viernes, 25 de abril de 2008
Pequeñeces............................Lámina 26
A raíz del viaje papal por tierras norteamericanas - que no seguí apenas, todo sea dicho - me han venido a la mente ciertas ocurrencias infantiles que me tenían muy preocupada y ocupada en mis horas solitarias de niña pensante.
Recuerdo muy bien aquellos duermevelas en la habitación compartida con otras dos hermanas, mientras me hacía la dormida para meditar a mis anchas. Cerraba los ojos y abría el mundo, como un atlas inconcluso que yo hubiera de comprender y completar.
Una de mis grandes incógnitas giraba en torno a Quién mandaba en la Tierra ; en España, Franco, en Estados Unidos, un tal Nixon, etc, etc...pero, pero, pero..... tendría que haber Alguien superior que gobernara sobre todos ellos y fuera comunmente aceptado. En estas disquisiciones en las que nadie participaba sino yo misma, tuve la fina ocurrencia de creer que no debía ser otro que el Papa, ese señor de blanco que hablaba con acento raro en cualquier idioma y que parecía gozar de gran respeto cada vez que aparecía en televisión. Ninguna otra figura de por aquel entonces me parecía tener la suficiente sabiduría y presencia para imponerse sobre todos los gobernantes, así que lo asumí con tal seguridad que ni me tomé la molestia de preguntar a los mayores. Para mí era asunto resuelto.
Otra de mis ocupaciones habituales era elucubrar sobre el alma de los objetos, de esa materia inanimada de la que se hablaba en el Catecismo y en los libros de ciencias. Por supuesto yo confería alma a todo bicho viviente además de las personas, léase mis animales domésticos: perros, gatos, tortugas, patitos que morían antes de llegar a mayores y demás criaturas grandes y pequeñas. De eso ni me preocupaba : tenían alma y punto, aunque nadie lo creyera mas que yo.
Lo que me intrigaba sobremanera era si también la tenían mis muñecas (ellas sobre todo), los cuadros de la pared, la mesilla, el reloj de manillas inquietas, mis queridos cuentos....
Porque me preguntaba una y otra vez qué ocurría en una habitación cuando yo, cuando las personas, salíamos de ella. ¿Quedaba en silencio, solitaria, vacía de aliento vivo? ¿O, por el contrario, comenzaba a bullir allí una especie de vida diferente, una suerte de intercambio ligüístico incomprensible para nosotros? ¿Tenían "las cosas"sus propias preocupaciones, diferentes o parecidas a las nuestras, sus cotilleos? ¿Hablaban, acaso, de sus amos?
Nunca pude resolver semejante enigma ¡ cómo hacerlo ! por mas que me afanara en espiar inutilmente tras las puertas, pero muchos años después me ví casi reflejada en las dichosas (por felices) Lecciones de Metafísica, de mi admirado Ortega y Gasset.
Y, hablando del alma, esta vez humana, también me atormentaba la mutación posible del espíritu una vez traspasado el umbral de la muerte. Oía decir que en el Cielo todos nos volveríamos buenos, comprensivos, tranquilos, amigos concordes y demás virtudes deseables. De ser así, de producirse semejante cambio radical en un ser que, en vida, hubiera sido el demonio personificado.......¿sería entonces el mismo ser? Ante semejante mutación ¿cómo reconocerlo? Y , sobre todo, y esta idea tomaba primacía en mis argumentos, esa persona YA NO SERIA tal persona en absoluto, puesto que su esencia diferenciadora con respecto a otras era precisamente esa maldad que la caracterizaba entre los vivos y que en el Cielo, a la postre, había desaparecido. ¿Qué misterio encerraba, entonces, esa magia celestial que tenía la virtud de trastocar perversiones por beatitudes? Este asunto tampoco quedó resuelto a pesar de tantas horas de devaneo en mi cerebro infantil. Y bien que me turbaba su presencia en mi ánimo.
Sin embargo, he de reconocer que sí hubo una Verdad Absoluta de la que jamás albergué duda alguna : mi sensación de irremediable soledad, soledad que angustiaría al resto de los mortales en similares episodios de meditaciones profundas. Y, por ende, supe que nadie acudiría en mi auxilio para liberarme de mis propios pensamientos, puesto que ellos, rebeldes, ya me habían demostrado tener vida propia.
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13 comentarios:
cON FLORES A A AMRIA CON FLORES A A PRFIA CON FLORES A A A MARIAAAA QUE MADRE NUESTRA ES.
JAJAJAJAJA
YO TAMBIEN TENIA DUDAS, Y PREGUNTAS Y TB HAY ALGUNAS QUE AUN NO ME LAS HE RESPONDIDO.
Has visto el blog de lberto la entrada del 22, esta en mis comentarios de ayer, vete a su pagina y busca el dia 22, ES LA MONDAAAAAAA
MERYYYY, QUE NO LO DIGO POR TI, JAJAJAJAJAJAJ, mira lloro de la risa con el tema de Pedro Jorge, ahora mismo casi no puedo ni escribir porwque me estoy descojonandoooooooooo.
Aqui ya no se save ostia sabe, quien es quien, si es que hasta las letras me bailan.
Creo que yo soy PEDRO JORGEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ
QUE ME MEOOOOOOOOOOOOOOOO
http://albertolostinthenet.blogspot.com/2008/04/pedro-jorge-hernandez-gonzalez.html
Abre esa pagina y ves a la entrada del dia 22. Es para mear y no echar gota JAJAJAJAJAJAJA
Ya he visto que La Mami te ha recomendado mi entrada sobre Pedro, en fin, como es esto de la interné.
Me gusta tu blog, te he dejado un coment de perillas, jajaja, me ha gustado mucho esa entrada.
Salu2
Veo la cercanía que me comentabas el otro día con lo que yo escribí, Mery, y me alegro por ella.
En cuanto al ánima de los objetos... cuando era muy chiquito temía tanto a la soledad que me obsesioné con que mis cosas no sintieran eso. De ese modo, siempre dejaba los objetos por pares. No era capaz de dejar un lápiz solo en un cajón, siempre tenía que haber otro junto a él. Tampoco un cuaderno solo, ni un balón solo. Por supuesto, esto afectaba también a calcetines y zapatos.
A veces cuando no encontraba otro par igual de algo, y era posible, lo partía en dos. Así, de un palo solo y aburrido nacían dos que se harían compañía.
Créeme que me costó años superar esta obsesión infantil.
PD. Espero que ya estés mejor...
Si, Mami, ya vemos fantasmas donde no los hay. Y cuando estaban, no los veíamos, paradojas de la vida.
Compartimos: tus correrías al lavabo tienen su gracia, Cosas de niños y la imaginación desbordada.
Alberto, ya te he leído y he dejado la contrarréplica, como debe ser. Gracias.
Galder: me ha parecido enternecedor tu dedicación solidaria hacia la soledad de los objetos. Y te entiendo muy, pero que muy bien.
Buen fin de semana a todos.
Era de esperar que ya de enana tuvieras una cabecita inquieta.
En cuanto a la soledad, hemos de reconocer que no sólo estamos solos frente a nuestros pensamientos, también frente al acto de vivir... por muy bien acompañados que estemos.
Un buen finde también para ti. Besitos.
X
Y un día para tu desesperación descubriste que si cierta gente iba al cielo, el infierno no debería estar mal. Jejejejejejeje
Pensaste en el alma de las cosas y los animales que te rodeaban, y no caíste en que tú también tenías alma, de ahí tus pensamientos rebeldes.
El alma está sola, hasta que conoce a una mitad a la que se une para siempre, más allá de la muerte.
Hermosa entrada, Mery. Entiendo perfectamente esa sensibilidad panteísta hasta para con los objetos, y aún no estoy convencido de que no alberguen cierta vida propia. También tenía de niño temor del cielo, porque no podía imaginarme la eternidad, que se me aparecía como una pared blanca interminable.
Pensamientos infantiles deliciosos...
http://bizarrosemfronteiras.blogspot.com
Un abrazo
Madame: si, en gran medida el camino de la Vida se hace a solas.
Pe-Jota: siempre se ha oído decir que el infierno debe ser muuuucho mas divertido.
Soboro: Sobre "La Otra Mitad" escribí un post titulado "Las Almas Gemelas",ya sabes, Platón.
JLRC : ya veo que tus ojos estaban vueltos al Cielo. Tampoco he logrado yo alejar mis sospechas panteístas.....
Enrique: gracias por tu visita y tus palabras.
Buena lunes a todos.
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