martes, 26 de febrero de 2008

Dejad que los niños se acerquen a mi......Lámina 10


A mediodía, volviendo del trabajo, me he sentado en un banco cerca de mi calle a repasar unos papeles de cierta importancia. Al lado mio, una fuente, y en ella tres hermanos de corta edad discutiendo y empujándose por ser el primero en beber y mojarse de arriba abajo. La abuela en vano repartía cachetes a unos y otros, tan desaforados como estaban entre gritos, palabrotas y patadas al vuelo.

Automaticamente me ha venido a la memoria la otra cara de la moneda, una linda historia real contada por un amigo misionero que trabajó varios años en un país latinoamericano. Él vivía en un pueblecito limítrofe a un gran desierto, muy humilde y necesitado, como es lógico imaginar. Una tarde le avisaron de urgencia para que asistiera a un par de hermanitos que acababan de sufrir un accidente grave. Cuando llegó a la paupérrima Casa de Socorro se encontró con un niño de unos 8 años, casi ileso, gracias a Dios, y su hermana , de 5, que se íba a pasos agigantados por una hemorragia que no lograban contener, y sin tiempo para trasladarla al hospital mas cercano. El médico del dispensario sólo podía intentar una transfusión de su propio hermano, suponiendo temerariamente que tendrían el mismo grupo sanguíneo. El sacerdote, mi amigo, se acercó al niño, le preguntó su nombre y le dijo, con suma dulzura:
"Juan, tu hermana está muy malita. Para ponerse buena necesita que tu le des un poco de tu sangre. Como eres un chico tan grande y fuertote, seguro que si se la das, no se muere" El niño no dudó un segundo y en un periquete andaba enganchado a agujas y bolsas, sin una sombra de preocupación ni temor en su cándido semblante. Cuando por fin le quitaron del brazo toda la parafernalia del trasvase, se volvió a mi amigo, y, con los ojos mas tiernos y serenos del mundo, le preguntó:
"Padressito, ¿ahora es cuando ya me muero yo?.


11 comentarios:

Pedro Jorge dijo...

Es fina la línea que separa la vida de la mkuerte, el niño no tiene porqué distinguirla... ni nosotros tampoco.

¿Qué le respondió tu amigo?

Julio dijo...

Mery:
Tengo que reconocer que me has sacado alguna lágrima:
¡Qué grandeza se encierra en el pequeño corazón de un niño!
Enhorabuena por el post, me ha hecho reconfortarme con el mundo.

Madame X dijo...

Jolines, Mery... eso sí que es una historia de amor y entrega. Se queda una chiquitita al lado de ese corazón puro.

Un beso.

X

Аmanecer dijo...

Hermosa historia, llena de amor y buenos sentimientos, a sido un placer haber estado en tu casa. Prometo que regresarè.

Gracias por darme a conocer a Clara Montes, me ha encantado.

Besos y muchos màs.

Mery dijo...

Siento haberos hechos lacrimear a alguno, no era mi intención (bien pensado ¿por qué ha de ser malo llorar ? ) Pedro, mi amigo misionero le respondió al niño que no íba a morir en absoluto, y que, desde ese momento, él era un Angelito para Dios.
Un abrazo a todos. Mery

Anónimo dijo...

Qué historia más tierna y emocionante. Ya ves, hoy me he levantado nostálgico y ahora leo esto. Parece que todo encaja.
Gracias, Mery.

Juan Antonio González Romano dijo...

Gran historia, Mery, de esas que te reconcilian con el mundo y el ser humano. Gracias, pues.

Mery dijo...

Octavio, Juan Antonio, me alegra veros por aquí. Bienvenidos siempre y gracias por vuestros comentarios...Un abrazo
Mery

David del Cabo dijo...

Me ha llegado tu historia.

Volvere

Javier dijo...

Contrastes, damos tantas cosas por sentadas que el simple hecho de descubrir otros mundos más llenos de inocencia y generosidad nos perturba.

Mery dijo...

David, bienvenido y gracias. Ven cuando quieras....