martes, 8 de marzo de 2011

Habemus musicam et feriam


Berlioz, Brahms, Gershwin y Ravel.
Éste ha sido el programa de hoy en el Auditorio a cargo de la Filarmónica de Montecarlo y el director estonio Neeme Järvi.
Para el Doble Concierto de Violín y Violonchelo, de Brahms, los solistas Julia Fischer y Daniel Müller-Scott, dos jóvenes y brillantes músicos de Münich.
Como no soy experta en crítica musical sólo puedo decir que el programa, como todo concierto variado en compositores, me ha resultado un tanto desigual, que no desdeñable. Brahms nunca me decepciona ni con las peores orquestas; Ravel lo aguanto poco, aunque si su Dafnis y Cloe de hoy. Berlioz es fantástico, como su Sinfonía.
Lo que destaco del concierto de esta tarde ha sido el aspecto no musical y, aunque vaya a sonar poco ortodoxo lo digo: la Filarmónica de Montecarlo es una orquesta cachonda. El par de horas que ha durado el concierto han estado envueltas en un ambiente cachondo desde el principio y no sé si el público madrileño ha contagiado a los músicos, o ellos a nosotros. Para empezar, cuando ya la sala estaba en silencio y los solistas concentrados en la mano del director, una señora ha comenzado a hablar sin recato, como si estuviera de palique por el móvil. Algunos hacían sshhhh, shhhh y ella a lo suyo, hasta que la srta.Fischer y el sr Müller han dirigido sus arcos hacia ella reprendiéndola con mirada severa y risueña. Todos hemos estallado en carcajadas y hemos aplaudido. Durante un minuto largo todos reíamos, músicos y espectadores, y el director ha decidido iniciar las primeras notas a pesar del ambiente festivo, para acallar lo que tomaba visos de ser una juerga en el campo.
A partir de ahí, todo ha sido anormal: alguien que aplaudía fuera de tiempo, un objeto pesado que caía al suelo y espantaba al concertino, el segundo violín que echaba ojitos a una rubia de la primera fila (yo estaba en la segunda y lo veía bien). Entre medias, miradas cómplices y risas entre la orquesta, el director ya entrado en años que les hacía algún guiño.
Todo, todo ha resultado fuera de lo común.
Yo creo que el gran aplauso final no sólo íba dirigido al buen hacer, sino a esa especie de feria subliminal en la que todos hemos participado.

6 comentarios:

Pet dijo...

Qué bonita velada. Con lo serias que suelen ser en general. Emocionantes, gratificantes de sensaciones, pero serias. Como la vida misma, en la que a veces un guiño tonto como que le da sentido festivo a todo. Como tus bonitas anécdotas Mery. Un beso.
PS. Y yo escribiendo cosas serias de guerras, a ver si se me ocurre algo más divertido :-)

Javier dijo...

"la Filarmónica de Montecarlo es una orquesta cachonda.", ortodoxo, lo que se dice ortodoxo desde luego que no es, pero leyendo el resto, lo que sí es, es acertado

José Miguel Ridao dijo...

¡Qué bien te lo pasas, Mery! Se agradecen orquestas de este tipo, que aporten aire fresco al mundo de la música, normalmente tan envarado. Seguro que Mozart era un cachondo de primera (para contrarrestar a Bach, Beethoven y Wagner, a los que no me imagino gastando bromas) Otro bon vivant de la música fue Rossini.

Besos.

Madame X dijo...

A veces en los lugares más insospechados te encuentras situaciones de lo más divertidas. Seguro que será una velada musical que no olvidarás en mucho tiempo. Sorpresas te da el Auditorio. A ver qué te depara el próximo concierto.

Un beso.

Manuel Amaro dijo...

¿Este tipo de espectáculo no llega nunca a Andújar?
Brrrrrrr.

Mery dijo...

Buenas noches a todos: he tardado en responder a los comentarios pero os he leído día a día.
El concierto resultó fabuloso, a parte de estas anécdotas graciosas que le dieron un aire festivo.

Y para rematar, también andaba por allí el ex-ministro Solbes, con cara relajada y alegre. Seguro que le vino bien esta jarana.

Pet, Pe-Jota, José Miguel, Madame, Manuel...un fuerte abrazo.