lunes, 8 de noviembre de 2010

A propósito de la era de la información


Si por un lado debemos felicitarnos por vivir estos tiempos de avances científicos y tecnológicos, donde la información entra en nuestras casas con sólo darle a un botón, también debemos lamentarnos por lo que todo ello arrastra consigo. Pocas veces somos conscientes de que esta metralla contínua nos deja a la deriva de nuestras propias convicciones, hasta tal punto de que uno ya no sabe si piensa en un sentido o en otro. O, simplemente, si no piensa en ello en absoluto.

Leamos El Mundo, ABC, El País, La Razón...cambiemos de La Sexta a Intereconomía, Telemadrid, La 1...En nuestras manos tenemos un crisol de noticias - gracias a Dios yo me alegro de esa posibilidad que el siglo XXI me permite -. Ahora bien, lo que desearía es poseer la información, no la opinión de todo bicho viviente con derecho a plasmar su pensamiento por tener en su mano el título de periodista ( a veces, ni eso). Porque resulta que, quiera o no, por mis ojos y mis oídos penetran opiniones ajenas incluso antes de haber dispuesto de un tiempo mínimo de reflexión, y así me encuentro con una contaminación infiltrada gota a gota imposible de blanquear a posteriori.

Podría mostrar cualquier ejemplo de los miles que se me ocurren, pero voy a poner uno que me ha sorprendido esta mañana, a raíz de la visita del Papa. Parece ser que, durante la misa de consagración de la Sagrada Familia, un grupo de monjas salió, trapo en mano, a limpiar el aceite derramado sobre el altar del ritual. Se dice que es el único momento en que se observa presencia femenina durante toda la celebración y, aquí viene el rasgarse las vestiduras, ya es delito que asomen con el fin de limpiar la casita, lará lará larita.

Oigo protestas, contraprotestas, pasar de puntillas sobre el asunto o clamar a la Secretaría de Estado para la Igualdad. Y yo me pregunto : ¿Qué opino? ¿Me indigno o no me indigno? ¿Es grave o es una nimiedad?

Luego, mas tranquilita y en quieto diálogo conmigo misma, caigo en la cuenta de que, en realidad...¿tengo que opinar forzosamente?

Por favor, quiero un poco de tranquilidad.
Quiero que me informen, pero que no me contaminen.
Si es posible.


13 comentarios:

Manuel Amaro dijo...

Pues yo opino que las monjas son Matemáticas.
XD.
Era broma, no quiero polémica.
Haces bien, querida Mery. Hay cosas sobre las que no vale la pena opinar. Lo malo es que a veces entramos a trapo (y no precisamente para limpiar el aceite que... ¿has dicho que perdía?).
Vaya, me voy por la tangente. Qué despistadillo soy.

enrique dijo...

Tienes toda la razón, asistimos a tal estado de des-información, sesgada la realidad por la lente de cada cual, que dan ganas de no saber nada en una buena temporada...
Lo de las teles de de circo, directamente.
Pero no nos preocupemos, que nuestro gobierno ha descubierto que para la igualdad lo mejor es el orden alfabético...

marinero dijo...

Planteas una cuestión que me parece sumamente interesante: la tendencia de los medios de comunicación, en general, a facilitar no tanto información como NOTICIAS; es decir, a convertir en noticia, en reclamo de sí mismo (y del medio) cualquier información que cae en sus manos. Tendencia molesta, y a veces incluso peligrosa. La proliferación, en lo deportivo, de "partidos del siglo" (unas cuantas decenas de miles) es sólo el aspecto, o uno de los aspectos, más caricaturescos de un tema que, por desgracia, va más allá de la caricatura.

Mery dijo...

Amaro: una alusión mas a las matemáticas y el aceite que pierde alguien por la tangente de ...y me muero ya mismo. Chico malo.
Un abrazo

Enrique: he ahí otra cuestión actual, a ver qué hacemos o dejamos de hacer con los apellidos. Yo me rindo.
Un abrazo

Marinero: si, la manipulación es tal que incluso se crean noticias y se diluyen de un día para otro, con la mayor impunidad. Nos bombardean con hechos despreciables, se crea opinión, se tapa el asunto cuando no interesa...¿a quién?
Me indigna.
Un abrazo

Y buenas noches a todos

Manuel Amaro dijo...

Juro por Gauss, príncipe de las Matemáticas, que no seré yo quien provoque tu muerte.

Javier dijo...

Tú sabes perfectamente que tan malo es el exceso como el defecto, y hoy en día ambas circunstancias se dan en abundancia.

Mery dijo...

Amaro: acabas de darme la puntilla. RIP

Pe-Jota: el defecto se dá en el rigor y la calidad de la información. El exceso, en la cantidad de opiniones. Al menos eso creo yo.

Un abrazo a todos

Pet dijo...

No se puede expresar mejor. Paso mi receta para el caso: He localizado una tableta de chocolate negro que es puro bombón, como tomar bombones de chocolate negro pero en tableta! Pues eso, en vez de tele, periódicos, tertulianos, etc. que quedan suprimidos. Y para la desintoxicación total acompañar de los Ensayos de Montaigne o algún clásico así, a gusto del paciente.
Nota: Digo lo del bombón aquí porque tengo mi blog infestado de cotillas ultimamente.Pero intentaré citar el chocolate de la receta discretamente.

Juan Carlos Garrido dijo...

En apariencia tenemos muchas opciones, pero la diferencia es mínima; y, por ende, las escasas diferencias no se deben a la información, sino a voluntad tendenciosa.

Saludos.

El alegre "opinador" dijo...

Je, je, je. Lo de las monjas es el tema de mi entrada de ayer. Yo lo vi en directo y doy mi opinión en el blog...
De las aportaciones u opiniones de los medios "oficiales" y "contra-oficiales" no te puedes fiar mucho...
Yo suelo leer El País y, si puedo, El Mundo, Y parece que son periódicos de diferentes países. Tienes toda la razón del mundo. ¿Cuándo demonios se darán cuenta de que deben informar, por encima de opinar?
Besos.

El Deme dijo...

La verdad es que si al Papa se le derrama el aceite en al altar en plena consagración y salen dos monjas a limpiarlo, es una noticia que merece ser detallada, explicada, matizada, enmarcada y señalada.
Uno sólo busca la información que le interesa: éste es el verdadero poder de los medios de comunicación del siglo XXI. Sólo te tienes que tragar aquello que te despierta la curiosidad. Lo demás, simplemente no existe. ¡Viva la ignorancia!

José Ignacio Lacucebe dijo...

Hola,Mery, tiempo sin leerte.
Apuntas un tema más respecto a la época de la información. Época que ha llegado después de un corto postmodernismo.
La información sobrepasa nuestras posibilidades de digestión. Los medias se disputan audiencias, anónimas (tribus urbanas que hacen perder el antiguo concepto de pertenencia a una sociedad, familia, grupo...)
Las redes sociales están lanzando nuevas posibilidades de pertenencia e intercomunicación creando foros efímeros.
La información es muy unidireccional y la conversación pausada esta olvidada. (No quiero decir que sea un romántico y me niegue a participar en estas nuevas etapas.)
Formarse una opinión no es tan difícil. Verás: La vida, nuestra cultura,nuestro entorno... nos va modelando y dotándonos de un ámbito de opinión. El caso de las monjitas, el del coste de la seguridad del viaje de Ratzinguer, la reunión del G20 o la rivalidad entre Madrid y Barcelona se filtran por nuestro cedazo. No es necesario pensar demasiado en lo general, la opinión surge espontánea. Cuando algo nos motiva de verdad, nos detenemos, nos informamos, consultamos y al final nos formamos un criterio que enriquece nuestro bagage.
Un saludo

Madame X dijo...

Información es poder, así que de toda la vida se ha manipulado. Sólo que ahora se han multiplicado los medios. Pero es lo de siempre, el que de verdad quiere informarse, ha de currárselo por su cuenta y buscar más allá de lo que nos dan masticado a diario en la prensa, en la tele, etc. Internet, aunque hay que andarse con cuidado, puede ser una buena fuente de búsqueda.

Mery, a por los bombones ;-) y que le den al Ratzinger.

Por cierto, te ha quedado precioso el blog, tan otoñal. Un besito.