martes, 13 de mayo de 2008

Mayo


No voy a hablar del 2 de Mayo, ni del 68, Dios me libre.
Hoy quiero recordar esos mayos de mi infancia que, prontos y memoriosos, acuden a mí en cuanto llegan estas fechas cargadas de aromas.
Cuando tenía entre 4 y 9 años acudía a un colegio muy cerca de mi casa, una pequeña escuela que, aunque no era religiosa (luego ya pasé a estudiar con monjas), tenía por costumbre celebrar el mes de María en todo su esplendor. Decorábamos la clase con un pequeño altarcito de papel de seda azul cielo, alguien llevaba una imagen de la Virgen y la rodeábamos de flores que cuidábamos con esmero durante todo el mes y que llenaban el aula de embriagador perfume.
En el jardín de mi casa había un gran lilo (aún existe), por lo que yo llevaba frecuentemente lilas frescas para sustituir a las marchitas. Y en la primera hora de la tarde, entrábamos en fila, hacia el altarcillo, cantando con nuestras voces infantiles: Venid y vamos tooooodos, con flores a Maríaaaaa, con flores a porfíaaaa, que madre nuestra es.....
Qué adorable canción, tan ingenua, la cantábamos con tanto amor como si esas palabras las dedicáramos a nuestra propia madre, que había quedado en casa ocupándose de que todo marchara bien para nuestro regreso.
Cada dia yo miraba el lento deterioro de las lilas en el arbusto y me preguntaba cuántas mas podría aún llevar, orgullosa, en un improvisado florero de Nescafé vacío. Debido a mi corta estatura, unas veces me las cortaba mi abuelo, que vivía con nosotros, o mis hermanas mayores, o mis padres, y recuerdo estar a su lado cantando sin cesar De nuevo aquí nos tieeenes, puríiisima donceeeella, mas que la luuuuna beeeella, postrados a tus pies..., mientras contemplaba los ramilletes que íban surgiendo en sus pacientes manos.
He crecido, y tanto, pero cada Mayo sigue siendo para mí aquellos mayos de altares azules y canciones a María. Las lilas del jardín siguen fieles cada primavera, aunque ahora se adelanten un mes, aunque ahora falten algunas de las manos que las cortaban para mí. Yo, también fiel, preparo con mis manos adultas frondosos ramos de flor y hoja, pero el frasco de Nestlé ha sido sustituído por un florero mas propio de mis años. Y también canturreo, a veces con lágrimas en los ojos, porque aún vislumbro pequeños retazos de aquella niña que fuí, y la congoja que atenaza mi garganta me saca, involuntaria, una vocecilla que reconozco perfectamente.

11 comentarios:

enrique dijo...

No estoy del todo deacuerdo con el amable comentarista; yo estudié en un colegio de curas y no me produjo ningún tipo de trauma o daño. Lo cual no quita para que alguien si lo tuviera, hablo desde mi estricta experiencia personal. Y vivía en una familia con unos padres creyentes entusiastas.
Recuerdo los mayos de mi infancia rezando por la noche con mi madre las flores a María, recuerdo la misa obligatoria de los domingos.
Y recuerdo que todo eso pasó y ya no queda más que en el recuerdo.

Madame X dijo...

Recuerdo muy bien el lilo de tu jardín y su perfume penetrante en primavera. Testimonio mudo de todos estos años...

¿Qué tiene la primavera que trae tanta nostalgia a nuestros corazones?

Un beso, niña cantarina.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

La nostalgia de la infancia, Madame X, se agudiza en primavera porque es en esta fecha cuando Perséfone regresa de los Infiernos y se reúne de nuevo con su madre, Deméter, la tierra, que recupera la alegría después de los meses tristes del invierno (mientras su hija permanece en las sombras). Es, por tanto, la vuelta al seno y protección maternos, al "anegado reino", como escribió el admirado José Ángel Valente.
Mery, a mí también me revuelve mayo muchos recuerdos de entonces.

Javier dijo...

Una memoria de Mayo compartida por muchos, el mes de María, yo empecé en colegio religioso y luego pasé a privado no religioso, aunque en aquellos años todo era religioso, pero son bellos recuerdos de una infancia cargada de inocencia.

Mery dijo...

Rafael, mis recuerdos religiosos de esos años son felices, en ningún momento tengo la necesidad de curar heridas. Y mayo, dedicado a María, creo que desarrolló en mí esa ternura hacia la figura maternal protectora. ¿No te ocurrió a ti? Piénsalo bien.Seguro que si.

Antonio, siempre con tu puntualización tan esmerada y mitológica; deberías cobrarnos las clases.
Madame, Pe-jota, Enrique, que disfrutéis mucho vuestros recuerdos. Solo los buenos ¿eh?
Un beso a todos

Ester dijo...

Bendita nostalgia a veces. Y María un nombre precioso, el de mi hija además

Ester dijo...

Bendita nostalgia a veces. Y María un nombre precioso, el de mi hija además

LA MAMI dijo...

EHHHHH,estoy contigo en todo. Flores A MaRIA fLORES a PORFIA
besos para ti a barullo

Anónimo dijo...

Yo también soy de la generación que aprendió la palabra "porfía" gracias a esa canción de mayo.Ay, la nostalgia primaveral, qué hermosa. Ante casos así, me acuerdo siempre de aquel verso: "Cómo pudo ser tan hermoso y tan triste". Besos, Mery.

Mery dijo...

Es cierto: la palabreja "porfía" era cantada sin comprenderla en absoluto.
Me alegra que también disfrutéis cada uno, a su manera, el mayo actual y los de antaño.
Un abrazo a los recién llegados: Mami,Octavio, Bolero, Compartimos y Deme.

Agurdión dijo...

Yo también me acuerdo, no puedo evitarlo. Resulta que esa misma cancioncita la aprendí yo en los salesianos, que el 24 de mayo celebraban María Auxiliadora. Me acuerdo muy nítidamente de las fiestas, cada año. Siempre eran muy emocionantes, porque ya estaban cerca las vacaciones de verano, hacía buen tiempo, y había algo en el aire que nos tenía eufóricos. Un besín.