jueves, 5 de marzo de 2009

Los guantes verdes


Cuando pase a recogerte esta noche, sorpréndeme con algo. No dijo nada mas y colgó, de sobra sabían el resto.
Ella buscó entre los cajones mientras en su cabeza el eco de una palabra tintineaba : sorpréndeme.

Lo haré, mi amor, siempre lo hago.
En el baño se compuso por completo, perfecto el maquillaje, las medias negras, el pelo alborotado como a él le gustaba, las uñas pintadas en su color preferido.
Y en el bolso, la sorpresa a buen recaudo.

Cuando daban las once en el reloj ella decidió hacerle esperar aún diez minutos, uno por cada dedo que metía en sus guantes verdes de tercipelo; luego bajó las escaleras ensayando palabras para una noche. Un beso de refilón al entrar en el coche, pocas concesiones en los primeros momentos...
Esta vez no la llevó a su casa, ni a un hotel de lujo, tampoco cenaron; su deseo estaba encendido por unos guantes verdes en reposo sobre los muslos de ella, que apenas hablaba. Paró el motor bajo el cobijo de un árbol y la besó, inflamado su pensamiento y su pantalón vaquero, y ella se fué despojando de la ropa al ritmo de los Carpenter.

"Espera, preciosa, déjate los guantes puestos"
Los cristales se empañaron en las horas frías de enero pero manos y bocas y otros miembros parecían arder en los confines del Averno. Qué relación tan extraña arrastraban desde hacía unos meses.
Cuando el aire se hizo irrespirable se vistieron sin mediar palabra y la llevó a su casa con el ánimo de un poeta. Frente al portal le dijo : "eres divina ¿sabes? Esta noche te has superado al traer los guantes verdes."

Ella le regaló la última caricia de terciopelo y salió del coche.
En el ascensor sacó del bolso la sorpresa olvidada y suspiró; ya le daría otro día los papeles definitivos del divorcio para que los firmara.


18 comentarios:

LA MAMI dijo...

QUE BUENA LA HISTORIA Y QUE ZORRA LA DE LOS GUANTES BLANCOS, JAJAJAJAJJAJAJJAJAJAJAJAJJAJAJJA
IMPRESIONANTE SOLO TENGO DOS PALABRAS , BUENA Y ZORRA.
COMO SIEMPRE ME DEJAS EXAUSTA.
ERES UN CIELO
BESOSSSSSSSSSSSSSS

Madame X dijo...

Ma chérie, qué delicioso relato. Escribes como los ángeles con diabólica pluma... El final, insuperable.

[Conicéndote, apostaría a que hay unos elegantes guantes verdes reposando en algún rincón de tu ropero.]

Gracias a ti, empiezo mi día con una sonrisa. Que tengas una jornada estupenda. Un beso.

José Miguel Ridao dijo...

Desde el principio del relato me olía a chamusquina lo de la sorpresa; me fui inquietando cada vez más y respiré aliviado al final. Menos mal que no lo mató.

Un beso.

enrique dijo...

Medias negras....
Con eso, no hacen falta más colores...
Me ha encantado eso de "se compuso". Genial.

Miroslav Panciutti dijo...

Muy bueno; además, con algunos matices, me ha recordado una historia que yo viví (¿sabía él que ella iba a divorciarse?; ese es el dato que me falta). Solo un pero: ¿con música de los Carpenters? En fin, nada es perfecto. Un beso.

Noelplebeyo dijo...

La lujuria verde eclipsó alos blancos papeles pero una convivencia aún no disuelta...buen giro...

saludos

Anónimo dijo...

Mery, tus palabras tienen siempre el tacto del terciopelo, suaves y encantadoras.
El relato te seduce poco a poco en una historia de momentos íntimos e ideales, para dar el golpe final de realidad: los papeles del divorcio.
Creo que ella estaba harta del fetichismo del marido, que necesitaba una prenda para "ponerse".
Ella necesitaba que la amaran desnuda, en todos los aspectos.
Encantador, Mery.
Besos

Olga Bernad dijo...

Sí, yo creo que estaba harta de guantes verdes, fíjate, y de tener que superarse, como si ella no fuera suficiente, algo así.
Puestos a superarnos, superémonos del todo;-)
Yo también olía a chamusquina en medio de tanta perfección.
Muy bueno, Mery.

Mery dijo...

Mami: me alegra verte por aquí, al menos eso demuestra que estás menos atareada y mas tranquila. Un beso, no faltes.

Madame: qué sabia eres: si, tengo nos guantes verdes, y rojos, y azules...

José Miguel: es verdad, olía a chamusquina desde el principio. Para otra me pensaré lo del matarlo...(es broma)

Enrique: tu y las medias negras. Te toca escribir algo sobre ello, en tu estilo de los miércoles, anda.

Miroslav: si, al parecer llevaban varios meses separados, con una relación extraña. Sólo quedaba la firma definitiva. Vamos, es lo que aparenta el relato, digo yo.
¿No te gustan los Carpenter?


Noelplebeyo: gracias por tus palabras, un resumen perfecto de la historia.

Parsimona: tu ojo clínico es insuperable, muy femenino e inteligente. Y gracias por el elogio; una nunca se acaba de creer lo que le dicen, pero eres muy muy amable.

Olga: tu, como Parsimonia, aportando esa visión femenina tan oportuna. Habría que preguntarle al ex si él la sorprendía; a lo mejor se creía que con hoteles caros ya estaba todo hecho.

Os agradezco a todos vuestra amabilidad.
Un beso

Jesús Cotta Lobato dijo...

A mí lo que me gusta es que ella, después de ese escarcero encendido en el coche, se olvidara del divorcio. Eros arregla muchos problemas.

El Deme dijo...

Si estuvo diez minutos poniéndose los guantes le tuvo que dar tiempo a pensar muchas cosas. El terciopleo pone, pero también el cuero, jolines con los elementos textiles, qué morbillo tan rico.

Rio Oria dijo...

Genial la historia, aunque eso de olvidarse los papeles, no se yo si es sintoma de algo.
Un beso. Olalla.

Anónimo dijo...

¡Quién puede aguantarse cuando unos guantes se le anticipan! ¡Quién no puede aguantarse sin divorcio un día más, cuando unos miembros sabios sustituyen a unos guantes!

Hernando dijo...

¡Ay! Que rápido pasa el tiempo entre ver un Rayo Verde como el de Rohmer y esta historia de los guantes verdes.

Muy poco..., tres días o un post.

Besitos.

Ester dijo...

jooooooooooooooo
que pasada!!me ha encantado!!!

José Ignacio Lacucebe dijo...

El ritual que conlleva ponerse y quitarse unos guantes es exquisito.
Si comenzamos por la acción de poner una de las manos queda en espera la otra acompaña la prenda la ciñe y repasa dedo a dedo su posición. La acción se repite con la otra mano.
Cuando se repite la operación contraria dos dedos de cada mano destapan con lentitud las manos de la caricia, del abrazo, de la plenitud.
Tiempo pausado utilizado para dar tiempo a la pareja a repasar cada rincón del cuerpo, para fijar dos miradas y recrear el deseo.
Los papelillos no creo que fueran una sorpresa para nadie.
Un beso.

Mery dijo...

Jesús: vas a tener razón: Eros tiene buena mano en estos menesteres.

Deme: el cuero, las puntillas, la seda...todo tiene cabida en la pasión ¿verdad?

Olalla: lo mismo no hay arreglo de nada, sino simplemente un posponer es asunto. Estas mujeres son imprevisibles...

Antonio: te digo como a Deme, se ve que los tejidos tienen su puntillo en esto del deseo.

Hernando: hay que enseñar el rayo verde a cierta personita del sur, que sigue sin verlo. Sii no es por allí abajo, será por estos centros.

Bolero: escueta y concisa, te agradezco que te haya gustado el relato, es un honor.

José Ignacio: muy bien descrita la escena, casi podrías idear algo así en una entrada, porque íbas por buen camino.

Os deseo a todos buenas noches y un magnífico fin de semana.
Un beso

Javier dijo...

Pero mira que sois retorcidas, jajajajajajajajajajaja