Ya dije que llegué a Madrid antes de lo previsto con la única idea de ver cuanto antes a Sandra. Una vez que dejé preparado el papeleo que debía tratar con ella, una vez que discutí con mi mujer por dejar claro que no pensaba pasar el fin de semana con sus hermanos, una vez que me sentí pletórico de ilusiones, volví a marcar el número de Sanz 2. Le propuse vernos en mi despacho sobre las 12 h. del dia siguiente y de paso comer juntos. Aceptó, después de simular que consultaba su agenda. Yo quería creer que la tenía en el bote pero era demasiado pronto para tener seguro nada de nada, que con las mujeres ya se sabe: dan pistas falsas continuamente, te lanzan una mirada de infarto para que tu te lances y luego te dan unos cortes de tres pares, ofendidas como vírgenes de capillitas. O te piensas que no te hacen ni puto caso y resulta que llevan locas por ti media vida...¿o no es así? Hagas lo que hagas la has cagado por malinterpretar lo que querían decir pero que no dijeron, lo que dijeron, pero que íba con otra intención, y esa sonrisita que no íba para tí, sino para tu compañero. ¡La Madre de Dios !
Tal como esperaba vino a las 12 h. puntual y preciosa. Vestida con falda y chaqueta, del color no me acuerdo, y una blusa ajustada y abierta hasta el principio del canalillo. El pelo medio recogido, cayendo en mechones sobre la mejilla y su sonrisa llena de encanto. Dilatamos de manera implícita el intercambio de pareceres sobre el caso que nos ocupaba profesionalmente , sentados frente a frente como la primera vez, y a las 14 h. nos encaminamos al restaurante japonés reservado por mi secretaria, muy cerca de allí. No recuerdo ni qué pedimos, creo que ella eligió el vino y que eso me hizo mucha gracia. Desde el principio y sin piedad la sometí al tercer grado para averiguar con quién vivía, sus estudios, sus gustos, su estado civil (con noviete de 6 meses, sin importancia pensé yo). Así supe que era muy deportista, ¡ que tiraba al arco , que tenía un hermano mellizo y otra hermana mayor, que guisaba bien, que ya no fumaba, que quería comprarse un perro, que adoraba el mar, a su jefe y que empezaba a adorarme a mí - esto es cosecha mia, jejeje -.
Yo empezaba a adorarla realmente. Me embobaba mirando su flequillo dorado, que ladeaba con un dedo y con gesto rápido. No apartaba ni un segundo mis ojos de su boca grande grande mientras ella comía lo poco que yo le dejaba con tanta pregunta. Llevaba los labios así como granates y yo me admiraba de lo bien que sabía sacarse partido, la condenada. Me resultaba tan graciosa, tan niña y tan mujer, que la hubiera besado como un bestia antes de llegar a los postres, pero que mucho antes.
En ningún momento de la comida volvimos a tocar asuntos laborales, un pijo nos importaba a estas alturas, explorándonos como estábamos. Yo hacía cuentas mentales de las posibilidades de volvernos a ver y avanzar en el acercamiento. Tendría que trazarme un plan y lo pensaría antes de acostarme, sin lugar a dudas. Estaba claro que esta situación era nueva para ella, como también lo era para mí, pues aunque me dé tanto pisto como un pavo real desplegando su cola, lo cierto es que nunca he tenido una amante antes que ella. Bueno, tuve un asunto, pero.....de otra índole.
Yo hablé poco, o eso creo, y recuerdo muy bien unos cuantos silencios en que nos dedicamos a mirarnos a los ojos mas tiempo de lo habitualmente permitido. Sus ojos me hechizaban, esa miel, esa melancolía que le sale de pronto y que siempre supuso un misterio para mí. A media comida descubrí que si bajaba los mios hacia su copa de vino veía el botón tenso de su blusa blanca ¡ precioso hallazgo !
- Eres muy guapa, le solté de pronto. Traducción : "qué buenorra estás".
- Bah, no me digas eso.
- No te irás a ruborizar .....
- No, lo que estoy es medio borracha y tengo un calor.....¿verdad que hace calor aquí?
Otra de las incoherencias de las mujeres, media hora antes se moría de frio y ahora con sofocos. Magnífica señal, calculaba yo, ya se siente muy, pero que muy atraída por mí.
Y en ese preciso instante comencé a ponerme nervioso, a trabarme con la lengua y a arreglarme la corbata a cada segundo como si tuviera un tic. Joder, joder, joder. Mierda, es que no soporto perder el control de las situaciones y se me íba haciendo evidente que no tenía ningún deseo de separarme esa tarde de Sandrita, que la hubiera invitado al cine, o a pasear por la sierra, de perdidos, que se quedara el resto de la jornada junto a mí en el despacho, para que pudiera mordisquearle la oreja de cuando en cuando y que ella me besara en la nuca mientras yo remataba mis asuntos de Londres en el ordenador. Hacía siglos que no deseaba a una chica como a ella, dejando a mi mujer de lado, porque no la deseo de ninguna manera, ni ella a mi.
Mientras me fumo el cuarto cigarro releo esta parrafada y lo veo todo como muy almibarado (esta palabreja es de Sandra). En realidad soy un tio muy sensible, por si alguien lo duda, así que para compensar y por no callarme nada de lo ocurrido, digamos que durante toda la comida, o gran parte de ella, estuve con una erección tremenda. Los hombres sabrán de lo que hablo. ( Y con perdón de las mujeres ).
9 comentarios:
Pero si parece sacado de una película Made in USA, jajajajaja, tal vez el detalle de la erección, le da un toque más hispánico aunque un poco ?¿?¿?¿ ....perdón, bruto y eso del tercer grado, así de entrada, no se, pero mejor conocer a alguien poco a poco, mejor a través de los hechos, que el pasado es pasado y agua pasada no mueve molino.
Por dios que criticón estoy, a lo mejor es que todo era demasiado perfecto, jajajajajaja
¿Una peli yankee? Y un coj...
Mery, si no fuera porque te conozco, diría que eres sádica... Nos tienes en un ay esperando el salto del tigre. ¿Cuándo nos vas a dar carnaza, ma chérie?
Un besito impaciente.
X
Mery, si fueras hombre (con todos los "tiernos" calificativos que nos desplegaste ayer), el relato de Arturo ya habría acabado en cama: al fin y al cabo, los hombres siempre estamos pensando en lo único. Pero como eres mujer (aunque en internet todo es posible...)todavía nos tienes en ascuas. Cómo os gustan los prolegómenos... (si no fuera porque rompería tus esquemas, te diría que a mí también...)
Hay un punto de inverosimilitud en tu relato, cuando afirmas: "A media comida descubrí que si bajaba los míos hacia su copa de vino veía el botón tenso de su blusa blanca ¡precioso hallazgo!". Los hombres nos damos cuenta de eso antes de sentarnos a la mesa... Somos así, ya sabes...
Seguimos esperando el momento "g", je, je...
interesante capitulo de tu historia, ......uffffffffffff, perdona .... de la historia que cuentas.
Saludos....
Pues es verdad, Octavio, seguro que Arturo también se fijó en ese detalle antes de sentarse, pero como ha pasado tiempo se le habrá olvidado.
A los que pedís carnaza, paciencia, que soy mujer y bien lo dice Juan Antonio........(hay que ver cómo se me subleva el populacho, jopé ).
Un beso a todos.
¿Populacho? Nosotros también te queremos, Mery...
Un besazo.
Empiezo a reconciliarme con el buen Arturo... je je
)me encantó la traducción, es cierto, así somos)
Pedro, a ver si algún dia nos cuentas alguna aventura tuya, que se te dá bien la descripción. Y encima con fotos.
Un beso
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