidan dentro para siempre con un lenguaje de signos, ya sean éstos cirílicos, cuneiformes o arábigos? No hay manera y espero que se me sepan perdonar estas limitaciones personales y ajenas a mi deseo.
Una semana en otro mundo sabe a poco. Una semana en el Próximo Oriente vuela en un suspiro y uno vuelve a la tierra natal con deseos de coger el avión que lo trajo durante cinco horas en mitad de la noche. Porque faltan horas de charla con un guía palestino que te cuenta la historia de su pueblo desde otro punto de vista. Yo nunca había tratado con un palestino; si, una de esas personas que asoman en los telediarios entre bombas y bloqueos que nadie entiende del todo. Ni son tan malos ni tan buenos como quieren hacernos creer según quién y cuándo. Son, ni mas ni menos, gente corriente que quiere a su familia, que trabaja, que estudia en la universidad o se casa con veinte años y tiene siete hijos. Gente que pasa su jornada en un puesto esmirriado de especias o alfombras en el zoco de Damasco, junto al barrio cristiano.
He viajado en medio de una tormenta de arena camino de Palmira, por la carretera que lleva a Irak. El vello se me erizaba leyendo los pocos kms que nos separaban de Bagdad, esa ciudad bellamente mítica que ahora suena a horror y polvo.
He visto de cerca unas de esas tablillas de escritura cuneiforme que estudié en la carrera. Y pensar que se conservaron para la eternidad gracias al fuego que sufrió la biblioteca que las albergaba, cociendo así el barro y haciéndolo imperecedero...
He tocado capiteles romanos y pisado monasterios del s IV, y, en la fortaleza de Crac de los Caballeros posé junto a un actor de telenovela que simulaba ser un sarraceno asediando a los cruzados. Quién sabe si dentro de sus muros de piedra aún pululaban los espíritus fatigados de los auténticos protagonistas de la Historia.
En Alepo encontré una mujer marroquí, casada con un sirio y residente en Egipto. Era una mujer simpática y culta, sin velo ni prejuicios. Únos metros mas allá, un atractivo jóven de Qatar se dejó fotografiar con su vestimenta pulcramente blanca y unos gemelos de oro que relucían al sol.
He oído hablar de chiítas, hezbollah, falta de libertad de prensa...pero también se ha hablado de un maravilloso libro titulado "La epístola del perdón". Todo cabía en este pequeño grupo que caminaba por los cuatro puntos cardinales de un país desconocido.
Traspasar las propias fronteras es lo mas enriquecedor que puede hacer el ser humano para así liberarse de ideas absurdas - y ajenas, la mayoría de las veces - . Yo sigo aún en una nube que no me deja posar los pies en la tierra. Lo haré, no obstante; ya se sabe que estas cosas llevan su tiempo, ni mas ni menos .

9 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

Mantente en la nube todo el tiempo que puedas, y escribe. Viajar es vivir. Cuántas sensaciones juntas, Mery. Da hasta vértigo.

Un beso.

Аmanecer dijo...

Si estàs disfrutando estar en esa nube, porque bajarse de ella?? Tomate tu tiempo y siguenos llevando, por esos alrededores muy tuyos Mery.
( Que a mi en lo personal me encantan, ademàs de disfrutarlos :D).

Besos y muchos màs.

enrique dijo...

En una de estas te quedas...
Teniendo en cuenta además que eres propietaria de una belleza acorde a las mil y una noches, esas tierras son muy propias...

Palmira, el Crac de los Caballeros... Santo Dios!! o Alá!!

Juan Carlos Garrido dijo...

No hay fronteras más rígidas que la que nos imponemos.

Saludos.

Mery dijo...

José Miguel: bien dicho, viajar es vivir, y vivirlo intensamente si uno se lo propone.
Un beso

Amanecer: ojalá a una la dejaran quedarse en estas nubes un poquito mas de tiempo. Me alegra que asomes por aquí tu letra ammericana.
Un beso

Enrique: te encantarían a tí también esas tierras. Gracias por lo de la belleza, pero digamos sólo que mi físico es acorde a esos parajes(la de veces que se han dirigido a mí en árabe. Oh, Alá!)
Un beso

Sombras: las fronteras mentales impuestas suelen ser infranqueables, de muros sólidos y altísimos. Una pena.
Besos

Olga Bernad dijo...

Hay quien hace turismo y hay quien viaja a través del mundo y de las gentes que se va encontrando. Y nos hace viajar con sus recuerdos.
Esa nueva mirada que te has traído contigo no te la quita ya nadie.

Cómo me gustaría quedar en un café y que me contases mil y una historias de este viaje. Y esa cercanía a Bagdag... hay nombres que, con sólo rozarlos, nos mueven por dentro una tormenta de arena-)

Pero bienvenida a casa, Mery.

Mery dijo...

Olga, has dado en el clavo: un viaje, cualquiera que sea, te deja sus huellas y te marca con sus vicisitudes, en lo bueno y en lo malo. Lo que te ocurra formará parte de tí y te aporta vivencias que dificilmente encontrarías en casa metida.
Con mucho gusto me sentaría delante de un café-té-lo que sea para intercambiar nuestras impresiones. Nos darían las tantas, de eso estoy segurísima...

Un beso y buenas noches

Javier dijo...

Que diferentes son las cosas cuando se consigue la información de primera mano, es entonces cuando nos percatamos de lo manipulables que somos.

ONDA dijo...

Estimada Mery me alegro mucho de ese viaje tuyo tan enriquecedor.

Ahora que viajo menos me siento como si me faltara algo.

Me refiero a los VIAJES no a los cambios de lugar.

Un abrazo-