Si me estuviera permitido, hoy no tendría contacto con las afueras. No escucharía cosas que no quiero escuchar, no hablaría de lo que no deseo hablar, quizás no hablaría de nada. Eso si, escribiría, y mucho.
Escribiría de la carta que he recibido de una amiga, de las personas verdaderas, de los preparativos para la merienda de mi madre, que mañana cumple tantos años y no sabe que le aguarda una sorpresa: que le van a cantar de blanco Las Mañanitas, y De qué manera te olvido. Luego, lo que ella quiera.
Dejaría hablar sólo a la voz de mis manos para contar la historia de un primer amor nacido en la guerra y que ha sobrevivido siete décadas. También diría que el siete es el número bíblico para expresar una montaña de cifras y que bíblico sería casi el relato. Hablaría de las coincidencias y del azar; del pasado y del porvenir, si yo lo supiera.
Escribiría en rojo la frase de una canción eterna "No olvides que te espero, no esperes que te olvide". Y os contaría que así se define el Amor y no de otra manera.
Si tuviera tiempo escribiría de mis ilusiones, que son unas cuantas, o de mis carencias, otras tantas mas equis. También diría que todo es relativo o absoluto, depende de.
Nada de lo que ocurre fuera me importaría hoy si me estuviera permitido.
No estoy melancólica ni triste, tan sólo, eso sí, ensimismada.