jueves, 16 de abril de 2009

Cielos, Gilgamesh

Allá por los años 8o oía yo hablar por vez primera de Gílgamesh, héroe sumerio del tercer milenio a.C. Estudiaba, o hacía que estudiaba, Historia Antigua y Medieval y copiaba apuntes al dictado de unas palabras que aún me sonaban a chino - en este caso a sumerio cuneiforme en doce tablillas de barro cocido-.
Tres mil años pesaban mucho sobre mi ánimo encendido, pues de siempre he sentido una profunda inclinación y querencia por la Historia de la humanidad, su peso y su herencia, sabiendo, como sólo Borges fué capaz de escribir en Las Causas, que : Los ponientes y las generaciones...la frescura del agua en la garganta de Adán. El ordenado Paraíso...La palabra. El hexámetro. El espejo. La torre de Babel y la soberbia. La luna que miraban los caldeos...Se precisaron todas esas cosas para que nuestras manos se encontraran.

Creo, sin sombra de duda alguna, que si mis pies pisan firmes este mundo es por causa de todos y cada uno de los hombres y mujeres sin nombre que antes lo pisaron. En Nínive o en Britania, en las orillas del Ganges o en Segóbriga, en el Areópago o en las aguas del Eúfrates, se fraguaron las semillas de esta generación que ahora habita la Tierra, llevando en nuestros genes las pasiones, la Vida, en definitiva, de unos cuantos millones de otras almas.

Por Luis Alberto de Cuenca acabo de enterarme de que Alianza ha editado una versión de la Epopeya de Gilgamesh, de la mano de Stephen Mitchell. Dice Cuenca que, como sucedía con todos nosotros, estudiantes de primero en la Facultad, a Gílgamesh acabó por llamarle Gilgamés, mandando a la fonética acadia a freir espárragos. Dice Cuenca, y eso yo no lo recordaba, que su Epopeya es el cuento mas antiguo del mundo.

Y yo me digo, una vez mas, que qué bien he hecho en no tirar a la basura mis apuntes universitarios. Puede que un día de éstos rescate esas páginas escritas con pluma azul y me detenga a saborear las semejanzas y las diferencias entre el legendario rey de Uruk y el no menos legendario Aquiles de la Ilíada.

Para cuando tenga ganas.

14 comentarios:

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Mery, yo tiré mis apuntes y todavía me arrepiento de ello.

Luis Alberto es genial, lo sabe todo.

Un abrazo.

Manuel G. dijo...

Mery, en Por estos Andurriales hablamos de la Hispania antigua.

En el gilgamesh y la mitología mesopotámica debe haber muchas cosas que se podrían aplicar a los mitos perdidos y desconocidos de los antiguos hispanos; figúrate que debió existir una mitología así para los pueblos ibéricos.

Sobre Tartésicos, íberos, celtíberos, vascones etc... con todo, se puede intuir algo de sus mitos, pero de la gente que contruyó los dólmenes de Antequera, miles de años antes, por ejemplo, no nos llegó más que un misterio. Sólo tenemos sus construcciones.

El Gilgamesh sería una historia bastante "de actualidad" comparada con esos mitos perdidos, que delatan los dólmenes.

Madame X dijo...

Que buenos recuerdos me traes a la memoria. Nuestras clases, nuestros apuntes (yo también los conservo) y este legendario Gilgamesh en busca del árbol de la vida... Avatares y aventuras que después emularon tantos otros héroes antiguos. Si me lo permites, más que con Aquiles, buscaría semejanzas con Ulises y su largo viaje por tierras diversas.

Mery, eres un refrescante y continuo estímulo para el saber. Leerte provoca siempre el impulso de correr a una librería o biblioteca y conocer más, indagar más...

Hoy me voy a trabajar con "la sonrisa sumeria" puesta y el recuerdo feliz de nuestros apuntes con pluma azul...

Un besazo.

José Ignacio Lacucebe dijo...

Muy cierto lo que dices: Sin tartarabuelos no habría bisabuelos, abuelos, padres y nosotros ¿donde íbamos a estar?
Con seguridad esperando nuestra oportunidad para aparecer en la historia.
Me gusta la historia, no por los personajes más bien por las consecuencias.
Un beso intelectual

Ricardo dijo...

Mery, aún tengo en casa mi enciclopedia infantil que dedicaba todo el tomo 4 a los mitos y leyendas, y fue el germen de mi posterior afición a la historia y mitología.

Me acercaba con 6 años a ese tomo con una mezcla de morbosa atracción y miedo, ya que por la noche recordaría todos los monstruos y demonios contenidos en el libro, que además estaban magníficamente dibujados, no dejando lugar a dudas de lo terribles que podían llegar a ser.

La mayor parte del tomo se llenaba con mitología griega y romana, pero sin embargo el mito de Gilgamesh disponía de todo un capítulo que, una vez fui algo mayor, me abrió los ojos a un mundo muy interesante más allá del Mediterráneo.

Gracias por tu entrada que me ha hecho recordar mis inicios en este campo

Anónimo dijo...

Me gustaría vivir en épocas donde a los héroes se le hacían canciones y había ganas de luchar por algo.
En esta vida tan abúlica, en la que tenemos todo y no tenemos nada, me parece que no vivimos. Se queda tan pequeña la vida de esta manera.
Besos.

Juan Carlos Garrido dijo...

A mí también me hechiza la historia; en primer lugar, por mera curiosidad, por saber quién diantres levantó las piedras que pisamos, o determinó que las cosas sean como son; pero, además, la historia se repite, y mirando al pasado vemos el futuro.

Saludos.

enrique dijo...

Cierto es lo que dices de nuestros ancestros; por ellos somos lo que somos. En la espiral del ADN y en los usos y constumbres de los que nos preceden se encierran todas las verdades.

Y así dice la Biblia (Eclesiastés 44.1): "Laudeamus viros gloriosos et parentes nostros in generatione sua" (Honremos a nuestros gloriosos antepasados en todas las generaciones).
Te remontas nada menos que al cuento más antiguo del mundo, según el erudito Luis A. de Cuenca. Nada menos.
Ya nos contarás.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Ah Gilgamesh y Aquiles, la inmortalidad, la potencia, Sansón y Hércules... me pido vivir con ellos. Un abrazo

Mery dijo...

Javier: lo malo es que ya no los puedes recuperar, salvo que localices a algún compañero que te los preste. Si yo tirara mis apuntes sería como si no hubiera pasado nada por mi cerebro, penoso.
Un abrazo

Manuel: ciertamente hay culturas y pueblos que se perdieron para siempre en la noche de los tiempos.Gentes cuyo principal objetivo vital era sobrevivir y entender la naturaleza lo mejor posible. Nuestra imaginación tiene que hacer el resto, y no veas lo que me frustra asimilar que todo intento está perdido. Te entiendo muy bien. Un abrazo y gracias por asomarte por aquí y dejar us palabras.

Madame: qué momentos aquéllos, con sus gozos y sus sombras estudiantiles.
Ulises está muy bien traído por tu parte, lo tomo en cuenta. También me he dado cuenta de que a Ulises se le nombra para todo y se echa al olvido al bueno de Aquiles, cuyas aventuras tienen mucho que decirnos también. Gracias por tus halagos...es el cariño que me tienes. Un beso

José Ignacio: tocas un aspecto que a menudo suele pasar desapercibido: las consecuencias de los hechos. Esa es la visión inteligente del estudo de la Historia. Un abrazo

Ricardo: me alegra que te haya gustado esta entrada por lo que a recuerdos se refiere. Tuvo que ser digno de observación aquella dedicación tuya al lbro y tu inquietud nocturna. Gracias por tu visita y tu comentario. Un abrazo

Parsimonia: hay una sensación generalizada de que actualmente no hay ideales por los que luchar, al menos no en el sentido histórico, humanístico y literario. A lo mejor, pasados x años, resulta que la Historia demuestra que sí los hubo ( me cuesta creerlo, pero todo pudiera ser). Eres una romántica y te entiendo muy bien. Un beso

Sombras: ya se sabe que estudiando los errores del pasado podríamos evitarlos en el presente. Pero la soberbia del ser humano no acaba de admitirlo. Mientras tanto habrá que quedarse con las lindezas y grandezas que ese pasado nos legó también.
Un abrazo

Enrique: bien sabes tú de mi admiración por Luis Alberto de Cuenca y eso que ultimamente no lo sigo mucho. Tu manejo del Eclesiastés me deja menguada, aunque no sorprendida, conociéndote...Un beso

Jesús: si el deseo te es concedido, avísame, así voy eligiendo personaje femenino al que pegarme como una lapa. Un abrazo

Juan Antonio González Romano dijo...

Yo soy de los que también aún conservan los apuntes de la Facultad, tras tantas cribas, a pesar de la evidencia de que llevos décadas sin tocarlos. Aún resisto, incluso a mi suegra, que insinúa que para qué ese espacio desperdiciado en el trastero.
Me gustó muc ho tu reflexión, Mery.
Un abrazo.

José Miguel Ridao dijo...

"Palabras que aún me sonaban a chino...". Mery, no me digas que ya no te suenan a chino los signos cuneiformes. Una de dos, o has aprendido chino o has aprendido sumerio antiguo. En cualquira de los dos casos me dejas boquiabierto, eres una caja de sorpresas. Preciosa entrada, por cierto, seguimos sintonizando. Un fuerte abrazo.

Mery dijo...

Juan Antonio: A las suegras hay que hacerles el caso justo, sólo el justo, ya se sabe. Si tirásemos los apuntes sería como si no hubiésemos pasado por esas clases. Gracias por tus palabras.

José Miguel: no te quepa la menor duda de que el sumerio es mi lengua aterna, casi; manejo incluso el ruso, si recuerdas mi entrada de hace pocos días. El chino se me resiste ligeramente, ya le haré unas llaves de judo.
Me alegra que coincidamos...como dice el refrán: Dios los cría...

Un beso desde los madriles

Javier dijo...

Y conociéndote no tardarás mucho !!!