miércoles, 6 de febrero de 2008

Blablablá

R. está preocupado porque vamos caminando y hablo muy poco, casi nada. Le contesto que está bien caminar en silencio, sin necesidad de hablar por hablar, pero no se convence. En realidad voy atenta a cada señor que me cruzo y me asombro de cuántos se parecen a mi padre, por sus viseras, sus cabezas calvas, el abrigo o las gafas, el paso ladeado o la nariz. Y pienso en que cada vez voy teniendo mas gente conocida y querida al otro lado, y no me quiero poner ñoña.
Mientras tanto, J. me pasa música italiana y me cuenta que se marcha a Venecia.

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