lunes, 25 de febrero de 2008

Arturo y Roberto..................Lámina 9


Arturo y Roberto, Roberto y Arturo, tanto monta y nunca mejor dicho. Creo que debo contar cómo es su historia para ir teniendo el panorama completito de esta especie de novela por entregas. Para empezar Arturo tiene ahora 46 años, 43 cuando me conoció a mí y 41 cuando tropezó con su Rober. Hasta el nombre me cae gordo, Rober, suena a maricón enfermo, y no es que tenga animadversión a los maricas, Dios me libre, salvo a éste, y mis motivos tengo. A lo que íba: Arturo ( a partir de ahora "A", porque he notado que escribir su nombre me revuelve el hígado), es abogado en una gran firma internacional, de las que tienen despacho en América y varios paises de Europa. "R" (escribir su nombre me revuelve aún mas), es también abogado de la misma firma, pero en Barcelona y hete aquí que en unas Navidades blancas la empresa los reunió a todos en una gran cena en no sé qué hotelazo de veinte mil estrellas. Allí se conocieron por amigos comunes, un par de gays camuflados de los que nadie sabía nada, y que bien se encargaron de buscarle al Robertito el mejor y mas atractivo socio de Madrid. Al parecer solo se cayeron moderadamente bien esa noche, o al menos "A" no cayó en la cuenta, pero el otro ya le había echado el ojo y no tardó ni quince dias en echarle el lazo. Con motivo de las vacaciones, el catalán se quedó en Madrid y le llamó al despacho con una excusa cualquiera para quedar a comer y un café, y un paseo por el barrio de Chueca que estaba a tiro de piedra. Los primeros dias los pasó tejiendo su tela de araña tan sutilemente que "A" no recordaba cómo había llegado con él a una habitación de hotel de las afueras. Se sentía embriagado de manera extraña, casi drogado por la demostración de admiración que "R" le regalaba a cada instante, y entre besos y embelesos terminaron revolcándose como perros en celo. Una, dos, tres batallas de Titanes, y "A" completamente embobado con el efebo caído del cielo. Un inciso: si decimos encoñado cuando un hombre se angancha de una mujer ¿cómo diremos cuando un hombre se engancha sexualmente de otro? ¿Empollado, envergado? Puf, qué vulgaridad. De esta guisa amaneció una mañana mi cándido Arturo, sin saber qué hacer consigo mismo y con su sexo, ni mucho menos con su camada familiar, pues no olvidemos que estaba casado y con hijos.

"R" se dedicó desde entonces a chuparle bien la sangre (evito imaginar otra serie de escenas), a presionar su vida forzando encuentros absurdos y a trepar a su costa en la compañía, consiguiendo que este idiota lo reclamara para su grupo de trabajo en Madrid. En cuatro meses se plantó a vivir aquí, en un apartamento pagado por la empresa en la mejor de las zonas que él mismo eligió con todo descaro. Tonteó y maleó a "A" a su antojo unos cuantos meses mas, y después, con una ligereza ofensiva pasó a tirarse a media población masculina, porque, según le explicaba a su amado-embobado, había que vivir la vida y Madrid era un pozo inacabable de excesos y paraísos múltiples. "A" comenzó a sufrir muchísimo, de celos y de conciencia reconcomida por su familia , a la que tenía abandonada casi 24 horas al dia, amparándose en reuniones interminables de trabajo. Hasta que un buen dia su queridísimo Rober decidió que Madrid ya cansaba y que pedía el traslado a Londres, donde era muy probable que ya tuviera otro insustancial esperándole abierto de brazos y de alma. Un añito mas o menos le duró a "A" esta aventura extra extra, porque mas extra no pudo ser, y otro año de pastillas le costó deshacerse de su recuerdo y sus caprichos.
La tarde que me contó toda su experiencia gay delante de un descafeinado, muy abrazado a mi, casi tiritaba de nervios oprimidos, descargando su conciencia , pero sin soltar una sola lágrima, lo cual me hizo albergar la ciega esperanza de que quizá ya no amase a ese canalla con cara de Leonardo di Caprio, aunque en ese momento se encendiera una luz roja de alarma ante mí, ínfima, es verdad, pero persistente. Mi sexto sentido funcionaba de P.M. pese a que yo intentara vendarlo como una momia de la tercera dinastía.
Y ahora, unos años después, vuelta a las andadas; el fantasma de la ópera ha hecho sonar sus cadenas con dulce tintineo arrasando como un tornado varias vidas........
Mi querido Arturo, en qué ciénagas de porquería andas otra vez metido. ¿Quién va a lamer después tus heridas? Dime. Porque las tendrás, y esta vez mas profundas que las anteriores.

7 comentarios:

Pedro Jorge dijo...

A ver, a ver... esto sucede en las mejores familias. independientemente de las preferencias. R es de los individuos llamados "parásitos" y A es un individuo de los llamados "víctimas de los parásitos". No será el primero y desgraciadamente, podría NO ser eñ último.

Tampoco creo que se trate de "maldad" por parte de R. Simplemente, es su forma de ser, su manera de relacion arse. pero ah, el pillín encontrará, tarde o temprano, la horma de su zapato.

A todos nos toca estar a veces en el otro lado del mostrador. O de la barrera, como se entienda.

Javier dijo...

Mira no te preocupes porque son tal para cual, el uno un pendón desorejado y el otro.....un inconsistente, me hace a mi alguien eso y .....la mala baba que nos podemos llegar a gastar no es leyenda, es real, jejejejeje

pepe perez dijo...

Hola, me he pasado por aqui y veo que tienes un blog muy divertido, me gusta como cuentas las cosas que te pasan.
Saludos.

Anónimo dijo...

Definitivamnete, no será el ultimo ni el primero a quien le ocurra esto; y según parece reincidirá, lo cual no es raro, si partimos de que nada es tan didifil como la primera vez.

Un beso

Juan Antonio González Romano dijo...

La verdad es que cuando uno se "enverga" (qué bueno)de esa manera, se merece todo lo que le pase. Si perdemos el control, pasa lo que pasa. Lo cual no quiere decir que a veces no sea bueno perderlo (por supuesto), pero siendo conscientes de lo que ello supone.

Madame X dijo...

Y a mí que me empieza a enternecer el Arturito. Ahora, eso sí, es para darle una buena tunda de azotes hasta dejarle el culete bien dolorido durante unos cuantos días, por gilipuá... Con zapatilla de suela de goma, que pica de lo lindo.

Ya estoy deseando el siguiente episodio. No tardes Mery.

X

Mery dijo...

Creo que Sandra contará la próxima vez cómo se conocieron ella y Arturo. Veremos.
Un saludo a todos.