Hoy me acuerdo de Santa Teresa para iniciar esta entrada que no tiene nada de santa y sí mucho de loca.
Es una lástima que en el siglo XVI no existieran gimnasios colectivos, estoy segura que de haber acudido a uno, se le habrían suavizado muy mucho tantas rigideces físicas y morales, y se habría guardado de atacar a la imaginación con tanta saña, con los beneficios mentales que comporta.
Llevo dos semanas de gimnasio casi diario y estoy contenta; a veces voy sola, a veces con R. intercalando horarios según sea conveniente. Pues bien, cuando me toca el horario de tarde coincido con un chico que me ha llamado la atención, para ser exactos, nos hemos llamado la atención mutuamente. El primer dia establecimos contacto visual y así sucede cada tarde que nos cruzamos en el área de aparatos. Yo me fijé en él porque se parece a dos amigos míos-en extraña mezcla- y porque tiene cara de loco, de loco atractivo. El se fijó en mí quién sabe por qué, o quizás porque yo lo miraba a hurtadillas. El otro día cruzamos mas miradas de las debidas mientras uno hacía abdominales y el otro piernas, uno, dos, uno dos, en tres sesiones de quince.
Con esa cantinela y sus ojos salvajes clavados en mi mente bajé en el ascensor a la planta baja del centro comercial, muerta de hambre y sola. En vez de irme al coche y a casa entré en el Vips a reponer las calorías perdidas (toma propósito de enmienda). Eso de estar sin conversación y sin lectura que distraiga el pensamiento ya se sabe que trae malas conscuencias y yo sucumbí al vuelo de la loca de la casa. Empecé a fantasear con la idea de ver aparecer al susodicho de ojos verdes e inquietos ¿o son azules? Imaginé que me veía sola en mi mesa y que se acercaba a saludarme con la típica frase de ligoteo "tu estabas ahora en el gimnasio ¿verdad?"
En fin, fantaseaba con la idea de iniciar una conversación interesante, porque el tipo tiene pinta de serlo, que yo le confesaba cuánto se parece a mis amigos, aunque me callara que su mirada selvática me inquieta y me atrae poderosamente.
Suponía que él se interesaría por mi vida y que cuando yo le soltara "estoy casada" sus ojos brillarían con rabia contenida. Suponía que, finalmente, no le importaría demasiado y que pagaría la cuenta sin rechistar.
Tan enfrascada estaba en mi película particular que me voló el tiempo mientras devoraba mi plato y mi coca cola. Pensé qué hubiera sido de mí si de pronto hubiera aparecido realmente en el Vips, muerto de hambre como yo.
Hoy hemos coincidido otra vez y nos hemos saludado y yo he sentido vergüenza absurda en todas y cada una de las series de quince con las que me machaco el cuerpo.
La Santa escandalizada me observará desde sus moradas, pero oye ¿no les pasan estas cosas a otras personas? Parece ser que sí. Pues entonces que me dejen soltar a la loca de la casa cuando me venga en gana, que al fin y al cabo esta loca es cosa mía.
21 comentarios:
ja, ja, ja, Mery, la primavera se está acercando y la sangre nos envenena el cuerpo.
Ay, las miradas salvajes ¿qué seríamos sin ellas?
Sigue imaginando que es la mejor de las pasiones, imaginar no trae pecados al hogar, nena.
Estas cosas ocurren de vez en cuando afortunadamente.
Besos
La imaginación, si está ejercitada, nos permite casi sustituir la realidad, pero en condidiciones de control y seguridad. Al resto de la gente, por lo general, no le basta con imaginarlo. Es decir, el gimnasio por sí sólo no sirve a suavizar las rigideces físicas y morales. Similar al mundo del "gimnasio" es el mundo de la "biblioteca" en los exámenes de junio. Te aseguro que ese territorio es cualquier cosa menos saludable, especialmente con vistas a aprobar un examen.
Me estoy acordando de Camino en la película, otra "santa" cuya experiencia imaginaria, según se cuenta, bien podría sustituir a su agonía. Tan triste como es la historia desde fuera, lo cierto es que su correlato "espirirual" es para sentir envidia. Un beso.
Yo, como voy al gimnasio a las siete de la mañana, tengo poca compañía y casi toda de la tercera edad, así que es difícil caer en la tentación. Hay algunas chicas atractivas, pero son pocas y casi siempre las mismas. En septiembre (tras los excesos veraniegos), en enero (tras los excesos navideños) y en junio (para caber en los bañadores) el gimnasio se llena un poco más; al cabo del mes, volvemos a ser los de siempre.
Tal vez si fuésemos al mismo gimnasio, mi loca de la casa (me refiero también a la imaginación) se dispararía más. Pero, ay, que parezco Octavio...
Un beso, Mery.
jaja en todo una santa muy moderada...aún no ha hecho nada y se ruboriza por un saludo...
Tù, sigue soltando a esa loca de la casa, al igual que tu imaginaciòn, a veces es bueno, y màs aùn si te adentras en esos ojos salvajes :D
A la mayorìa nos pasa, estas cosas, solo que a veces, no lo aceptamos abiertamente!
Gracias por el regalo de tus palabras, y tus alrederores!!
Besos y muchos màs.
Parsimonia: qué bien comrendes porque, efectivamente, qué haríamos sin esos momentos de fantaseo. Son la sal de la vida, sobre todo en primavera, jajaja.
Agurdión: tardes de biblioteca, apuntas. Pues si, también tenían lo suyo. No he visto Camino, no puedo opinar.
Juan Antonio: las 7 de la mañana es una hora escandalosa para gimnastear. Eso es voluntad, si señor. Si fuéramos al mismo gimnasio, bloguearíamos en directo, menudo bombazo.
Noelplebeyo: pues si, una tontuna completita, porque avergonzarse por los pensamientos de una cena. En fin, veremos qué pasa. Os mantendré al tanto.
Amanecer: yo oigo a alguna amiga que hace amistades en estas salas de ejercicios, cenan, toman copas, y yo me digo que es normal. Y si se fantasea un poquillo, pues nada, bienvenido sea. Gracias por pasarte por aquí.
Un beso a todos y feliz sábado
Tal vez cuente algún día en mi blog una historia de gimnasios vivida en carnes propias. El mío de Marbella es espectacular, con vistas directas al mar, en primera línea de playa.
Realmente, es un lugar para dejar escapar la imaginación. Pero claro, no estás tú, y eso lo estropea todo. Y no te digo más porque el profe se me ha adelantado, el muy pillín.
Un beso, Mery.
No paran de mirarse. Fue llegar ella hace un par de días y todos nos hemos dado cuenta: ambos se buscan y se sitúan estratégicamente en aparatos cercanos con la intención de verse. En la media distancia, no paran de mirarse; cuando se acercan, el comportamiento es dispar: el primer día, se rehuían la mirada; el segundo día, la sostuvieron unos instantes; el tercero, se saludaron tímidamente. Ya se cruzan apuestas en la sala de pesas a ver en qué acaba todo esto.
Ayer, al salir, mientras me tomaba un refresco en el VIP's, me di cuenta de que ella estaba allí. Parecía esperar a alguien, tal vez pensando que él podría aparecer. Yo miraba insistentemente la puerta, por si se producía el encuentro, tal vez deseando que no se produjera. Al fin y al cabo, podría mirarme a mí. ¿Por qué se emprñan en hacerme invisible?
Octavio: sé de qué gimnasio hablas, aunque no lo conozco por dentro. Espero que algún dia nos cuentes esa historia que acabas de adelantar ahí arriba: eso es la vida real, no mis fantasías al vuelo. Te digo lo que a Juan Antonio, si coincidiéramos en una sala de musculación, nos dedicaríamos a bloguear en directo, y si estuviéramos los tres, ya ni te cuento...adiós gimnasia.
Siempre tan amable, malagueño.
Un beso
José Ignacio: encantadora sorpresa acabo de llevarme al leer la historia en boca de la otra parte contratante. Un complemento ideal a mi entrada. Muchísimas gracias. Un beso
Juan Antonio: Por si faltaba algo, llega de tus manos la visión de un tercero, observador atento del affaire. No dudes que de ser tu, esta servidora te miraría disimuladamente, mientras te afanas cada mañana en la cinta andadora.
A este paso, cualquier cosilla que ocurra en el gimnasio a partir de ahora, me parecerá una bagatela.
Un beso desde los madriles.
Oye, esto no me lo habías contado. ¿Un tipo de mirada salvaje en el gimnasio? Ufff, Mery, cuidadín, cuidadín. Esos son peligrosísimos. Claro que ya sabes lo que yo pienso: hay que caer en la tentación. Y a Santa Teresa y demás puritanos ni p. caso. Pues menudo trajín se traía ella con "la loca de la casa" y sus estados de éxtasis...
[Esto me lo tienes que contar con pelos y señales.]
Mery, después de leer tu entrada y los comentarios subsiguientes, creo que me voy a apuntar a un gimnasio (y que conste que ya estoy en forma; mejor, para lo que veo que se hace allí...)
Madame: no hay nada mas que contar, todo es tal y como se refleja en esta entrada. Luego, la loca de mi casa hizo el resto.
Un beso
José Miguel: lo que dán los gimnasios es materia para la imaginación, ya has podido constatarlo. Y se pasa bien, la verdad.
Un beso
Los divinos y muy santos atractivos de los gimnasios, al fin de cuenta todo es ejercicio, así que tranquila, que lo que no mata engorda, sólo faltaría andar en plan sota de bastos.
Hay que ver mery, siempre sacas parecidos...
Es bueno que la loca de la csa ande suelta, eso da vidilla.
Fíjate en la Santa abulense, se iba de éxtasis cada dos por tres...
Y es que las abdominales son un coñazo, hay que poner algo en la mirada que nos haga olvidar el dolor abdominal...
Suelta a la loca de la casa, que machacarse, matarse de hambre, caer en la tentación y comer lo que no se debe, hacer series de quince y vuelta a empezar, es demasiado para hacerlo sin soñar. Una chica puede soñar. Me preocupa su cara de loco. Casi prefiero que no coincidas mucho con él; como nuestra imaginación, nada:-)
Besos de lunes.
Lo mejor de los gimnasios es mirar a la gente y ver posturas ¡faltaría más!. Para hacer abdominales a solas ya está el pasillo de nuestro desangelado hogar. El sudor de los otros es el perfume más ansiosamente deseado.
Esto te sucede por castigar al cuerpo con abdominales y dieta hipocalórica: por fuerza habrá de sublevarse. Al final, incluso acabarás levitando, como mi pasiana a la que mentas.
Saludos.
Mery, es curioso lo diferentes que resultan las fantasías de hombres y de mujeres. Estoy seguro de que el chico del gimnasio también fantaseó contigo, y presumo que sus fantasías eran mucho más prosaícas y contenían menos argumento literario.
A mí me pasa como al profe, voy al gimnasio a las 7 de la mañana, y a esa hora aún no ha comenzado el "paseo de caballos".
Un saludo
Decía la Santa que la imaginación tenía que ser sierva y no señora, y en este caso creo que la señora eres tú, así que adelante, sigue con la imaginación.
Estos últimos comentarios de Jesús, Enrique, ALfredo, Olga, Pe-Jota, Sombras y Deme los he leído tras unos dias fuera de casa, siento responder con retraso.
Veo que mas o menos coincidís en dejar libre a la imaginación, la vida seía francamente aburrida con ella entre rejas.
Gracias por la visita y un fuerte abrazo.
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