miércoles, 3 de noviembre de 2010

Dejad que los niños...



No hay ocasión en que los niños no nos den ejemplo de certeza y apego a la realidad. Sus cabecitas, prestas al contínuo e ingenuo ensueño, tienen mas percepción de la vida tal como es que las nuestras, maduras en estudios y experiencias.
Este verano supe que toda la Historia de las Religiones se podría resumir en un sencillo diálogo entre mis sobrinos. Intentaré transcribir lo mas fielmente posible sus palabras.
En escena un niño de 11 años, su hermana de 8 y el pequeño, de 6.


- Clara, vístete ya que es domingo y tenemos que ir a misa.
- Yo no quiero ir, no me creo nada de lo que dicen allí. Es todo un cuento, es mentira ¿no os dáis cuenta? YO NO CREO NADA.
- No digas eso, estás tonta de remate.
- Y tu ¿por qué te lo crees todo? ES UNA MENTIRA MUY GORDA.
- Pues yo lo creo porque mamá lo cree y con eso me basta.
El pequeño, mientras tanto, los miraba asombrado sin saber a qué carta quedarse. El amor a su madre y a sus hermanos se debatía en su corazón, incapaz de dar la razón a uno u otra.
Es decir, el tercero se acogía al "no sabe/no contesta".
Y yo, desayunando junto a ellos, guardaba silencio ante el pequeño mundo que se abría a mis ojos como reflejo del mundo que nos esperaba fuera.


8 comentarios:

Juan Carlos Garrido dijo...

De vez en cuando, no viene mal contemplar el mundo a través de los ojos de un niño.

Saludos.

Mery dijo...

Sombras: cuanto mas lo hagamos, mejor para nosotros. De esa manera también recordamos al niño que fuímos en su momento.
Un abrazo y buenas noches

Madame X dijo...

Tan pequeños y tan lúcidos. Y tu deliciosa pluma siempre presta a deleitarnos con lo que tan a menudo se nos pasa inadvertido en su pequeña grandeza (Huy, qué cursi me ha quedado esto. Se nota que estoy desentrenada.)

Un beso, ma chérie:

X

enrique dijo...

Mujer, joven y atea; esa niña pronto será ministra!!

Mery dijo...

Enrique: me has sacado una carcajada, de verdad.
Un beso

Manuel Amaro dijo...

Dan miedo esos niños.

Olga Bernad dijo...

Ay, Enrique, genio y figura.

Yo no me pongo a tiro, Mery, porque no estoy a la altura de los niños. Cuando la cosa se complica, miro al frente y pongo cara de reflexionar. Pienso que, si no puedo ofrecerles una respuesta, podré ofrecerles al menos una actitud.
(Dime que es algo, por favor, por favor, no sabes lo duro que es pensar que tal vez no, ag).
Nocturno beso.

Javier dijo...

Aprendemos a disimular y acabamos mintiéndonos, ellos no saben nada de eso y por eso dicen la verdad sin tapujos.